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El dolor de crecer
KRAMP de María José Ferrada. Emecé, Santiago, 2017. 127 págs.

Por Pedro Gandolfo
Publicado en Revista de Libros de El Mercurio, 2 de Abril de 2017


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La primera novela de la escritora María José Ferrada narra la historia de M, la hija de un vendedor viajero, durante un periodo que abarca su infancia (desde los 7 años) hasta su adolescencia (unos 8 años más tarde). El tiempo exterior cubre, a su vez, desde finales de la década de los 60 (un punto de referencia nítido es la llegada del hombre a la Luna) y hasta mediados de los 70 (el desaparecimiento de un personaje, el único identificado con su nombre completo en el texto, durante los inicios de la dictadura militar es un hecho clave de la historia). Sin perjuicio de esas coordenadas temporales, la narración se desarrolla en una atmósfera en ningún caso abstracta, pero cubierta con una curiosa indeterminación: los nombres de los protagonistas son indicados con una letra (D, M, E, S) o, como en el caso de la madre, no figuran. Las ciudades y los pueblos tampoco se encuentran nominados, pero son, en su configuración externa, familiares y reconocibles.

La narradora es la protagonista, logrando María José Ferrada con acierto dibujar el punto de vista infantil que no pretende una mímesis de la forma de hablar de los niños, sino que se sustenta, como dice la misma M, en una epistemología: crecer es conocer y conocer es clasificar. En la mente infantil, según esta epistemología latente, el niño busca ubicar las cosas que va conociendo en clasificaciones que sorprenden por su sencillez y aura poética. El mundo de M está marcado por las divisiones y clasificaciones que surgen del oficio de su padre, un vendedor viajero de productos "Kramp", ya que su formación, más que de la escuela, proviene de la compañía de su padre y sus rutinas, de quien se transforma en una suerte de asistente y cómplice: M maneja un lenguaje emocional, sobre todo con la mirada, que le permite manipular al comprador y facilitar la venta. El oficio del vendedor viajero concurre al relato dotándolo de nostalgia soleada pero no abrumadora. El libro, escrito con un estilo sintético, conciso y con un humor melancólico, recorre con ternura e inteligencia la amistad entre padre e hija y, al revés de lo usual en Chile, plantea el enigma de una madre taciturna, retraída y casi ausente. Esa fisura, por donde circulan fantasmas, es el trasfondo perturbador, del mundo clasificado y epistemológicamente ordenado de M.

En un texto breve y sutil, Ferrada encierra un complejo de emociones y pensamientos que se despliegan con gracia y verosimilitud a medida que la historia progresa. La forma de escribir de Ferrada demuestra que se puede ser inteligente sin caer en la pedantería, tierna sin ser sentimentalista ni acaramelada. La intimidad de la mirada de M, sus preguntas, pensamientos y descubrimientos se administran en el relato con ese rigor lógico y seriedad que los niños -particularmente los solitarios- ponen en sus juegos y en sus dichos. La puerilidad, lo sabía muy bien Henry James, es cualquier cosa menos una etapa de simpleza, insensibilidad e ignorancia.

El relato de Ferrada se mueve en una atractiva ambigüedad en la que concurren los rasgos de una novela, una fábula o un cuento infantil como si quisiera, sin insistencia, poner en evidencia la nimiedad de esas clasificaciones.

Como sea, Kramp parece poner en escena la necesidad de olvidar, de desligarse de ciertos hitos de la memoria para poder crecer. En el tercio final de la novela, en un salto, la niña M se ve forzada a abandonar el territorio de la infancia para avanzar a una nueva comarca no menos compleja. Ese pasaje no puede lograrse sin resignarse a abandonar, separarse de cosas muy queridas y dejar ir todo un universo y, también y sobre todo, implica la necesidad de aceptar el desorden y la imperfección, de dar un lugar en el mundo a las piezas que no calzan, a las cosas que existen más allá de toda clasificación. Es la hora de descubrir que tras los fantasmas hay asesinatos y desaparecimientos; tras la madre ausente, una tragedia que invade sus vidas.

La novela de María José Ferrada, por debajo de una cuidada apariencia frágil e infantil, roza dimensiones cruciales de nuestro devenir social. Se puede, banalizando bastante, incluirla dentro de la "literatura de los hijos", erguida tenuemente y sin recriminaciones, sobre el telón de fondo del hundimiento de los padres.

El centro de la novela, un debut estupendo de Ferrada en este género, es, con todo, M, la luz de su hermosa y perspicaz interioridad que irradia hacia fuera del relato alumbrando, con pocos pero bien seleccionados elementos, las peripecias del dolor de crecer.


 

 

 

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El dolor de crecer
KRAMP de María José Ferrada. Emecé, Santiago, 2017. 127 págs.
Por Pedro Gandolfo
Publicado en Revista de Libros de El Mercurio, 2 de Abril de 2017