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ATRINCHERADO EN UNO MISMO
Como una música de cosas rompiéndose. Ricardo Vivallo. Autoedición, Santiago, 78 páginas.
Cuaderno de Guayaquil. Ricardo Vivallo. Saposcat, Santiago, 118 páginas.
Por Pedro Gandolfo
Publicado en Revista de Libros de El Mercurio, 10 de mayo de 2020
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La escritura que gira insistentemente en torno a la dilucidación del yo del propio autor, bajo diferentes géneros y variables, recorre toda la historia de la literatura. El diario de vida, el cuaderno de notas, la autobiografía, la confesión, las cartas, el ensayo, el aforismo, los fragmentos, la novela autoficcionada, las memorias, entre otros, han servido a innumerables escritores para explorarse a sí mismos. Lo más frecuente es que el escritor —novelista, cuentista o poeta— cultive esta escritura de modo conjunto con esos otros géneros que atraviesan las fronteras del yo e intente calar en lo otro, en la subjetividad y el mundo que están más allá de sí mismo. Podría incluso sostenerse que en importantes escritores el pasaje por esta dimensión de su escritura es ineludible y lo abordan de manera principal construyendo toda su obra a partir de un impulso de autoconocimiento que no los suelta nunca. Hasta ahora parece ser el caso de Ricardo Vivallo, cuyas obras —Cuaderno de Guayaquil y Como una música de cosas rompiéndose—se focalizan poderosamente en esa dura, oscura y sufriente tarea.
Vivallo es un lector y escritor de diarios, cuya forma parece ser, en una primera mirada, la elegida por él para su exploración. En Cuadernos de Guayaquil se somete a todas las reglas del género: están las entradas diarias y a cada una de ellas corresponde una supuesta anotación que daría cuenta de lo ocurrido en ese día. Esa forma, como sucede en todos los diarios conocidos, expone la propia subjetividad del diarista en la medida de su sinceridad o impudicia. En el paso de la escritura del diario a la publicación pueden operar
censuras y. aunque no las haya, por su forma, el diario se extravierte, acoge a otras personas, otros mundos, que entran en la sucesión de los días dentro del campo de observación del escritor. Muchos diarios se leen, en consecuencia, para saber las opiniones del autor acerca de otros o en torno a ciertos acontecimientos que le ha tocado vivir. Lo que el autor selecciona de sus días y la manera que va registrándolo da lugar a numerosas variables entre las cuales se establecen distancias enormes que relativizan la importancia del género. Cada autor de un diario fabrica la proporción única y personal de lo convocado en sus lineas, pero, como sea, el diario no es una forma que de modo exclusivo opere en el sentido de ir dilucidando el propio ego.
En Como una música de cosas rompiéndose, Vivallo abandona la forma del diario y simplemente expone una sucesión de fragmentos breves en los cuales el ensimismamiento es extremo. Existe un diario o cuaderno de notas, anterior al cual se hacen referencias, pero este libro no pretende seguir el devenir cronológico de los días ni en ningún momento es la mera transcripción de una parte de esos cuadernos. El tema de la forma buscada aflora con insistencia aqui y es notorio que el autor ha realizado un esfuerzo arduo de corrección de cada fragmento y de composición de los fragnientos en un todo. Respecto de
Cuadernos de Guayaquil, Vivallo, por consiguiente, da un paso adelante y arriesga una navegación desamparada. Con respecto a esta opción por la fragmentación y divagación acerca de si mismo, Vivallo es completamente fiel en todo el texto.
La franqueza, radicalidad en el desmenuzamiento de sí mismo, su falta de misericordia, su penetración en los vericuetos más oscuros de su yo son estremecedoras. Como una música de cosas rompiéndose puede leerse como los cuadernos de un escritor depresivo que quiere escribir pero no halla de qué escribir sino de su propio estado. El narrador de estos fragmentos pertenece, sin duda, a aquel grupo de creadores que Fernando Pessoa en el prólogo del Libro del desasosiego caracteriza por la "pérdida total de la inconsciencia". Lo que este libro demuestra es que esa lucidez extrema respecto de si mismo y sus propias fuerzas no es totalmente enceguecedora y paralizante. Además de funcionar corno una fenomenología sin parangón en la literatura chilena acerca de la depresión, Vivallo plantea con máxima honradez intelectual y discernimiento los problemas de la escritura en tiempos de inautenticidad y descreimiento.
El nivel de su prosa es altísimo. Cada fragmento es un latigazo, un rayo, un hachazo, el resonar de un clarín que despierta al más dormido. "Como un absceso infeccioso y supurante en medio del cerebro, el hastío"; "Se vuelve imperioso expropiarle la imaginación al pánico, y devolvérsela al amor, a la belleza"; "Una escritura que no busca seducir, ni convencer de nada, y que en su continuo devaneo es solo el registro (aleatorio, descentrado) de ciertas urgencias y perplejidades"; "Como el amor, la escritura es el deseo furioso de algo fugitivo", son ejemplos espigados al azar.
Un libro excepcional en calidad literaria y profundidad.
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Ricardo Vivallo. Santiago,1984 Escritor y artista visual, es fundador y editor de Libros Tadeys, sello independiente dedicado a la poesía y la narrativa contemporáneas. En 2015 ganó la beca de creación del Fondo del Libro y fue finalista de los Juegos Literarios Gabriela Mistral; en 2016 obtuvo el primer lugar en el concurso de cuentos de revista Paula y en el XIII concurso Stella Corvalán, genero poesía.