¿Dónde se ubica el borde entre la normalidad y la insania? Y sobre todo, ¿cómo reconocemos la una de la otra? La gradualidad y los escondrijos en que se oculta lo anómalo son múltiples y difíciles de establecer. Esas son algunas de las preguntas y caminos que plantea esta novela y las responde —salvo algunos indicios clave— desde la literatura y no desde la ciencia.
El relato tiene una estructura conocida: la llegada de un intruso a una relación quebrada, irrupción que acelera la desestabilización interna.
Los visitados son la pareja de Pedro y Ana, y la hija de ambos, Rebeca. El intruso es Vicente, el sobrino desconocido de Ana. Carrasco radicaliza esa estructura poniendo un cerrojo (heredero de la novela inglesa de detectives) al triángulo que viven y desarrollan sus conflictos en una casa de montaña aislada por las inclemencias de un temporal.
La penetración psicológica de la autora permite al lector ser testigo de la evolución de los personajes desde el punto de vista de Ana. La subjetividad de Pedro, Vicente y Rebeca es transmitida bajo el prisma de la subjetividad de Ana, quien narra en primera persona. Así, el otro está dotado en este libro de una opacidad, una suerte de resistencia que opone la conciencia ajena al conocimiento que el yo necesita en la relación con sus semejantes, lo cual recuerda la premisa fundamental que formula George Steiner en sus Diez razones (posibles) para la tristeza del pensamiento. (pdf)
El éxito del narrador de esta novela es la pieza fundamental del relato. Carrasco demuestra acá otra vez una capacidad para generar en el lector confianza en su narrador. Ana es una mujer sensible y lúcida cuya vida interior es observada por sí misma a la vez que intenta comprender la conciencia de los otros. Las conciencia de Ana es descrita por Paula Carrasco como una conciencia en acción, no tematizada, sino operando. Ana es una mujer atormentada y la llegada de su sobrino Vicente acrecienta sus llagas.
Este es hijo de su único hermano, un exiliado en París, y ese sobrino, que hasta el momento del encuentro era un total desconocido, genera una relación que es una mezcla de familiaridad y atractivo, de intimidad y enigma, de confianza y suspicacia simultáneas. Agitada por la presencia de Vicente, Ana comienza un trabajo en su memoria que la lleva a revisar la relación con su madre y su abuela y la fuerza a enfrentarse a las razones que explican el distanciamiento con su hermano, distanciamiento que duró décadas, hasta su muerte. Carrasco es fina
para dilucidar los pliegues internos de la memoria y sus constantes flujos y reflujos. Vicente es un acelerante y un detonante. La misma relación con su marido cambia también de sesgo y parece tambalear presionada por la presencia ambigua del sobrino. Pero en ese presente estrecho —los días que dura el temporal— en que Carrasco sitúa a sus personajes, a los ojos de Ana, sería Rebeca la más afectada. Por momentos, Ana percibe a Vicente como intruso vengador que viene a herir a su familia en su punto más frágil, esta hija extraña, volátil, casi sin profundidad, al borde de un
abismo, y que en cualquier momento puede ser hecha prisionera y raptada, como "El rapto de Proserpina", de Bernini.
Las fisuras de Ana se transmiten a sus personajes, quienes se mueven al ritmo de sus tribulaciones.
La autora, como ocurre en algunos de sus libros anteriores, le confiere a la naturaleza un papel simbólico y narrativo muy eficaz. El temporal es ominoso y a la vez revelador. El temporal convierte la casa de la montaña en una suerte de
laboratorio de conductas y a Vicente en la variable nueva que socava las frágiles estructuras familiares.
Convendría destacar las virtudes de la prosa de este libro, uno de los puntos, sin duda, más altos de esta conmovedora e intrigante narración. La novela mantiene el suspenso, ya que el lector es atrapado en los intersticios psicológicos de la trama. Algo amenazante se cierne desde un principio pero no sabemos de qué modo golpeará en la acción y en los personajes.
Con un estilo a la vez directo y sofisticado, Carrasco va introduciendo dudas en torno a la mente de sus personajes. Las señales, los símbolos, los vestigios siembran en el camino los fantasmas del delirio y la paranoia. La autora ofrece en este libro un buen ejemplo de lo que la exploración literaria puede ofrecer al conocimiento del alma humana; ofrece complejidad donde hay complejidad y elude las tipologías, clasificaciones y estereotipos. De reojo, Paula Carrasco pone en evidencia las dificultades del diagnóstico de las enfermedades mentales, la soledad en que a menudo se padece y, en una vuelta de tuerca, los velos de las proyecciones y espejeos.
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PERIPECIAS DE UNA MENTE ANGUSTIADA
"ALGO TEMPORAL", de Paula Carrasco. Hueders, Santiago, 2023, 157 páginas
Por Pedro Gandolfo
Publicado en Revista de Libros de El Mercurio, 25 de junio 2023
