Leo que un influyente profesor norteamericano recomienda leer al menos cinco horas a la semana, incluyendo en ellas un tiempo para organizar las ideas y pensamientos que se leyeron y, además, un espacio para analizar la manera en que, eventualmente, se podría aplicar lo leído y ayudar a resolver problemas preexistentes. Aunque el ejercicio es más bien válido para lo que podría llamarse "lectura útil", esto es, para una lectura de la que se obtenga un provecho práctico, parece un ejemplo más de la honda fecundidad del leer.
Pero me da que pensar, ¿5 horas es mucho o es poco? Esto de cuantificar la lectura siempre me ha resultado incómodo. Cada libro que se lee tiene su tiempo e impone un ritmo de lectura. Lo sé bien por mi oficio de crítico literario, en el cual dispongo del mismo tiempo para leer libros que por su naturaleza reclaman un lapso mayor —que sobre tiempo no es problema— y es motivo de angustia. De mis lecturas personales, en paralelo, llevo más de un mes leyendo "Tristes trópicos" y recién llegué a la página 63, a los pies del capítulo que se llama "Cómo llegué a ser etnógrafo". Me he dado un tiempo ilimitado para leerlo completo, pero me cuesta abandonar los primeros capítulos por la inteligencia de sus
opiniones y su deslumbrante prosa. No había leído antes a Levi-Strauss, salvo por un magnífico estudio sobre la música. Pero este libro se asemeja al descubrimiento de un nuevo planeta en mi sistema solar. Desde luego que lo leo más de cinco horas a la semana, pero no me preocupo en avanzar; al contrario, me siento amparado en medio —o al principio— de él. Me sumerjo en YouTube y antes de llegar a una extensa y fabulosa entrevista —murió a los 101 años— paso por una serie de profesores sesudos que se devanan sus sesos sesudos tratando de explicarlo, sobre todo, las "Mitológicas".
No leo el libro pensando en articular las ideas que reclaman, no obstante, varias lecturas, como una sonata pide ser escuchada repetidas veces. Tampoco se me ocurre buscarle una aplicación práctica. Solo me dejo maravillar por un ejemplo de trabajo intelectual mayor, por los elegantes movimientos de su pensamiento.
Me temo, sin embargo, que de acuerdo con las recomendaciones del profesor norteamericano estoy haciendo una muy mala lectura: le dedico muchas horas a un libro inútilmente. Pero ni siquiera me inquieta que pueda no terminarlo, porque en ocasiones para leer debe poder entregarse el lector a una pérdida total e irrecuperable de tiempo Es preciso, quizás, dedicar menos tiempo a la lectura y más tiempo a saborear el gozo de lo leído, un gozo gratuito.
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Por Pedro Gandolfo
Publicado en El Mercurio, 13 de abril de 2024