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El detective irónico
Murió Umberto Eco intelectual clave de la cultura contemporánea
Por Pedro Gandolfo
El Mercurio, Sábado 20 de febrero de 2016
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Probablemente este homenaje no habría tenido lugar si este profesor y ensayista -autor de sesudos títulos como "Obra abierta", "El signo", "Tratado de semiótica general", "Apocalípticos e integrados", "En busca de la lengua perfecta", "El súper-hombre de masas"- no hubiese publicado en 1980 "El nombre de la rosa", la célebre novela que se convirtió rápidamente en un best seller a nivel mundial. La gracia radica en que un académico erudito como él se propuso deliberadamente elaborar un éxito literario en el ámbito de la cultura de masas, a través de una obra erudita, y lo logró plenamente como si a través de ella confirmara en la práctica sus conocimientos teóricos en semiótica y comunicación. En ella, el pensador italiano alcanza una combinación de alquimista (que nunca logró equiparar en novelas posteriores) entre historia medieval, alegoría filosófica, disquisición teológica acerca del sentido de la pobreza cristiana, novela de detectives, autobiografía ficticia, entre otras lecturas hábilmente yuxtapuestas.
En esta novela es clave la supuesta existencia y desaparición del Segundo Volumen de la Poética de Aristóteles dedicado a la comedia. La presencia de la risa y del humor en sus distintos modos no opera, sin embargo, como nudo principal tan solo del seudo manuscrito atribuido al monje Adso de Melck, sino que aparecen como una constante en la "poética policiaca" de muchos de sus otros textos.
En las Apostillas a "El nombre de la rosa", Eco explica la estructura de la novela al afirmar que es "una novela policiaca, donde se descubre bastante poco, y donde el detective es derrotado", basado en su hipótesis de que el atractivo de ese género residiría no en que haya asesinato o "se celebre el triunfo final del orden (intelectual, social, legal y moral) sobre el desorden de la culpa", sino en el hecho de exhibir "una historia de conjetura en estado puro", y porque "en el fondo, la pregunta fundamental de la filosofía (igual que la del psicoanálisis) coincide con la de la novela policiaca: ¿quién es el culpable?". Esta irónica tesis se extiende también, en efecto, a muchas obras en las cuales el lector halla visibles el itinerario y los vestigios de la búsqueda intelectual, más que una enumeración de conclusiones.
