Proyecto Patrimonio - 2014 | index | Pedro Granados  | 
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        QUERIDO JUVENAL 
        Fragmento de “!Fozy Lady!”, nueva novela breve de Pedro Granados
        
        
        
        
        
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        Querido Juvenal:
          
          Contra lo  que señala la crítica canónica;  e incluso interesantes obras de  ficción -tan  recientes como las bien documentadas y sugestivas novelas Monsieur Pain (1999) de Roberto Bolaño o Vallejo en los infiernos (2009) de Eduardo González Viaña-,  creemos que la clave de Vallejo no es el dolor ni lo más decisivo fue el  “infierno” que vivió durante cien días en la cárcel de Trujillo. Acaso sí, más  bien, como otra constante, esa suerte de ninguneo y saboteo que sufrió su  poesía por obra del poder pequeño primero (Santiago de Chuco, Trujillo, Lima);  y luego, aunque a la larga sea el mismo poder, por el inmenso y transnacional  del fascismo que en la época se cernía sobre Europa y que, por ejemplo, Bolaño  en su novela ubica incluso en la mismísima Clínica Arago -al pie de la  cabecera del enfermo y mientras Vallejo padecía, además, de un enigmático  hipo-, lugar donde falleciera el poeta.   Temor y persecución a una obra que, en primer lugar, fue elaborada como  si no tuviera nada que perder; es decir, no por ingenua o evasiva, sino por  carente de cálculo artístico y costo vital.    De este modo la detestó la regalada izquierda (Pablo Neruda) como,  obvio, también el fascismo.  Aquella zona  obscura -la hiper conciencia del dolor, la traición, el arribismo y la  hipocresía- constituye en Trilce sólo una parte, probablemente la mitad.   La otra mitad es el testimonio de una utopía: gozo y esperanza.  Haciendo la salvedad de que cuando aquellas  mitades se ponen en plan de performance, como en el caso de este poemario, el  sentido del dolor se invierte y, sin éste desaparecer ni soslayarse en  absoluto, lo que prima es la celebración y la dicha.  Trilce es el poemario de un ser henchido e ininterrumpidamente inteligente; o más bien  de un  “archipiélago” (Trilce XLVII) y,  al mismo tiempo, de una colectividad popular -heterogénea y sabia- que a  través del baile conjura las penas y se reafirma ella misma hacia el futuro.  Tal como observa Freud, al cual Vallejo admiraba:
        
           “También el alma colectiva es capaz de dar vida a  creaciones espirituales de un orden genial como lo prueban, en primer lugar el  idioma, y después los cantos populares, el folklore, etc.  Habría además de precisarse cuánto deben el  pensador y el poeta a los estímulos de la masa, y si son realmente algo más que  los perfeccionadores de una labor anímica en la que los demás han colaborado  simultáneamente”  
        
         Esto  último lo supo captar muy bien el autor de Trilce,  particularmente en Lima.  Lugar donde se  soltó la trenza con la quinceañera Otilia Villanueva Pajares; se modernizó  desde el pueblo y la migración interna; se secularizó de todos los  provincianismos; y se inmunizó a todo lo que en arte o literatura estuviese  meramente de moda.
          
              Trilce, lugar de encuentros más que de exclusiones: mar y  lluvia, relato y poesía, marinera y resbalosa, melodrama y vanguardia, kitsch y  mito.  Sobre todo si lo seguimos con el  oído.   De este modo reivindicamos y  apelamos por una nueva generación de críticos con oído; no re-freidores de  alguna agenda teórica y metodológica exógena o endógena.  Críticos que, asimismo, sepan bailar.  Que leer Trilce exige despojarnos de nuestras apreciadas disciplinas.  Incluso de nuestro decoro.  Y que es necesario conocer un tanto más el  Perú, la amada y odiada Lima de Vallejo, y el léxico local.  Que Trilce no está escrito en francés ni tampoco en runa simi.  Que el más extendido entre aquellos  oximorones y también el más íntimo señalan al Sol como comienzo y fin de  este  peregrinaje poético.  Que aquel: 'Canta, lluvia, en la costa aún  sin mar!', refiere también al de confesar o revelar lo secreto.  Y que es este secreto, precisamente, el que  mantiene vivo a este poemario.  La  carpintería biográfica, política y sentimental que conocemos del poeta sólo en  algo nos puede ayudar a vislumbrar aquello.   Es decir, que dicha carpintería no constituye, por sí misma, la  cerradura por donde atraviesa y se entretiene manso el sol en cada una de  nuestras lecturas.
              
              Con el abrazo de hermano que tú conoces,
        ¿Firmo Pedro Granados, firmo César Vallejo, firma el  mismísimo Juvenal Agüero?  ¿Desde  Foz do Iguaçu, desde Lima, desde a praia do Pântano do Sul de Florianópolis?  ¿Con  57 años, con 20 (de la pura arrechura), con amnesia de la edad?  ¿Fozi Lady es Otilia Villanueva Pajares?  ¿Mi andina y dulce es Rita?  ¿Una colega de la Universidad es  Georgette?