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Edgar Saavedra. Lengua negra de colores. Lima: Lustra Editores, 2012.

Por Paul Guillén

 


 

 

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En el ensayo “La poética del chamanismo”, el poeta norteamericano Jerome Rothenberg nos dice que “el chamán también puede ser visto como un proto-poeta, ya que casi siempre sus técnicas dependen de la creación de circunstancias lingüísticas especiales, como la canción o la invocación”. Edgar Saavedra (Caxamarca-Perú) en su reciente libro puede ser entendido a este nivel como un poeta chamán, el poeta ya no está lleno solamente de ética, sino también de metafísica, es decir, si su canto comprende lo natural y lo tangible también incluye lo supernatural. Abarca el mundo de arriba y el mundo de abajo. Saavedra, en ese sentido, engarzaría su proyecto con los cantos chamánicos, con la poesía “primitiva” de todas partes del mundo, con el legado de su paisano Carlos Castaneda, en especial con Las enseñanzas de Don Juan, y en el contexto latinoamericano con algunos esfuerzos del brasileño Roberto Piva –de quien Saavedra es un excelente traductor– y del peruano César Calvo, especialmente en su libro Las tres mitades de Ino Moxo.

Dicho esto, podemos avanzar con el análisis textual de este libro, que le costó a Saavedra doce años de intentos, investigación y conocimiento interior. Recordemos que su primer libro, Final aún, lo publicó en el año 2000, y tenía una vertiente surrealista, los diálogos y guiños con Lorca, Paz, Molina, Moro o Peret estaban muy presentes en ese libro. En Lengua negra de colores como ya hemos dicho antes podemos considerar su discurso dentro de lo chamánico. Este libro está dividido en tres secciones –Fosas, Lógica aromática y Lengua negra de colores–, cada sección está compuesta por nueve poemas, número que en la numerología representa la luz interior, hacia esa luz encaminaremos nuestros esfuerzos en este análisis. El poemario inicia con tres epígrafes, uno de Peret, otro de Churata y uno de Vallejo, aquí podemos ya detectar las inclinaciones poéticas del autor, por un lado un poeta surrealista, por el otro, un escritor que despliega un español andino y en el último caso también la experiencia andina es muy presente. Lo que nos indica que un lenguaje en apariencia surrealista se encajara con el mundo andino. Los epígrafes postulan caminos: el de Peret incide en la aparente escisión entre razón y poesía, para este poeta estos dos conceptos no están contrapuestos, en la poesía funcionaría otro tipo de razón no utilitaria ni instrumental. El epígrafe de Churata deja constancia de la belleza y la inmortalidad como caminos para el hombre, es decir, se plantea un plano ético para el hombre: el ser es uno mismo con la belleza y la inmortalidad. El epígrafe de Vallejo: “¡Alejarse! ¡Quedarse! ¡Volver! ¡Partir! Toda la mecánica social cabe en estas palabras”, lo que nos quiere decir el poeta de Santiago de Chuco es que el hombre está transitado por contradicciones y que a él le corresponde hacer el balance de sus actos y seguir en el camino.

Ahora pasemos a analizar la primera sección llamada Fosas, se abre con un epígrafe de Novalis: “cuando soñamos que soñamos es que ya nos vamos acercando al despertar”, para el poeta germano este verso podría leerse desde el punto de vista que la vida es una ilusión y que no sabemos a ciencia cierta si estamos vivos o muertos o si se quiere si vivimos en una realidad real o en una falsa, para Saavedra intuyo que este verso lo relaciona con el despertar del trance chamánico, lo que hará el poeta es llevarnos de la mano por sus visiones. El primer verso del conjunto es: “He contemplado toda la música”, el poeta hace hincapié en lo auditivo unido a lo visual o la imaginación, contemplar es lograr un equilibrio entre el mundo exterior y el mundo interior, si el poeta ha contemplado toda la música lo que nos quiere decir es que su mente, su cuerpo y sus pensamientos están imbuidos alrededor de notas musicales, sonidos, vibraciones, lo cual quiere decir que el trance está dando inicio. Citemos de nuevo a Rothenberg: “En una típica (auto)-iniciación al chamanismo, el nuevo chamán experimenta la desintegración de su conciencia común o visión del mundo, y es conducido a un sueño o visión en cuyo centro regularmente hay una canción o serie de canciones”. Luego el poeta enumerará algunas acciones corporales como escuchar y respirar, nos instalamos “muertos de otro tiempo”, es decir, este trance o sueño lo que comporta es la muerte del sujeto, pero una muerte simbólica, sería como el paso del mundo racionalista hacia un mundo intuitivo, plagado de sueños y visiones. Lo que nos va quedando claro es que Saavedra nos está hablando del trance, del lenguaje y de las palabras: “y la Palabra / desaparece / en el trance”. Es maravilloso notar la presencia de la naturaleza en estos poemas: árbol circular, cactus de siete pieles, cadáver de árbol, etc. y también la presencia de los animales: golondrinas, topos, lagartos, halcones. Y lo primordial que podemos decir sobre esta sección es que el poeta empieza el trance y ve una transformación en los elementos naturales y animales y la presencia del viento como un agente poderoso es fructífera: “y el viento / otra vez / el viento / abre la puerta…”.

La segunda sección es Lógica aromática, se abre con un epígrafe de César Calvo relacionado con el recuperar la memoria sobre el vientre materno, también visto desde un carácter simbólico como la memoria del agua sobre la tierra madre que nos cobija. Aquí al parecer el trance ha terminado, pero lo que el poeta quiere connotar es que las visiones siguen apareciendo después del trance: “cuando todo termina / comienza / la visión que precede al pensamiento”. El poeta ha logrado desdoblarse, por eso, puede decir “deja de mirarte (…) contémplate”, no se mira frente al espejo, sino que mira su propio cuerpo desde otra experiencia que podríamos llamar extrasensorial. También por eso debemos llamar la atención que símbolos como las rocas o los pedernales, elementos concretos y sólidos, aquí pueden comprenderse como elementos con movimiento, en ese sentido, es muy importante la concepción del tiempo que maneja el poemario: es un tiempo mítico, inmemorial. También existe la idea de que el poeta debe transitar por un camino ético y a la vez metafísico. La idea del camino comporta la idea del despertar del trance, pero el poeta nos dice que se le han anunciado catástrofes. Esta segunda sección se cierra con un pago a la tierra: “ofrecimos la sangre / a la Tierra que nos miraba hambrienta”.

La tercera sección se llama igual que el libro, Lengua negra de colores, y se abre con un epígrafe del propio Saavedra, si recordamos en muchos poemas Martín Adán realizaba este mismo procedimiento, este epígrafe refuerza lo que venimos diciendo: “Lengua negra de colores / flor menstruante natural / leche vegetal de pechos animales”, de nuevo podemos ver al símbolo de la lengua como portadora de la Palabra, al reino vegetal y animal todo confundido en una sola esfera relacionada con lo nutricio (leche) y con lo humano. El primer verso de la sección es: “Un sonido despierta la lengua”, es decir, que ese sonido (música como elemento del trance chamánico) va a dar paso a la capacidad del habla, luego de haber tenido visiones y despertar del trance, aquí de lo que se trata es de dar paso a la Palabra. Si en las otras secciones intuimos que estamos en un espacio mítico andino, aquí se nos hace más patente: “vi entre llamas la sombra del puma”.  En esta sección a través de la lengua se producirá una explosión de colores, como si fuera un carnaval, en el penúltimo poema se instalará un color negro terrible: “cuando nos enteramos que los torturadores habían vuelto / demasiado cobarde para el dolor / decidí matarlos”. Pero la idea de la fiesta siempre estará presente en este final: “entre farallones guardianes / ojos de agua / empezará la fiesta / con arpas / y / vientos de cuerno”.

Con este nuevo libro Edgar Saavedra inicia el trance, despierta, se desdobla, habla, siente, explotan los colores y hace su propia fiesta, que bajen las aves y animales de los campos y los cerros, que los vegetales y las piedras cobren vida. Entonces, que siga la fiesta para que el poeta-chamán recupere ese espacio mítico y esa Palabra inmemorial. ¡Así sea!




 

 

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Edgar Saavedra. "Lengua negra de colores".
Lima: Lustra Editores, 2012.
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