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Entrevista a Tara Daly sobre Beyond Human. Vital Materialisms in the Andean Avant-Gardes
(Lewisburg: Bucknell University Press, 2019)

Paul Guillén

University of Pittsburgh



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Tara Daly tiene un Ph.D. en Hispanic Languages and Literatures por la University of California Berkeley. Sus áreas de interés son Literatura y Arte latinoamericanos en las regiones andinas y amazónicas de Bolivia, Perú y Ecuador. También trabaja el tema de la explotación de los recursos naturales y poblaciones indígenas en la Amazonia. Actualmente es Assistant Professor en Marquette University en Milwaukee, Wisconsin, y coeditó Decolonial Approaches to Latin American Literatures and Cultures (New York: Palgrave, 2016).


1.- En la introducción de tu libro se hace la distinción respecto de los Andes entre vanguardias históricas y vanguardias entendidas como un espacio temporal más largo. Por un lado, te enfocas en César Vallejo y Magda Portal y también hay análisis sobre las obras de José María Arguedas, Julieta Paredes y Alejandra Dorado. Quisiera que reflexiones en cómo articulas la política con la vanguardia, en tanto, mencionas términos como sumak kawsay y cómo este concepto se engarza con lo que tú defines como “materialismos vitales”.
—Gracias por la pregunta, Paul. En el proceso de escribir el libro, me di cuenta de que la materialidad –entendida como el cuerpo biológico desde el cual cada artista escribía– estaba al centro de la visión artística de cada uno. El cuerpo es lo que compartimos y lo que nos hace singulares; además, el cuerpo biológico es inscrito por el cuerpo social e ideológico. En distintas formas, cada uno/a/x quería criticar el ambiente político excluyente en que vivía: por razones de clase, género, sexualidad, raza, lengua. Quería considerar la resistencia al capitalismo no solamente en términos de una revolución marxista, fracasada o realizada, sino como un proceso continúo de agitación en el presente. Cuando me referí a sumak kawsay, pensaba en la veta que nos ofrece conocimientos indígenas que piensan la materialidad como un punto común que compartimos con otras especies. La vitalidad de cualquier comunidad va mucho más allá de la salud del ser humano, se incorpora a la de animales, plantas, agua, aire –la naturaleza en sí. Entonces, ser humano es ser parte de un ecosistema, no estar fuera del mismo. Hay que pensar en la materialidad en términos más holísticos, en mi opinión, y en la historia como un proceso cíclico, no una línea recta que llega a un fin predeterminado.

Dicho esto, el término “materialismo vital”, también tiene sus limitaciones y quiero reconocerlas. Mi objetivo era tratar de explicar parte del mundo andino a una audiencia más amplia, una que considera el “nuevo materialismo” como una invención occidental, pero que no necesariamente conoce o considera otras tradiciones culturales en sus intervenciones. Quería desenterrar una poética que hacía vibrar el mundo natural en los Andes mucho antes incluso de que existiera el concepto de “nuevo materialismo” o “materialismo vital”.

2.- En el capítulo dedicado a Vallejo te refieres a su poesía como prótesis y haces una lectura de Vallejo relacionándolo con el devenir de Deleuze. Cuando te refieres a Pedro Rojas escribes: “He is not a person, per se, but rather a figure who is always becoming someone or something different” (51). Quisiera relacionarlo con tu segunda hipótesis que es el análisis de la presencia de rocas, piedras y guijarros dentro de la poesía y el teatro vallejiano y esto también lo ligas, siguiendo a Cornejo Polar, con el inicio de Los ríos profundos, donde el niño Ernesto se refiere al muro de piedra incaico como piedra de sangre hirviendo. Los materialismos vitales en qué se diferencian o asemejan al devenir de Deleuze y si es posible hablar también de un devenir roca, un devenir piedra, un devenir guijarro.
—El proceso de escribir este libro fue, de hecho, uno de desaprendizaje en cierto sentido, de la teoría occidental. En vez de pensar desde Deleuze, digamos, traté de regresar a los textos primarios y pensar en los poemas, los performances, las experiencias corporales y afectivas que había tenido en los viajes a los Andes, como fuentes de teoría. Escribía desde lo que percibía -con un conocimiento limitado de quechua-, por ejemplo, la necesidad de teorizar con las piedras; también empecé a pensar en la relevancia del intercambio físico que ocurre con el escenario andino al leer a Vallejo. El materialismo vital, tal vez, no es tanto para mí una teoría, sino una manera de decir que los materiales con que interactuamos –incluso libros– impactan el sentir vivo. Definitivamente para mí hay un devenir roca, devenir río, devenir cielo. Todo está bajo transformación. Por eso, no duermo por las noches, pensando en la ridiculez de la “identidad” mía o la obsesión con definir “quién eres” en el mundo. A veces, corriendo sola por la ciudad, sé que los árboles y los pájaros me perciben y me impactan, y su presencia determina el camino que tomo, la composición del aire al nivel molecular, la producción del oxígeno. Un movimiento mío afecta la materia a mi alrededor en miles de formas invisibles al ojo humano. La vida es el encuentro. Creo que no necesitamos leer a Deleuze para contarnos esto y, es más, él hubiera aprendido mucho leyendo a Arguedas o estudiando y pensando en quechua o aymara.


3.- En el análisis que dedicas a la serie de fotografías Especulando sobre lo mismo de la boliviana Alejandra Dorado apuntas que el hecho de que la artista combine partes de su propio cuerpo con otro cuerpo lo que hace es demostrar “the inventiveness and prosthetic possibilities of sexuality that are available, to various degrees, as well as the power of technology to enable us to play with virtual aspects of self that are not yet actualized” (79). Esto nos indica que hay una superación del pensamiento binario y paso seguido lo unes con una reflexión sobre el hermafroditismo que antes de la conquista española se utilizaba como un actor/sujeto de balance frente a las crisis y citas el caso de Santa Cruz Pachacuti con su dibujo del altar del Coricancha (dios como una fuerza andrógina y hermafrodita) y el chuqui chinchay (‘tigrillo de oro macizo’). Quisiera que a partir de todas estas aristas reflexiones acerca de lo que llamas “condición posthumana”.
—Cuando utilizo la frase posthumana, estoy refiriéndome al hecho que con la tecnología (otra forma de materialidad) podemos ir expandiendo el cuerpo mismo en direcciones antes imposibles. Las fotos de Dorado demuestran la potencialidad de la invención física del sí mismo y de añadir aparatos artificiales al cuerpo para manipularlo. Puede ser algo básico, como tener cirugía plástica o de llevar una prótesis que cambia y aumenta un miembro al cuerpo natural. Las máquinas cada día más son parte de nuestras vidas, permitiéndonos incluso vivir mediante identidades virtuales alternativas. Pues, se escribe desde la experiencia personal y la mía nunca ha sido rígida en cuanto a la identidad de género o de sexualidad. Es un juego, y de nuevo, un producto de encuentros aleatorios que no necesariamente escogemos. Las clasificaciones de las personas a base de categorías biológicas siempre me han parecido únicamente necesarias para el control del Estado, pero algo que va en contra de la realidad que experimento internamente. Con respecto a esta pregunta, los libros y charlas de Paul Preciado me han influido mucho, y te los recomiendo.

Empleo el término “posthumano” también con el deseo de descentralizar al ser humano. Como bien lo dice el título del libro, es una invitación de ir “Beyond Human” en el sentido de ir más allá de la categoría de “humano” cuando teorizamos la vida planetaria en lugar de solo circunscribirnos a nuestra especie. Somos dependientes del ecosistema que nos hace.


4.- El capítulo sobre Alejandra Dorado empezó recordando la protesta del agua en Bolivia, en el caso de Arguedas se trata del aire, un recurso natural que no se puede comprar o vender (por el momento tal vez), en ese sentido, hablas de ontologías relacionales. Entiendes el aire en dos instancias como: “threatening loss of stable identity for Arguedas” (89) y como una “hopeful metaphor that facilitates exchange between human and non-human subjects and objects” (89). Podemos hablar de una colonización del aire o por lo menos de que el aire está “cargado” de presencias humanas y no humanas que lo habitan. Por otra parte, Arguedas en su discurso de recepción del premio Inca Garcilaso de la Vega en 1968 dijo refiriéndose al Perú haciendo un diferencial con Occidente que hay “patos que hablan en lagos de altura donde todos los insectos de Europa se ahogarían; picaflores que llegan hasta el sol para beberle su fuego y llamear sobre las flores del mundo” (“No soy un aculturado”). ¿Este pasaje suma una nueva arista al análisis del aire en Arguedas?, ¿el aire también podría ser un elemento que participa de un movimiento decolonial?
—Tienes toda la razón en señalar este pasaje; gracias por recordarme el aire que ahoga en Arguedas. El aire es un campo cargado de significados en Arguedas y también en César Calvo, tanto biológica como metafóricamente. Vemos actualmente la destrucción de bosques enteros en la Amazonía; los incendios en California a causa del calentamiento global y la práctica irresponsable de hacer fogatas; la contaminación del aire de nuestras ciudades, etc. El hombre, al no cuidar del ecosistema, no cuida de su propio aire. El aire es parte integral de movimientos decoloniales porque nos fuerza a ver la red que es la vida planetaria. El hecho de estar en plena pandemia es tal vez el ejemplo más obvio de la incapacidad de todo líder, doctor, experto de controlar el aire y, además, la futilidad de fronteras nacionales para bloquear la contaminación a nivel molecular. De repente, estamos más conectados y contenidos en nuestros cuerpos que nunca. La contracción espacial que significa no poder salir de nuestros países, no salir de casa, incluso no poder evadir nuestra soledad cuando no vivimos con familia o amigos tal vez nos enseñará a largo plazo la importancia de cuidarnos colectivamente, de cuidar el aire del planeta y la salud de otras especies.

Por otra parte, en los movimientos sociales estadounidenses locales actuales, en el contexto de Black Lives Matter, por ejemplo, vemos la cita una y otra vez: “I can’t breathe”, que es literalmente lo que dijo Eric Garner en 2014 y la frase que repitió más recientemente George Floyd, dos afroamericanos asesinados a manos de la policía por razones injustificadas. El aire y el acceso al mismo es el requisito básico de vida humana. La oposición a la colonización continua es reclamar el aire como espacio político compartido y derecho colectivo, pese a cuestiones de clase, raza o ubicación geográfica.


5.- En el capítulo dedicado a Mujeres Creando Comunidad, se cita a Julieta Paredes, quien habla de “vital spatiality”. ¿Cuáles serían las relaciones y diferencias entre este concepto y el de “vital materialisms”?
—Están integralmente vinculados, pero te lo explico mejor en el contexto de la última pregunta. La materialidad actual nos puede llevar a espacios vitales de la imaginación humana, pero que no son necesariamente materiales. Mujeres Creando Comunidad ocupa un espacio físico que es vital –el de la Bolivia actual–, pero también postula proyectos decoloniales por venir que han sido imaginados antes por otros luchadores históricos que ya no están materialmente aquí. Sin embargo, estos últimos y sus proyectos aún existen en el espacio vital de la imaginación colectiva.


6.- Actualmente hay una revaloración de la obra de Magda Portal (diversas publicaciones dan cuenta de este interés: edición de su poesía completa y su autobiografía, reedición de su novela La trampa, trabajos académicos y tesis dedicados a su obra), quisiera saber ¿cómo fueron tus primeros acercamientos a su obra? Por otra parte, haces una comparación entre Portal y Fanon al decir que “For Fanon ‘black is a white construction,’ in Portal’s era, ‘female,’ is a male construction” (151). Me ha interesado esta comparación a la luz de unos versos de Magda Portal que citas en la página 158: “[Congoja de] no ser como los otros / ¡Angustia de sentirse diferente!”. Portal al parecer se instala dentro del mar para diferenciarse de los “otros humanos” a dos niveles tanto político como feminista. ¿Se podría pensar a Magda Portal como una especie de ecofeminismo o hay más disyuntivas en su poesía?
—Magda Portal merece todo un libro y no sólo un capítulo, y sí, me alegra mucho que recientemente se hayan reeditado varias de sus obras. Tal vez establecí esta comparación con Fanon porque llegué a Portal a través de Mariátegui y Amauta, como supongo pasa con muchos. Asimismo, la lectura del capítulo de Vicky Unruh sobre Portal y María Wiesse me influyó mucho. Cuando empecé a leer más de Portal, vi este hilo del mar en su poesía. Recuerdo un verano después de completar la tesis, había ido a Lima para trabajar en la Biblioteca Nacional. Pasé muchos días sola, caminando por Barranco a veces, y me topé con un mural pintado con la línea “i estoi aquí-enorme Mar/humano Mar/Mar mío” (foto). Pues, como recuerdas en el capítulo sobre Alejandra Dorado, hablo mucho sobre anagramas. Vi aquí una conexión con la palabra “martirio” de Dorado y empecé a pensar en algunas resonancias que vi entre las dos. Desde muy distintas perspectivas, pero es vanguardista crear estos vínculos. Las vanguardias en sí son juegos verbales, o saltos, si quieres. Este mural, en el momento de estar en frente de él, fue capaz de modificar mi estado de ánimo: esto es el materialismo vital. Es el mundo comunicándose, cosas que exigen ser percibidas, y no intento aquí hacer una declaración romántica. Decidí entonces que Portal tenía que ser parte del proyecto. El eje del mar Pacífico sirvió como punto de referencia constante a Portal y pues, supongo para los limeños en general. El aire de Lima está saturado por la brisa del Pacífico; experimentar Lima es experimentar el Océano Pacífico.

La experiencia de ver este mural y los juegos con mar/mar mío y de repente imaginar un espacio imaginado compartido entre Magda Portal, Mujeres Creando Comunidad y Alejandra Dorado es parte de lo que yo veo como el “espacio vital”. Hay espacios materiales y otros imaginados a base dela historia material. Los artistas facilitan nuestro acceso a estos espacios imaginados que inspiran la producción creativa y la expansión de la comunidad en tiempo y espacio. En el caso de Mujeres Creando Comunidad, el espacio vital no incluye solamente a la comunidad de hoy, sino en su producción artística está la resonancia de Bartolina Sisa, Micaela Bastidas, Sor Juana Inés de la Cruz; es decir, de los seres que han pasado por los mismos espacios que nosotros, y las paredes y rocas y montañas que han sido testigos de esta evolución.

Gracias por la conversación provocadora. Me has hecho acordar de nuevo lo importante del intercambio crítico y la reflexión detenida, valores que cada día pierden relevancia en un mundo miope e inmediato.


 



 

 

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