Proyecto Patrimonio - 2014 | index | Paul Guillén | Autores |

 

 


 

 


 


 

CONTEMPLACIÓN EN CAOS Y DISIDENCIA:
EL PROYECTO POÉTICO DE GIANCARLO HUAPAYA

Paul Guillén
University of Texas





.. .. .. .. .. .

Giancarlo Huapaya (Lima, 1979) es un poeta, performer, videasta y editor perteneciente a la última generación de la poesía peruana o lo que es mejor llamar poesía peruana post 2000, sin que ello signifique un aire total de familia con sus contemporáneos. Aunque guarda como tema central la crítica a la sociedad capitalista representada a través de sus centros de poder como son “familia, escuela, fábricas, ejército, códigos, discursos” (Guattari). Además, si habría que ligar su escritura poética tendríamos que nombrar a poetas como Néstor Perlongher o Roberto Echavarren en el nivel erótico y político del texto, y en el contexto peruano serían claros sus vínculos con propuestas como las de Roger Santiváñez, tanto a nivel fónico como erótico, no olvidemos que el movimiento Kloaka, grupo poético de los 80’s que fundó Santiváñez junto a otros poetas y artistas proponía el pansexualismo dentro de sus planteamientos, en tanto, Huapaya expandiendo ese deseo de los kloakas lo llama polisexualismo. En este ensayo haremos una aproximación a los libros de poesía que hasta la fecha lleva publicados nuestro autor y haremos un análisis de los mismos apoyados en algunos conceptos sobre el cuerpo, la mirada y el espectador que han sido expuestos por Félix Guattari, Jean-Luc Nancy y Jacques Rancière.

* * *

Estado y contemplación / Canción de canción se gana (Lima: Hipocampo Editores, 2005), el primer libro de Giancarlo Huapaya  es en esencia dos plaquettes unidas bajo una misma poética que podría definirse como poesía fonética, la referencia a En la masmédula de Oliverio Girondo es innegable, esto unido a cierto carácter que podría venir de los experimentos dadaístas, tipo la “Ur sonata” de Kurt Schwitters. El periodista Omar Aramayo, refiriéndose a Estado y contemplación, lo define de esta manera: “es el poeta de la cultura mediática (…) Más que poesía fonética a lo Girondo o rap criollo, es el uso de la radio y la televisión”, este aserto incide en la influencia de la cultura de masas en esta poesía y en estos primeros intentos se puede localizar una preponderancia por el fonetismo, por el nivel erótico de las palabras y las secuencias significantes o mantras, o por un mix de emisoras radiales captadas al mismo tiempo que rompen la linealidad del discurso poético.

En tanto, para abordar Polisexual (Lima: Hipocampo Editores, 2007), segundo libro de Huapaya, podemos citar a Freud, quien en “El malestar en la cultura” plantea una correspondencia entre la neurosis y la sociedad, se incide en un pesimismo con relación a que todo supuesto progreso es también una regresión. Por otra parte, algunos disidentes del psicoanálisis como Wilhelm Reich y Norman O. Brown, tratan de exacerbar esta situación hacia un estadio de gratificación de la energía sexual en contra de la sociedad represora mediante el orgasmo genital. Todo supuesto progreso es una regresión, pero la energía sexual está en el centro del mundo moderno como uno de los elementos primordiales que conservan aún su capacidad creativa y trasgresora. Tal vez habría que remontarnos a la época de la revolución sexual para situar mejor el recorrido que desarrolla Polisexual. En ese período, Eros y civilización (1955) y El hombre unidimensional (1964) de Herbert Marcuse son fundamentales. Para el pensador alemán, la sociedad, en el pasado, se caracterizaba por tener dos dimensiones: una dimensión social y una dimensión individual. De acuerdo a la primera dimensión el hombre se integraba como ser gregario en la sociedad, en tanto, para la segunda dimensión operaba como la potestad para cuestionarse. Marcuse sostiene que la segunda dimensión ha desaparecido debido a que la sociedad tecnológica en la que vivimos ha reducido al hombre a una única dimensión. Además, cree que es imposible una revolución social sin liberación sexual. En este cruce de lo político y lo sexual se inscriben los recorridos de Polisexual. Una crítica sexual que está unida a una crítica política. Una música que entra por todo el cuerpo, una música que se propone como un vaivén, como una marea o como un orgasmo. Calles repletas de seres andróginos, calles de fuego, donde se intercambian los roles: “una mujer penetra con su vibrador a su esposo”.

Polisexual qué duda cabe se conecta con el neobarroco: se apuesta por lo polifónico, lo asimétrico, lo turbulento, lo intrincado. Polisexual cumple con todas estas descripciones, pero las aborda de manera diferente (quiere atreverse y atravesar hasta lo imposible). Un proyecto cultural y sexual que transita desde Foucault hasta Pierre Woodman, es concordante que sus referentes más notorios no los encontremos en ninguna biblioteca pública, sino en el mundo audiovisual: pornografía de todo tipo, performance: “una persona realiza una performance en un paradero viste un traje blanco pegado al cuerpo sólo lleva un agujero en el culo y uno en la boca”, música (Porno for Pyros), peeping Tom, fisting, cam, video poemas a partir de algunos cuadros de la película Casting 20 y otro con imágenes de una musa desnuda. El uso de instrumentos como arneses, pinzas, vibradores, silla consoladora, prótesis, lubricantes, anillos para penes, máquinas folladoras, estimulador de clítoris, tira de bolas anales, vagina masturbadora, mochila teta, mochila culo, cucharita con clítoris. Todo ello nos habla de una nueva “polis sexual”, que es la ciudad en la cual vivimos cotidianamente sin darnos cuenta de “la inventiva sexo”. Polisexual es un libro perverso, voyerista, fetichista, es decir, contranatural o a-natural, por ello, siguiendo a Roland Barthes, podemos afirmar que la modernidad pretende resistir a la sexualidad normal mediante la perversión. Es lógico que un libro como Polisexual sea un libro perverso, porque niega el circuito lógico de la comunicación, derrumba los cimientos de la autoridad del Padre y está en contra de cualquier seguridad imaginable.

Taller sub verso (Asunción: Felicita Cartonera, 2011. Segunda edición. Lima: Casa Katatay Editores, 2011. Tercera edición. México DF: 2.0.1.3. Editorial, 2014) es el tercer libro de Huapaya y se constituye como un proyecto más orgánico, consciente y seguro de sus posibilidades expresivas: “la voz tiene una urgencia por saltar de un fondo a otro atacando el ‘status quo’: la digresión geopolítica, la ambigüedad sexual, la imaginería distópica y aquellos modismos heredados de la contracultura” (Pimentel). En Taller sub verso los referentes que encontramos podrían ser desde Foucault y Deleuze hasta Néstor Perlongher o Roberto Echavarren, en ese sentido, es una exacerbación de varias líneas que empezaron en Polisexual y esto dicho también a través del recorrido que plantea el libro como una secuencia por el abecedario, donde cada letra plantea un poema o una intervención. Por ejemplo, en el texto inicial se suma al desarrollo sexual (“Dilaten y piensa por dónde sería mejor tu penetración”), una reflexión sobre el cuerpo como metonimia y lo metapoético (“sumerjan la lengua y escriban con ella” o “toquen el poema antes que seque y negativísense en cada parpadeo”). En ese sentido, es interesante como la representación del cuerpo será concebido como un fragmento (pie, torsos, muslos, vellos, párpados, ombligo), o extensiones de ese cuerpo como un abanico luminoso, e incluso síntomas como la arritmia o coágulos. Para avanzar debemos intentar una definición del cuerpo. Jean-Luc Nancy dice que no tenemos un cuerpo, sino que somos un cuerpo, pero este cuerpo conoce desde lo modal y lo fragmentado. Para Deleuze “el cuerpo ya no es el obstáculo que separa al pensamiento de sí mismo”, esto instala al cuerpo al nivel del pensamiento. Para Nancy el cuerpo es una certidumbre confundida, hecha astillas. De esa manera, las representaciones del cuerpo en el siglo XX inciden en figuraciones del dolor y la muerte como se muestra en Bataille, Artaud o Bellmer. La sociedad privilegia el ver y la distancia y trata de tapar los otros sentidos para borrar el cuerpo. El cuerpo solo es visible en el dolor, el placer, la sexualidad, el tajo, la automutilación, esto para decir que el cuerpo ya no es natural, el cuerpo es sometido a implantes, injertos, modificado por la alimentación biotecnológica, mediado en una nueva subjetividad por la Internet y la realidad virtual. No se trata de escribir del o sobre el cuerpo, sino de escribir e inscribir el cuerpo, de inocularlo, experienciarlo en el dolor. Esta corporalidad que se une a lo metapoético en Taller sub verso está trabajada dentro de la genética y la programación: “compongan con un ordenador de acuerdo a sus metempsicosis y trasládenme sus características hereditarias” o “soy un trasplante, soy un traspaso, soy un traslado”, por lo tanto, se produce una transformación del cuerpo, entendiendo por esto la presencia y funcionamiento de diversas prótesis: “esa máscara les procurará labios y ojos sobresalientes”, esto quiere decir que la relación entre el yo y el otro, entre los yos y los otros se torna en un punto de impasse, porque en el yo reside el otro (en el caso de Nancy es más palpable aún, porque él recibió un trasplante de corazón) –en Taller sub verso tenemos que: “Deberás decidir que glándula masticarás al donarle un músculo al otro”, lo interesante de esto es también el constante uso de los verbos que se dirigen a un tú y que, por ende, buscan una acción perlocutiva–, esta pregunta se percibe en muchos tramos de Taller sub verso: ¿dónde empieza el yo/el otro?, ¿dónde acaba el yo/el otro?, ¿las letras dan el cuerpo?, ¿el cuerpo da el abecedario del agua o del espacio interestelar?, ¿el latido del corazón del yo/del otro? En esa línea de lectura, podemos decir que la identidad (en Taller sub verso este concepto se encuentra ligado al viaje, a la migrancia distópica: “Nuestra identidad es un botón que activa una estampida de burbujas que trasladan embriones hasta la estrella Edén. Entonces, no eres nacional ni internacional, sino espacial y submarino”) es una construcción cultural que se define en nuestras relaciones con los otros, una construcción siempre cambiante y en proceso, y no una entidad inamovible o hereditaria que no varía en el tiempo. La identidad  desde una postura contraria a la universalista y esencialista sería una: “representación estructurada que solo alcanza su carácter positivo a través del estrecho ojo de lo negativo. Antes de poder construirse, debe atravesar el ojo de la aguja del otro” (Hall, 21). Entonces, de lo que se trata, siguiendo a Levinas, es de aceptar la alteridad como parte constitutiva del sujeto y, por otra parte, no caer en una visión estereotipada de la realidad, pero esta alteridad, una vez más con Nancy es yo-otro y otro-yo (el otro vive en mí-nosotros, yo-nosotros vivimos en el otro).

“Ahora canten y conviértanse en un embudo, inviertan los párpados cuando sientan el conocimiento en los vellos”, este pasaje propone que los sujetos sean vistos como objetos (embudo) y que comporta a su vez un elemento de regeneración y trance fisiológico (inviertan los párpados) y esto nos sirve para decir que más que a los escenarios clásicos, a los que nos tuvo acostumbrado Polisexual como una forma de asumir una representación de lo chocante, de lo a-natural en el sentido barthesiano, ahora en Taller sub verso lo que nos toca es asistir a una performance, de lo que se trata no es de mencionar, de nombrar lo prohibido para épater le bourgeois, sino de mostrar, conocer, experimentar. ¿Cuál es la función de ese cuerpo en el texto?, parece querernos manifestar como si fuera una tortura, una mutación genética, pero una representación de esa tortura o mutación, lo que importa es la representación y no el hecho en sí: “Ahora mírame y pregúntate qué posibilidades soy” o “Tú y tú se conmoverán al comparar el poema con una película pornográfica”.

“Mirar es lo contrario de conocer (…) es lo contrario de actuar” (Rancière, 10), mediante el ver no se conoce. Por oposición se puede definir esto: Brecht/Artaud. El primero propone el distanciamiento, el segundo quiere borrar las fronteras entre actor y espectador: “hace falta un teatro sin espectadores, en el que los concurrentes aprendan en lugar de ser seducidos por imágenes, en el cual se conviertan en participantes activos en lugar de ser voyeurs pasivos” (Rancière, 11), esto es lo mismo que propone Taller sub verso: “Coge la palabra bienestar y házsela tragar al más entusiasta del público, que se limpie la boca y que deje de aceptar licores compulsivamente, las sociedades de trueque son necesariamente orgiásticas”, el termino orgiástico podemos entenderlo aquí ligado al aspecto lingüístico, antes que a lo meramente sexual, se trata de hacer confluir-disgregar-ampliar la acción y el cuerpo (en la lengua): “el lector es el espacio sexualizado y dejará de ponerse en la posición del que no sabe”, el lector sabe, conoce, aprehende, viaja, desea.

Slavoj Zizek, en el documental The Pervert’s Guide to the Cinema, afirma que “no hay nada espontáneo, nada natural en el deseo humano. Nuestros deseos son artificiales. Hay que enseñarnos a desear”. Por su parte, Deleuze va a distanciarse del concepto tradicional del deseo en tanto objeto y ligado al complejo de castración, es decir, deseo un cuerpo, deseo ir de viaje, etc., objetos que actúan como substitutos, y va a decir que nunca se desea a algo o alguien, sino que se desea en conjunto, esto quiere decir que si una mujer desea un vestido, no solo desea el vestido en abstracto, sino también el paisaje, la calle por la que camina luciendo el vestido, la gente con la que va a relacionarse (le da un contexto a ese deseo, no hay deseo que no fluya en un agenciamiento): “Buceemos hacia lo profundo de las algas pensando en la estética de lo monstruoso. Sustituyan el deseo por lo que deseen. Lo que articulen siempre será una performance”, una acción que se busca en el lector (acto perlocutivo) que ya dejó de ser espectador para constituirse en una letra más del abecedario, en un instrumento quirúrgico o de biología molecular, en un personaje mutante, en un cuerpo cambiante lleno de prótesis, en una mostración de la intervención genética.

De lo que se trata es de tener un cuerpo, un cuerpo viviente que salga del juego del poder y el capitalismo, el cuerpo podrá vibrar al sentir esa vivencia, esa latencia, no se trata solo de intercambiar de roles como se proponía en Polisexual, sino que el cuerpo tenga vida y no esté atado al rol sexual, al rol político como representación de lo productivo, la explotación y el rendimiento, sino que hay que ponerse del lado del derroche: de flujos, de cuerpos, lo cual quiere decir, acabar con toda especie de seguridad, compromiso, teleología y finalidad. El cuerpo es una máquina deseante que debe dar cuenta de un conocimiento, de un verse a sí mismo: el cuerpo fragmentado, reproducido y virtualizado en un salón de espejos:

“Queremos terminar con toda especie de asignación a una residencia sexual. Queremos que no haya más entre nosotros hombres y mujeres, homosexuales y heterosexuales, poseedores y poseídos, mayores y menores, amos y esclavos, sino humanos transexuados, autónomos, móviles, múltiples; seres con diferencias variables, capaces de intercambiar sus deseos, sus goces, sus éxtasis, sus ternuras, sin tener que hacer funcionar algún sistema de plusvalor, algún sistema de poder, si no es sobre el modo del juego” (Guattari).

Taller sub verso es el abecedario del cuerpo enfermo, inoculado, sintomático, gimiente, simiente, descendiente, pero también de la letra que se duele en un anfiteatro de los vellos. La resonancia política se une a la idea de habitar o sumergirse en ambientes distópicos. El decir “Yo soy mujer por estrategia política” o “Disminuyamos la masculinidad sin aumentar lo femenino”, nos habla de una estética híbrida, mutante, ciborg, no hay roles preestablecidos en este juego: “Tu error está en querer una calificación / por haberte comido al anterior mutante. / Vi a tus apasionados ciborgs y tenaces amputados”.

En suma, Taller sub verso es un viaje por la lengua, por el cuerpo doliente, escribiente vibrátil: “¿Notan que las inflamaciones en sus pieles forman oraciones?”, oraciones grabadas en la piel, oraciones y abecedarios inscritos en la lengua. ¡Póstumo, póstumo! Post-Zume.

 

 

* * *

Bibliografía

- Barthes, Roland (1998) El placer del texto seguido por Lección inaugural. México: Siglo XXI. Impreso.

- Freud, Sigmund (1992) “El malestar en la cultura (1929-1930)”. Obras completas 21. Buenos Aires Amorrortu editores. Web.

- Guattari, Félix (1973) “Para acabar con la masacre del cuerpo”. Recherches, 12. (Tres mil millones de pervertidos: Gran enciclopedia de las homosexualidades). Web.

- Hall, Stuart (1991) “The local and the global: globalization and ethnicity”, en A. King, editor, Culture, Globalization and the World-System. London: Macmillan. 19-39. Web.

- Pimentel, Jerónimo (2011) “Alfabeto poético”. Nosotros matamos menos. Web. 

- Rancière, Jacques (2010) El espectador emancipado. Buenos Aires: Ediciones Manantial. Impreso.

- Vásquez Rocca, Adolfo (2008) “Las metáforas del cuerpo en la filosofía de Jean-Luc Nancy: nueva carne, cuerpo sin órganos y escatología de la enfermedad”. Nómadas, 18. Web.

 

Película

L'abécédaire de Gilles Deleuze. Dir. Pierre-André Boutang. Entrevista a Gilles Deleuze por Claire Parnet, 1996. Documental.

The Pervert’s Guide to the Cinema. Dir. Sophie Fiennes. Escrito y presentado por Slavoj Zizek. Mischief Films y Amoeba Film, 2006. Documental.




 



 

Proyecto Patrimonio— Año 2014 
A Página Principal
| A Archivo Paul Guillén | A Archivo de Autores |

www.letras.s5.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza.
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
Contemplación en caos y disidencia: El proyecto poético de Giancarlo Huapaya.
Por Paul Guillén