Proyecto
Patrimonio - 2009 | index | Bernardo Colipán | Juan Paulo Huirimilla | Autores |
RITO Y SACRIFICIO: MEMORIA Y VACÍO:
ARCO DE INTERROGACIÓN DE BERNARDO COLIPÁN
Por Juan Paulo Huirimilla
La lectura que a continuación realizaremos, versa sobre el texto “Arco de Interrogación" de Bernardo Colipán. A parte de los elementos paratextuales, vale decir, la dedicatoria a poetas del sur de Chile, parientes y poetas Huilliche, se nos presenta un epígrafe de Lola Kiepja, última chamán Selk’nam, que nos recuerda como funciona para este pueblo, la memoria y el olvido; posteriormente como nota explicatoria, el poeta /cronista, viene a explicitar sobre lo que se a poetizar, es decir, el Arco de Interrogación Huilliche, sus espacios interiores y exteriores, su temporalidad:
“al interior del círculo sagrado, el tiempo de la memoria con su transparencia: al exterior, la historicidad con su tiempo cotidiano” (Colipán, p.9). Todo esto no es casual, ya que, según el conocimiento mapuche (kimün) en este rito/sacrificio, se retrocede en el tiempo (kuifi) para buscar las explicaciones del presente, y poder así, explicar lo que ala comunidad le pasa o pasará. Para ello, los Huilliche de San Juan de la Costa, van a pedir permiso en la Ruka Kura de Wenteyao y luego vuelven al lugar donde se realiza el Ngillatún (acción colectiva de pedido) y profieren una oración colectiva, que el poeta incorpora en la primera sección denominada “Arco de Interrogación”. Aquello viene a significar y nombrar lo cósmico; la relación de hermandad entre hombres y mujeres Huilliche; los seres espirituales que cohabitan con ellos y la madre tierra de donde venimos como gente enraizada en la tierra (mapunche) y de la que hemos nacido como el pasto.
Después de dicha enunciación, se llega al “Arco de Ngillatún”, donde el poeta/etnógrafo ahora, describe los sentimientos profundos, que se producen en un espacio ritual donde:
“esperamos la salida del sol”(Colipán, p.15)
…
“la palabra traduce la reunión de las cosas” (Colipán, p.15)
Luego el poeta inserta un relato de María Elvira Piniao de Pulotre, que nos habla de un rito huilliche sobre el eclipse. El poeta a partir de aquello, construirá de esta “oralitura” un texto titulado “Lan antü” (muerte del sol). Estos procedimientos discursivos, donde se codifican los relatos y se construyen textos poéticos son técnicas recurrentes de este tipo de poesía, donde se cree que lo oral sustenta la escritura poética. Sin embargo, aquello se ha resuelto, con el trabajo de ingeniería, que últimamente, están llevando a cabo los poetas mapuche contemporáneos, porque se ha recurrido, no sólo a la oralidad, sino también a la lectura permanente de la tradición poética universal, de manera de apropiarse de la palabra del otro y colocar o romperle la cara al “canon de la literatura chilena”.
Seguido de esta sección, viene el poeta Colipán a enunciar otro rito denominado: "Noche de Wetripantü" en que contrario al anterior texto en que se velaba el sol, en este se espera su salida, de manera de renovar la fuerza (newen) y por lo tanto, pasar a otra estación, en que brotan las plantas:
“el invierno hunde sus pies
dejando una huella sin forma” (Colipán, p.19)
Como el poeta Aniñir, Huenún y otros, se recurre al Haikú(che) en lo que sigue, como los maestros chinos: Li Tai Po, Tu Fu o Po Choi, en que se viene a sintetizar en imágenes, la brevedad e intensidad poética, el Ngillatún de Maiquillahue, donde el dueño de la palabra(Ngenpin) se comunica con otros espacios y tiempos. Aparece no sólo el rito sino también el sacrificio para comunicarse con los diversos estadios del otro mundo:
“Sacrificamos el cordero elegido.
Arde el fuego.
Humedad en los ojos” (Colipán, p.23)
Termina esta sección de Arco de Interrogación con el textos “Fachiantü” como un ruego colectivo por aquella semilla de memoria que habita en las cosas y a la cual pertenecemos:
“en casa de Isidora Maripán
sorprendimos a Dios
llorando dentro de una semilla. Verde
fue el grano crecido” (Colipán, p.31)
En el apartado Arco del Vacío, refiérese al sentimiento de perdida del padre y el abuelo, sus antepasados; posterior al título aparece una página blanca donde no se puede nombrar lo poetizado, en este caso: el vacío.
Siguiendo la lectura encontramos el texto Del caballo caí al suelo la otra noche, aquí habla el poeta por boca del abuelo, viene a ser, cierta reescritura de una imprecación a la muerte o canto contra la muerte, que fue registrado por Berta Kossler en 1962. Notemos también el vacío y la memoria como constante, y esta idea sobre los mundos paralelos al igual que Borges:
“A José Dolores Colipán, quien con su alma
paralela a la nuestra
nos sueña desde otro mundo” (Colipán, p.40)
Por otra parte, en Arco de la Negación, el poeta alude a los habitantes huilliche transplantados en la ciudad capital, emigrantes, que modifican su cultura de sustrato, adoptando elementos culturales ajenos, según dice Bonfil Batalla como:
“cambiaste a la Rosita Rupailaf por la Lulú Salomé” (Colipán, p.45)
…
“Que tienes un personal estéreo y escuchas a Michael Jackson.
Que escuchas la minifalda que acá nunca mostraste”
Estos versos se enmarcan en Rahue, un espacio identitario adyacente a Osorno, donde confluye la cultura campesina, popular y mapuche-huilliche.
La sección se cierra con un texto titulado Caleta Manzano, que es introducido por un epígrafe de Po Chu i y que viene advertir nuevamente, el sentimiento de ausencia, desamparo si la “modernidad” de la Carrerera de la Costa, viene a intervenir los elementos culturales propios como:
“restos de cántaros esparcidos
en la orilla de la playa” (Colipán, p.49)
En el Arco del Silencio, la cuarta parte de este manuscrito, se viene a evidenciar aquellas cosas que no se pueden nombrar, y que sólo accedemos a ellas mediante la contemplación:
“Para todo tiene el silencio un gesto” (Colipán, p.53)
…
“pero torcemos el aliento
oculto detrás de la palabra” (Colipán, p.53)
Aquel silencio , tiempo de la memoria y demás, que han sido negados y que el poeta recupera renombrándolos, por medio de la poesía como lo hicieron también los poetas de la dinastía Tang. Este es el caso de Li Tai Po, el luminoso, que igual que el poeta huilliche, recorre los cerros:
“La memoria dibuja el rostro
de la mujer que amaste en la cosecha” (Colipán, p.57)
En la unidad, Arco del amor y su figura recortada, se poetiza a los seres reales/imaginarios, que cohabitan con los mapuches, en este caso la Shumpall, mujer sirena, que cuida los afluentes de agua de ríos y mar. También se conjura a las cosas, que causan el desequilibrio, los Kalkus y malas señales de la naturaleza. La unidad termina con ese sentido de ausencia/vacío para con la figura amada:
“así como te siento
atravesada, toda en mi
costado izquierdo” (Colipán, p.67)
En el apartado Arco de mis abrazos, es una sección dedicada a su esposa Roxana, aquí se describe dos espacios identitarios, Maicolpi, San Juan de la Costa y Quenac(corazón de tierra en Chono), en ambos se describe el paisaje exterior e interiores, aquella dualidad: el vacío versus el silencio. Lo interesante de esta sección es cuando el poeta retrocede al espacio de la memoria:
“antes que los mapuches descubrieran el fuego” (Colipán, p.73)
…
“no olvido mi título de Comisaria
ni el tratado de paz de 1793” (Colipán, p.74)
Donde los parientes eran libres y controlaban autónomamente su territorio.
Ahora bien, en El arco de mis apariciones, comprende dos textos, el primero una reescritura de poema de Constantino Kavafis, pero con elementos culturales propios como: Wenteyao y sus contrarios: Kanillo, Kalkus, Anchimallenes y Shumpall. El padre, en este caso, aconseja para a un viaje, que debe emprender Alen, la hija del poeta, a caballo, por la cordillera pelada de la Costa.
El segundo poema Aparición de Lican Amaru, describe cómo el padre poeta ve el nombre de su hijo:
“Yo estoy en ti,
por eso te busco en el aire” (Colipán, p.79)
Lo significativo aquí es el Licán, el cuarzo sagrado denominado “ piedra que transpira” y que las machi o chamán, incorporan en sus tambores ceremoniales y que se mueve al tocar el kultrún. El poeta ve en cambio en la naturaleza este nombramiento:
“ la pureza del sol atrapado en tu cristal” (Colipán, p.79)
La división Arco de memoria y su Transparencia, se inicia con la alusión al Arco del Ngillatún de San Juan, donde se nombra el Ngen Wenteyao, luego hay una reinterpretación de los cantos de guerrero, codificados por Rodolfo Lenz, Tomás Guevara Kossler y Manquilef y que se refieren a hechos histórico del siglo XIX. Hecemos notar, a este respecto, que Domingo Quintupurray, es un Huilliche que en Che Sumun, variante dialectal o regional del Mapunchedungun, relata el Viaje al País de los Manzaneros (Argentina), lo mismo de pasajes de la guerra de independencia e interpreta cantos de borracho. El poeta desentierra a este Huilliche y asume su voz. También se enuncia el contagio de viruela, el terremoto y maremoto de 1960.
Como técnica de escritura poética, se recurre a relatos codificados por el propio autor en su investigación sobre Pulotre.
El apartado poético termina cuando el escritor hace hablar a un espectro:
“anochece y sólo tengo
un cuerpo sin sombra” (Colipán, p.94)
La unidad “Arco de la historia y sus pliegues” viene a ironizar aquella historia escrita desde las zonas del poder, para lo cual Colipán, sume la voz del cronista de la “conquista”, desestereotipando dicha oficialidad. Además critica esa historiografía que se enseña en las escuelas de Chile, en específico, Encina, quien vio al igual que Villalobos a los mapuches como: flojos, borrachos y pendencieros. Agréguese a lo anterior, la crítica poética hacia las “piezas de museo” o “cultura muerta” en que el mapuche es “objeto de contemplación:
“ Y el testimonio es el olvido” (Colipán, p.109)
…
“una fotografía de un cacique de 1890
y el aserrín
con que mañana barrerán el museo” (Colipán, p.109)
Este libro termina con el “Arco del retorno” donde el poeta nuevamente recurre a esta interrogación colectiva de los Huilliche de la Costa, donde se sintetiza lo cósmico, lo cotidiano y la memoria de los seres que vencen al vacío.