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lucía dice . mamá estoy en la espesura
impresiones sobre “la ciudad lucía” de paula ilabaca núñez
 
(tercera edición -  ediciones litost, 2018)
        por nicolás lópez-pérez
          
          
        
        
          
            
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        lucía  dice
            en  sueños
            mamá  me merezco esto?
            me  merezco el encierro?
            lucía  duerme
            en  el fondo de una página
            en  el principio de otra
            el  papel suena
            corta  el aire
            lucía  duerme
            lucía  estira la cabeza
            lucía  la ciudad quédate a padecer
            a la sombra el ángel  esta es la casa lucía esta es la casa tu casa
        lucía  es la otra, lucía es el reverso de una forma poética que está antes y después  del poema. no vamos a pensar en construcciones para nombrar como prepoema y  pospoema, sino más bien como un intersticio, un espacio en que cuerpo, texto y  territorio se funden a punta de escupitajos viscerales e imágenes  vertiginosamente rápidas efímeras fugaces pero fulminantes como el beso el sexo  la violencia. entiendo el trabajo de paula como una investigación estética que  toma el cliché amoroso y lo reconfigura como un campo de batalla donde los  protagonistas son la esencia de lo masculino y lo femenino. el sujeto poético  en tensión es una niña que se estrella contra los pliegues de una página y otra  por desnudar. la niña se despersonaliza personalizándose, tocando los  fundamentos de ser y devenir mujer.
        para  paula: “lo masculino está representado por el caos y la ciénaga, y lo femenino  es el orden de la ciudad con sus calles y esquema”*. los flancos  antagónicos: la espesura legamosa y el diseño del cuerpo completo, pero  fragmentado en pequeñas dosis de habla. 
        en  “la ciudad lucía” afloran los estados de excepción, como en las mejores obras  de la novísima, un grupo de gente inquieta y hambrienta de nuevas escrituras,  nuevos discursos que catapultar y habitar y lo superlativo de lo nuevo, lo  estrictamente novísimo, provocado por el revoltijo de las lenguas y las sensaciones  (como en el mito de yahvé y la torre de babel). 
        en  cada una de las secciones del libro, el cuerpo es un leviatán de lenguas que  susurran cazan muerden, descomponiendo cualquiera clase de autoría. el sujeto  poético es transparente y descompone los rincones de la ficción y la realidad,  conjugando imágenes, símbolos y percepciones en un mismo lugar, el lugar donde  sucede la corrosión de los afectos. 
        su  belleza es la desfragmentación del lenguaje que más usa la poesía, no como una  “metapoesía” (una poesía de la poesía), porque en esto no se habla de formas  modales maneras de lo poético. voy al contexto de este libro, año 2006, la  discusión ontológica es infructuosa, la olla se destapó con el movimiento  pingüino, en las discusiones se respira intranquilidad e inestabilidad  institucional. paula abre una ventana donde todos creen que hay puertas y esa  ventana reconduce la experiencia de lectura escritura e incluso de reescritura  de los signos, de la calle y de los cuerpos como un espacio de resistencia frente  a un concepto poético inamovible, aferrado a las grandilocuencias y  personalidades. y de alguna forma consolida, madura y cristaliza una voz  poética frenética que, a mi juicio, en “la perla suelta” (cuarto propio, 2009)  tiene su mayor esplendor y luminosidad.
        después  de “la ciudad lucía” repensar algunas categorías inventadas por la crítica  literaria y académica como por ejemplo, poesía femenina, poesía hecha por  mujeres. motes hechos para clasificar, como si aún necesitáramos esa  herramienta aristotélica de antaño. los organismos subsisten independiente de  si las palabras crean un reino animal o un reino vegetal, este logos da una voz  a esa espesura, al intersticio entre una poesía que está  a punto de ser y la poesía que lo es, pero que aún no lo sabe, una poesía  constituida como conciencia y cuyas fronteras son lo invisible de lo invisible.
         “la ciudad lucía” es un libro alucinante, un  wurlitzer de sensaciones y es un placer que vuelva a circular entre los  márgenes de un formato fetiche, el de un libro ahuesado y ensamblado con amor,  mucho amor.
        santiagodechile, 19 de octubre 2018
         
        
          
            
              * cita en: héctor hernández montecinos, 
buenas  noches luciérnagas. santiago de chile: ril editores, 2016, p. 44.