Charles Bukowski y William Burroughs
Inmortales viejos rockeros
Por Patricio Jara
Revista de Libros de El Mercurio. Viernes 26 de mayo de 2006
No sólo sus libros mantienen vigentes a dos de los escritores más controvertidos e imitados de todos los tiempos. Su legado también perdura en tributos de bandas de rock y por sus propias voces registradas en numerosos discos que circulan como piezas de colección.
Miércoles 2 de diciembre de 1992. Guns N'Roses en el Estadio Nacional. Axl Rose sube al escenario con una camiseta blanca estampada con una enorme foto de Bukowski. Los que saben de quién se trata aplauden el tributo a estadio lleno. Pero si debió ser al revés, Bukowski jamás se hubiera asomado en público con una camiseta de Guns N'Roses ni de ninguna otra banda. Bukowski detestaba el rock. Aunque para muchos fuese el escritor más rockero de todos. "La música rock no me dice nada. Una vez fui a un concierto más que nada por contentar a mi mujer", escribe en El capitán salió a comer y los marineros se tomaron el barco. "Llegamos tarde. El grupo ya estaba tocando, a todo volumen, un sonido ensordecedor. 25 mil personas. Aquello vibraba, pero las vibraciones duraban poco. Era bastante simplista. Supongo que las letras no estaban mal, si conseguías entenderlas".
Bukowski (1920-1994) era un apasionado de la música. Pero de la música clásica. No podía escribir sin su radio encendida, pero a la hora de recitar en teatros o salones atiborrados, solía comportarse como Johnny Rotten en la mejor época de los Sex Pistols: hacía ademanes al público, respondía los insultos, lanzaba botellas y hasta sillas cuando le contestaban algún poema. Más de una lectura terminó a puñetazos con la concurrencia.
Justamente esta atmósfera es la que durante el último tiempo han intentado perpetuar en CD diversos sellos independientes, recuperando los recitales que Bukowski diera tanto en Estados Unidos como Alemania. Son discos de un cuidado trabajo gráfico que circulan como si fueran documentos de música punk. "At terror street & agony way, Poems and insults" y "70 minutes in hell" son algunos de los títulos disponibles en sitios especializados en la red.
¿Cómo suena la voz de Bukowski? ¿Debe sonar de un modo especial? ¿Es una voz traposa, oxidada y al borde del alarido gutural? Nada de eso. Al menos en "70 minutes in hell", registrado en 1969 y editado por el sello alemán Chinaski Records, oímos 20 poemas salidos de una garganta cansada, pero a medida que avanza recobra la vitalidad de sus mejores textos. Da lo mismo no saber inglés. La voz del Viejo Indecente es el susurro de un abuelo bonachón, como la de todos los abuelos bonachones que vienen de vuelta y nada los asusta.
Además de los registros sonoros en vivo, el legado de Bukowski se ha extendido a tendencias musicales que, como buen amante de la música selecta, habría odiado de todo corazón: rock progresivo, hardcore, tecno. Sin embargo, allí están, al igual que numerosos bares alrededor del mundo que llevan su nombre con letras de neón.
Con su proyecto "Dioxid", el inquieto Sergi Puertas editó en 2000 "Ballet lessons for crippled hipsters", cuyo último tema, "The Wiseman", es una estrambótica mezcla de guitarras experimentales y teclados con la voz del poeta de Los Ángeles de fondo. Así también está en España la "Bukowski Rock Army Party", con una serie de bandas que le rinden tributo al autor.
Bukowski siempre fue indiferente al impacto de su poesía en los más jóvenes. Parecía no importarle gran cosa que textos como "El genio de la multitud" y "Una historia real" fueran tomados como himnos.
Con el pésimo humor con que pasó sus últimos meses de vida, de seguro le dio lo mismo que Bono se hubiera inspirado en los poemas de su libro Days run away like wild horses over the hills (1969) para crear la canción "Dirty Day" (1993), un tema en que el cantante de U2 improvisa en el micrófono intentando el mismo ejercicio que el novelista hizo 24 años antes: recordar a su padre a partir de su propia paternidad.
EL VIEJO DE LA ESCOPETA
En la vereda opuesta transita William Burroughs (1914-1997), quien dentro de los escritores animados a trabajar con bandas de rock es sin duda el más emblemático. De hecho, él habría sido el creador del concepto heavy metal, al incluirlo en su novela The soft machine (1962).
Desde fines de los 70 hasta su muerte, el autor de El almuerzo desnudo colaboró con músicos de los más variados estilos y reputaciones. David Bowie, Frank Zappa, Tom Waits, Lou Reed, New Order, Henry Rollins y Blondie lograron meterlo al estudio de grabación para que hiciera lo que mejor supo hacer: decir lo que nadie se atrevía a decir.
Así como Lee Ranaldo de Sonic Youth produjo los discos "Kicks joy darkness" y "Jack Kerouac reads on the road", en los que rescató viejas grabaciones de voz del emblema beat, en 1993 Kurt Cobain tentó a Burroughs con el proyecto "The 'priest' they called him", en el que el desaparecido líder de Nirvana tocó guitarra mientras el escritor leía fragmentos de sus obras para un disco de un único tema de casi diez minutos. El resultado fue tan alentador que Burroughs se olvidó que tenía 80 años y tomó el micrófono, decidido a cantar como el mejor rockero en los pasajes finales.
El novelista también aceptó trabajar con bandas más extremas como Ministry. Para la canción "Just one fix" de su disco "Psalm 69" (1992) susurra en la introducción algo así como "abran paso al yonki" y luego repite incesantemente el coro. En el videoclip, Burroughs aparece vestido con su impecable traje y sombrero oscuros en medio del caos de guitarras industriales.
"Así como él hacía sus libros, nosotros lo hicimos con la música. Cogíamos un trozo de canción, la tirábamos al suelo, la volvíamos a juntar y a ver qué salía", admite Al Jourgensen, cerebro de Ministry. "Más que por bandas, estamos influenciados por autores como él, Bukowski o Ballard".
La presencia de Burroughs en este video abrió el apetito a U2, cuyos integrantes lo invitaron a participar en la filmación del clip "The last night on earth", del disco "Pop". Además de estas colaboraciones y muchos álbumes posteriores que le rindieron tributo mezclando su voz con toda clase de ritmos, Burroughs editó sus propios discos en solitario, entre los que se cuentan la colección de lecturas de Dead city radio (1990), musicalizadas por la orquesta sinfónica de la NBC, y los relatos de Spare Ass Annie and other tales (1992).
"Yo adoraba a Burroughs por sus métodos literarios y por su imaginación", reconoció Bono a propósito del trabajo con el novelista. "Conocerlo fue como conocer a James Joyce... son liberadores de la palabra, los Hendrix de la máquina de escribir".
Burroughs siempre lo supo: para hacer todo lo que hizo durante su vida no necesitaba cambiar su terno; sólo afilar bien la punta de su lápiz. Lo demás era rock and roll.