Patricio Jara sorprende y emociona con su nuevo libro "Quemar un pueblo"
Por Alberto Rojas
El Mercurio. Viernes 28 de Agosto de 2009
Ahora no se trata de Prat ni de vampiros, sino de un circo de fenómenos que recorre la región, y lo que les pasa cuando llegan al pueblo equivocado.
Una caravana sin igual recorre el continente. Un circo donde tienen cabida todos los fenómenos imaginables, un verdadero freak show que desde el Gran Chaco hasta Lima —y desde Arica hasta Coquimbo— congrega a los curiosos de cualquier edad. Porque nadie quiere perder la oportunidad de ver a Oliverio, el hombre lobo; a Alcides, el niño rana; o a los hermanos Dámaso y Gastón, que comparten el mismo cuerpo.
Así es la tropa nómade liderada por el ex traficante Lucio Carbonera. Y que llega al pueblo de Cristo de la Roca pensando en sorprender a sus habitantes. Pero se trata de un pueblo diferente, donde su presencia, lejos de maravillarlos, desatará una terrible tragedia.
Éste es el mundo que construye el escritor y periodista Patricio Jara en "Quemar un pueblo" (Alfaguara), el tercer libro que publica este año tras la elogiada "Prat" y su incursión en la literatura juvenil con "Las zapatillas de Drácula".
Profesor en la escuela de Periodismo de la Universidad Diego Portales, colaborador en las páginas de Revista de Libros y Sábado de El Mercurio, y sobre todo dueño de una prosa impecable, Patricio Jara también es autor de "El sangrador", "De aquí se ve tu casa", "El Exceso" y "El mar enterrado".
-¿Qué te motivó a escribir una novela como “Quemar un pueblo"?
-Había dos planos en los que me interesaba mucho indagar: los circos de fenómenos de la segunda mitad del siglo XIX y el mundo de los primeros fabricantes de cerveza en la misma época en Sudamérica. Eran dos ámbitos distintos que comencé a investigar de manera simultánea, hasta que comenzaron a llegar los personajes y las anécdotas que detonaron la novela. Y la motivación sigue siendo la misma que me ha hecho escribir por casi 20 años: una reacción casi física ante el asombro.
-¿Hace cuánto tiempo que venías trabajando esta novela y qué permitió que se publicara este año?
-Esta novela comencé a trabajarla en 2005. Ni siquiera aún aparecía "El exceso" cuando ya tenía esbozada su estructura. Siempre pasa un poco así. Ahora, por razones ajenas a lo que yo pueda decidir, este año parece que se vino abajo el ropero y salió todo ("Prat" y "Las zapatillas de Drácula"). Pero en eso no me meto mucho. Cada libro tiene su editorial y cada editorial decide lo que considera mejor. En todo caso, son libros muy distintos y cada uno sabrá hacer su camino de modo independiente.
-¿Cómo fue tu proceso de investigación para escribirla?
-No hay mucha ciencia en los métodos de investigación, que habitualmente son una mezcla entre planificación y azar, de encontrar justo lo que uno buscaba o bien tropezar con cosas que resultan valiosas. Lo difícil, en todo caso, es escribir. Cada vez me cuesta más, cada vez tengo más dudas. En ese sentido, esta novela la siento muy mía y lógicamente en la que tuve más momentos así, de mucha duda, pues todo lo que hay es ciento por ciento literatura.
-Los personajes inevitablemente recuerdan un poco la película de los años '30 "Freaks", de Tod Browning. Al igual que la serie de televisión "Carnivale". ¿Alguna de estas obras influyó en tu nueva novela?
-Vi las dos temporadas de "Carnivale" una vez que estaba escrito el primer borrador. Me ayudó mucho como empujón a la corrección, lo mismo que el material gráfico de museos, afiches de la época y cierta música, como la canción "La bolsa", de Bersuit Vergarabat, que la escuché cada vez que comenzaba a revisar lo que había escrito el día anterior. No quise ver la película de Browning. La tuve en las manos, pero no.
-¿Es "Quemar un pueblo" un estudio sobre la tolerancia? ¿O sobre los confusos límites entre lo que es "normal" y lo "diferente"?
-A ratos siento que es una aproximación hacia los límites, hacia hasta dónde se debe aguantar; hasta qué punto vale, sirve y se necesita la tolerancia. Pero aquello, naturalmente, es algo que uno ve mucho tiempo después de haberla escrito. En el momento era un circo y su circunstancia, nada más. Si eres capaz de mirar tu novela con distancia y, de pronto, "ver" otra cosa, entonces algo late.
-¿Crees que espectáculos como el que describes en tu libro existen todavía? ¿Dónde podríamos encontrar a un nuevo Lucio Carbonera en América Latina?
-Quizás hay más de alguno dando vueltas por ahí. Y si hay, ojala sus artistas tengan el mismo trato que les daba Carbonera. La selva peruana y la selva boliviana son tan profundas que no me extrañaría escuchar alguna leyenda al respecto. Hay algunas zonas de La Paz, en Bolivia, donde no me habría extrañado encontrarme con una persona con dos cabezas o deambulando por ciertas calles del barrio de Chueca, en Madrid, cuando una noche vi pasar a personas encapuchadas, tal como aparecen en la novela.
-En general los libros de un escritor guardan cierta coherencia entre sí. Dentro de tu prolífica obra, ¿qué lugar ocupa "Quemar un pueblo"? ¿Qué simboliza?
-Esta novela está cruzada por el mismo cable que une a "El sangrador": Tratar de reconstruir ciertos aspectos del mundo de la ciencia en el siglo XIX, y con "El exceso", por cuanto varios de los personajes que en esa novela eran vistos como "casos", acá están en carne y hueso, hablan, cantan y zapatean.
-¿Y te cuesta mucho combinar tus diferentes facetas como profesor universitario, periodista, escritor y padre?
-Todo a su momento. Es cosa de organizarse y dosificar energías. Hay momentos del año en que uno destina más horas para una cosa que la otra. Este 2009, por ejemplo, no he hecho tanto periodismo como quisiera, pero he estado mucho más dedicado a la docencia y a la edición de libros de terceros, lo que a veces es más demandante que tu propia escritura. Mientras aún pueda organizar mi horario con cierta libertad, estamos bien. De modo que nada desvíe mis deberes familiares y que disfruto mucho: ir a la verdulería los jueves en la tarde, al supermercado el sábado en la mañana o tomar una cerveza con los amigotes y ver los partidos de la U el domingo.
-Por último, ¿puedes contar algo sobre tus próximos proyectos literarios?
-Hay algunos temas dando vueltas, pero muy preliminares. Ando tras la pista de una mujer que vivió en Santiago hace mucho tiempo y que se llamaba Carmen, y de otra que conocí en la universidad y que le decían "Patty Death". Como diría un locutor de radio AM: "temas del ayer y de hoy".