Ya hablaremos de nuestra juventud
Ya hablaremos de nuestra juventud,
ya hablaremos después, muertos o vivos
con tanto tiempo encima,
con años fantasmales que no fueron los nuestros
y días que vinieron del mar y regresaron
a su profunda permanencia.
Ya hablaremos de nuestra juventud
casi olvidándola,
confundiendo las noches y sus nombres,
lo que nos fue quitado, la presencia
de una turbia batalla con los sueños.
Hablaremos sentados en los parques
como veinte años antes, como treinta años antes,
indignados del mundo,
sin recordar palabra, quiénes fuimos,
dónde creció el amor,
en qué vagas ciudades habitamos
Carta a Carlos German Belli
(Una nota a su poema 'Oh Hada Cibernética', escrito ca. 1960)
Necesitamos hoy, y más que nunca,
el auxilio de tu hada cibernética,
porque ha regresado una vez más
el invisible y 'crudo
secuaz de las hogueras'.
Él viaja por el aire del mundo
y el silencio,
el amado silencio,
lo ha traído y lo lleva
sin saberlo.
Cayó sobre nosotros como cae la noche
y parece, como ella, nacido de la nada.
Que el hada cibernética
entonces invocada
nos libere por fin de ese destino,
que para los antiguos
bien pudo ser el nombre
de la fatalidad.
. . . . . . . . . (Mayo 23, 2020)
El sueño de los días
. . . . . . . . . . . . I
Misterio tras misterio nos rodean,
así el viento y la nube,
el subir silencioso de la savia
por las ramas del árbol,
el oficio secreto de los cuerpos vivientes
o el cantar dialogante de los pájaros,
y sus apariciones
y desapariciones.
. . . . . . . . . . . . II
Y esto pudimos aprender de una vez:
la memoria
ni odia ni ama.
En su ir y venir todo lo ve,
los placeres fugaces
y los días crueles,
las tierras arrasadas.
. . . . . . . . . . . . III
Nadie quiera soñar con la muerte,
porque en ella no habrá ni una imagen
del sueño de los días.
Casi letanía
Quién buscará, quién buscará por mí,
quién, señora, buscará por nosotros,
por ti,
quién buscará la otra parte de mí,
señora de no ser más,
señora del extravío.
Cómo será, señora, verte y no verte
más, cómo será
mirar tu neblinosa
figura que se aleja
(esto lo escribo apenas),
porque estamos en mundos distintos.
Yo caigo poco a poco
en las tinieblas exteriores,
y ahora soy un hueso que flota en el espacio.
Dolor de no ver juntos…
Dolor de no ver juntos
lo que ves en tus sueños.
Escrito en abril
Hoy ha vuelto la lluvia,
esta lluvia tenaz que parece
aliada de la muerte, porque anuncia
los temores del día y las vacilaciones
del que habrá de venir, como se dice,
más temprano que tarde.
Tanto que hemos vivido en este mundo
imaginando la eternidad,
la más bella ilusión
en el vacío,
y ya no hay otro tiempo en el verbo
que el instante,
y no es sino esta lluvia cayendo
sin parar
en abril.
La despedida
A mitad de camino
a través de la niebla que cubría
carreteras fantasmas,
que no hace mucho tiempo recorríamos
con la alegría de ver árboles
apenas agitados en su diálogo
por el viento que venía de la costa cercana,
íbamos y vivíamos ahora el desconcierto
de viajar en el contrasentido
de la felicidad.
Copla
Dolor de no ver juntos
lo que ves en tus sueños
Contracopla
Regreso envejecido de los sueños
Disolución de la memoria
I
El destello de una mirada
atraviesa el paisaje
esta mirada viene de muy lejos
oscila
entre tu tiempo y el mío
II
Imágenes imágenes
panes peces
que tu mano dibuja y multiplica
yo escuchaba otras voces
mi viajera
miraba eso que ocurre entre el sueño y el cielo
y el hambre era irreal
y tú eras terrestre
III
Veíamos arder la vieja llama
eso que se renueva como cántico
o como letanía
eso que se resuelve en memoria y silencio
para volver a cántico
y la desconocida que salía de ti
separaba de golpe la tierra de las aguas
y era ella misma el cántico
y ascendía perdiéndose
Presencia del amor
El tiempo del amor es el presente
el presente que todo lo contiene
la aparición real de tu alma y tu cuerpo
lo ilusorio de ti
tu encantamiento
también tu lejanía
a veces sólo un nombre
y una voz que yo escucho claramente a mi lado
¿es un sueño es un pájaro o el rumor de una fuente?
y aunque estés o no estés
sueño y pájaro y fuente
han detenido el tiempo
como en la vieja escena
contada en una fábula.
Gran desdicha tu ausencia
que yo procuro en vano conjurar
como ves
con pobres artes de imaginación
la pequeña moneda que le es dada
al hombre solitario
que te hace vivir en su memoria
como a una gacela perdida en el bosque
y encontrada en la noche del regreso:
porque fuiste quien eres de una vez
en una hora
de esplendor no abolido.