“El lento silbido de los sables”, de Patricio Manns
Por Patricio Igor Melillanca
Santiago, Diciembre de 2010. Publicado por: IMC. Información Mapuche Chile.
melillanca@gmail.com
“El lento silbido de los sables”, es el título del nuevo libro de Patricio Manns que la editorial Catalonia comenzó a vender en las librerías chilenas recientemente. Este texto es una novela histórica acerca de la guerra de exterminio realizada por el Ejército de Chile contra el pueblo Mapuche para invadir los territorios del sur, apropiarse de los recursos naturales, y hacer desaparecer la historia, economía, cultura y cosmovisión de este pueblo indígena, jamás sometido por la corona española, y que había obtenido el reconocimiento como pueblo nación, por parte de este reino europeo.
Los hechos acontecen durante cerca de 30 años a partir de 1861 cuando el joven Orozimo Baeza se gradúa en la Escuela Militar de Santiago y es enviado a la Araucanía a ser parte de las tropas que comienzan en forma prolongada y estratégica a ocupar lugares claves de los territorios Mapuche. Su padre, un militar en retiro, le advierte que “ingresa a una guerra inmunda” y a través del relato, Patricio Manns da cuenta como los soldados del ejército chileno, sin moral ni ética alguna, matan a discreción, violan a las mujeres, niñas y niños, queman sementeras y aldeas, asesinan abusivamente, y ocupan sin compasión toda la zona mapuche desde el sur del Bío Bío al Río Toltén.
Entre los años en que Orozimbo Baeza pasa de ser Subteniente a General Comandante de la XIa. División de la guerra de Arauco, “El lento silbido de los sables”, muestra como este capitalino militar va ingresando al laberinto selvático mapuche y sus convicciones como cristiano, católico, y ético militar de la República, quedan aplastadas por las acciones y significaciones que generan las órdenes emitidas desde Santiago. Órdenes que poco a poco comienzan a ser fundamentadas ya no por la corrección institucional sino que por la locura de la muerte, el abuso, la apropiación de las tierras y recursos naturales, y la falta absoluta de respeto a las leyes militares, al sentido común y al respeto y dignidad de los derrotados. No hablar de religión, pues el capellán que acompaña a las tropas, es el más cruel y degenerado de todos.
Al militar Baeza nunca le gustó la guerra, pero la planificó y la ejecutó. Nunca le gustaron los abusos, pero obedeció órdenes de este tipo y abusó en extremo; nunca quiso violar y abusar de mujeres y niños, pero de tanto hacerlo lo llegaron a conocer como el “cecas muertas”, pues las tropas creían que quien en forma masiva fornicaba a sus víctimas, se le caían las cejas.
Orozimbo Baeza, sin embargo guarda cierto recato contra abusos desgarradores, como el cometido por el capellán militar de la tropa, que no es más ni menos que un hombre desesperado por ver sangre y lágrimas, cometer asesinatos y violaciones de niños, ya que el mandato de su Dios era la guerra, y su pensamiento y acciones las fundamentaba señalando que en la Biblia se pueden encontrar “solo batallas, lo que prueba que la guerra soluciona los conflictos del hombre, sean ellos materiales o espirituales”. Pues entonces, Orozimbo lo ejecuta fríamente y sin piedad y con esto Manns integra a la Iglesia Católica como participante activa del genocidio cometido por la naciente Republica chilena contra el Pueblo Mapuche.
En esta novela Patricio Manns ejecuta nuevamente su manera brutal de contar la historia. Sobre el eje de la “pacificación de la Araucanía”, muestra como el hombre se convierte en salvaje a través de las matanzas, el alcohol y el abuso sexual, hasta con animales. Pero también cómo a través de estas personas, retrata el comportamiento impune de las instituciones de ese momento: el ejército, el estado, la iglesia y la familia.
“Orozimbo Baeza era un General héroe de muchas botellas. Se peleó en un vasto territorio comprendido entre los ríos Bío Bío y Toltén, y la vida de este militar es la historia de esta guerra innombrable, que los historiadores se niegan a clasificar, e incluso, pretenden desconocer”, dice Patricio Manns, ya en las paginas finales de este libro que “se lee de un paraguazo” y que rompe la pacatería literaria chilenis y a través de lo brutal de los hechos, muestra uno de los pilares que sostienen la actual república y que su concreto está hecho con sangre, olvido e impunidad.
Manns agrega que, aunque los historiadores incluso tienden a desconocer los horrores e injusticias de esta guerra, “la prensa de la época había hecho suya (esta guerra) durante treinta años. Los años de duración del conflicto, con corresponsales en el frente de los campos de batalla y en las principales ciudades y villorrios donde se hallaban acantonados los ejércitos”.
Ahí en los diarios quedó escrita la historia, pero también en la tradición oral mapuche. Y recién hace algunos años ha comenzado un trabajo de nuevos historiadores e investigadores chilenos e indígenas de recuperación y fijación de lo que realmente ocurrió entre el Bío Bío y el Toltén durante la segunda mitad del siglo XIX. El libro de Manns es parte de esta nueva línea de rescritura de los hechos.
La historia la cuentan los vencedores. Pero este general de ejército termina sus páginas más en el lado de los perdedores que en el ejército vencedor jamás vencido”. Luego de treinta años en la Araucanía viaja al floreciente Santiago. Orozimbo Baeza ya está alcoholizado y para comenzar el día tiene que mojarse el guargüero con algo fuerte. Su cuerpo está deteriorado, su familia lo desconoce, y la sociedad más informada de la capital ya tiene un repudio y cuestionamiento a este avasallamiento republicano, representado en los militares. El General ha ganado todo, el ejército ha ganado todo, los empresarios han “había recibido una educación esmerada antes de su ingreso a la Escuela Militar. Fue necesario un tremendo esfuerzo para transformarlo en la bestia que encarnaba ahora “, dice el libro.
Orozimbo Baeza, el General, ganó y Orozimbo Baeza, la persona, perdió. Es por eso que se queda viviendo con su hija mapuche, que se transforma en su pareja. Ya en ese entonces Patricio Manns vuelva a su escritura de investigación histórica y relata la ocupación definitiva del territorio indígena y mientras algunas divisiones del ejército volvían a Santiago otras “se limitaban a beber alcohol, jugar a las cartas y de vez en cuando, realizar excursiones en busca de indias solitarias que vagaran hambrientas por los bordes de los caminos. Todo un proyecto de civilización, como se aprecia a simple vista, opinaban los corresponsales de guerra.
La historia de Manns continúa: A medida que la ocupación se consolidaba, el Estado comenzó a sobornar a los caciques en derrota implementado la entrega regular de sueldos para jefes indios que se unieran a las tropas del Ejército, o que impidieran los ataques contra estas. Como es lógico, escogían a los de mayor influencia y edad avanzada.
En algunos fuertes se repartió alimentos y frazadas a los Mauche trashumantes que recorrían los campos y caminos del país entregados por completo a su suerte. De una guerra defensiva, a ratos brillante, de protección a la tierra ancestral, entraban ahora a una apestosa era de mendicidad y sumisión. De la gloria de las armas pasaban al infierno del gañan desarmado y dispuesto a servir a cualquier precio a los nuevos patrones que se embarcaron en el Viejo Mundo para conquistar, mediante los servicios sin costo del ejército chileno, el suelo de uno de los pueblos más soberanos que han existido sobre la cara de la tierra”
“El lento silbido de los sables”, en definitiva, es una novela que cuenta la otra historia de los perdedores de la guerra de Arauco, paradojalmente la cuenta a través de uno de los ganadores oficiales, pero que personalmente perdió todo, y se quedó viviendo, ni en uno, n en otro lado, sino que en el limbo histórico, al interior de la línea fronteriza, que se mueve y se mueva hacia uno y otro lado, mientras pasa y pasan los años.