EL LENTO SILBIDO DE LOS SABLES
Por Alejandro Lavquén
El lento silbido de los sables (Editorial Catalonia). Patricio Manns nos entrega una novela ambientada en la región de Arauco durante la llamada –de manera eufemística- Pacificación de la Araucanía, que históricamente, fue una guerra de exterminio contra el pueblo mapuche para arrebatarles sus tierras.
En cuanto a la historia que se novela, fiel a su estilo y reafirmando su visión social de la literatura, el autor desenfunda sus argumentos con el propósito de esclarecer la distorsión de los hechos históricos. Narra la vida de Orozimbo Baeza, un joven que a instancias de su padre asume la carrera militar, siendo su destino, como teniente novato, la Décimo Primera División de Ejército, que se encontraba en territorio mapuche, entre los ríos Bío Bío y Toltén. Poco a poco la crueldad de la guerra va transformado la personalidad del joven. Esto, a pesar de los múltiples cuestionamientos que se hace a sí mismo y el desprecio, por lo menos aparente, que siente hacia la guerra. Orozimbo termina involucrándose con una mapuche –Rayén-, con la cual tiene una hija llamada Luz de Luna, a la que siendo aún adolescente convierte en su amante.
La historia se centra, fundamentalmente, en torno al quehacer cotidiano de Orozimbo Baeza durante la guerra, y en su comportamiento decadente, sobre todo en lo que se refiere a su relación con el sexo. Su personalidad es contradictoria, cruel, vengativa, criminal, alcohólica, incestuosa, difusa, pero en particular denota graves trastornos relacionados con su vida sexual y traumas familiares. Orozimbo padece una fijación enfermiza con el sexo, la que se manifiesta en acciones desquiciadas y en un lenguaje coprolálico del que hace alarde.
Patricio Manns, con el lenguaje soez y la degradación moral, con que singulariza al protagonista de su libro, pretende entregar una metáfora de la guerra de Arauco en su dimensión más degenerada y violenta, corriendo el riesgo –quizá necesario desde su punto de vista- de exagerar en las expresiones y motivaciones libidinosas del personaje central. Asunto que, en todo caso, cada lector sabrá evaluar. Por otro lado, la guerra y las necesidades que de ella surgen, dan pie para mostrarnos las relaciones que van naciendo entre invasores e indígenas. También nos muestra los problemas sociales que generó la guerra al interior de muchas familias criollas y dentro del propio ejército. Las escenas son muchas veces una especie de parodia a la vida de cuartel, al comportamiento humano en situaciones límites, retratando el choque entre dos culturas de manera brutal.
La construcción del relato es sin mayores rebuscamientos narrativos, como sucede en novelas anteriores del autor. Por ejemplo, en Buenas noches los pastores, El desorden en un cuerno de niebla y El corazón a contraluz. Acá todo sucede vertiginosamente, con diálogos breves y acciones rotundas. El desarrollo del tema se percibe urgente, con un protagonista ansioso por vivir a concho su decadencia, su impunidad. Y cuando nos referimos a impunidad, estamos hablando del ocultamiento tendencioso de una política de Estado que buscaba el exterminio del pueblo mapuche, aplicando acciones como la guerra de recursos y otras estrategias destinadas a minar la resistencia indígena. En ese sentido, libros como este son un aporte para rescatar la memoria histórica, por muy terrible que resulte leer sus páginas.