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LOS DOLORES DEL MIEMBRO FANTASMA
Patricio Manns. LOM Ediciones, 2014
Por Isabel Gómez
(Publicado en El Siglo Agosto 2014)
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Patricio Manns es, sin duda, una de las figuras más prominentes de la cultura en nuestro país. Su vasta obra literaria y musical ha calado hondo en nuestro ser interior, siendo uno de los autores nacionales con mayor dominio del lenguaje en tanto éste articule situaciones de vida que siempre están recreando la historia de nuestros pueblos, aquella que Manns conoce a cabalidad y que se ha encargado de transmitirnos desde la emoción, el sentido y la conciencia crítica, es como una suerte de magia que va hilvanando estos secretos, dolores que han dejado huella en este tránsito en donde las palabras son los ecos que afloran desde cada rincón del planeta para decirnos que la memoria bien podría ser este gran manto que cubre los dolores del miembro fantasma, como lo hace en su poema, Cantiga de la memoria rota, sin duda, uno de los textos más profundos que se hayan escrito en lengua hispana. El autor nos dice:
“El frío hace un chamanto con mi sangre/ La boca de un aullido me proclama/ La casa que me habita no me barre/ Y sobre mi extensión duerme una cama/ La puerta me golpea en busca de alguien/ La lágrima me enjuga en dos pañuelos/ Un espejo se mira en mis ultrajes/ Y hay un libro que lee en mi desvelo…”
Es indudable que la escritura es una herramienta en donde descansa la memoria de los pueblos. Manns nos dice: “El que olvida prepara su futura derrota/ hay que aprender a recordar”, y es así como nos sumerge en un viaje por los territorios de nuestra América en donde cohabitan las montañas, los ríos, las trincheras, haciendo que el paisaje habite la palabra y ésta se escenifique en una red de significados desde el cuerpo hasta lo incorpóreo del ser. “América es verde/, nos dice, Verde americano/ Y esa luz me sale de las manos/ Que son tus manos/ Y reúnen/ Esta vastedad salvaje/ De mi continente/ Que amo/ Y amo”
Muchos autores ven en el arte una forma de construcción y reconstrucción de la conciencia humana, a través de su cosmovisión el artista debe dar cuenta de las experiencias de los sujetos sociales y no entender el arte como un mero ejercicio de entretención. Estas frases nos hacen sentido cuando leemos la obra de Manns porque en su literatura el sujeto social se instala como un registro semántico que rompe los caudales del tiempo y del desamparo, especialmente en nuestra América, que lucha desde sus entrañas para tener un discurso de identidad, un acercamiento a los objetos no desde una lógica de mercado, sino más bien desde un sentido de pertenencia de una realidad y de un significante de esa realidad.
En estas páginas respiramos la historia latinoamericana y es a través de su imaginario poético donde se van tejiendo encuentros y desencuentros, miradas que van invadiendo el sentido de las cosas, especialmente hoy en que se ha instalado la cultura del cosismo, de la ausencia de sentidos, de una modernidad que en muchas ocasiones bordea el caos y el abandono, instalándose un discurso trivial, irascible, innecesario, carente de humanidad. Es allí donde se hace necesario y urgente detenernos en estas voces poéticas que son testigos vivenciales de su pueblo y su hacer, encontrando acá un espacio los obreros, campesinos, hombres y mujeres que han sido protagonistas de historias que dan cuenta de nuestro diario vivir a través de una cotidianeidad, que se nos muestra desnuda, en un mundo donde impera la lógica del dominio y del consumo, en donde los sujetos sociales son invisivilizados desde el desánimo y la soledad. Manns sabe muy bien de estas problemáticas; de ahí su preocupación por tener un discurso poético donde se le de prioridad a estos tópicos, construyendo un discurso intercultural desde las etnias, la raza, las clases sociales, entre otras. El poeta nos dice: “Cuidemos el árbol crecido en la sangre/ Porque toda flecha es hija de aquel árbol,/ Hagamos un largo collar con los huesos,/ Los sueños la espera, el destierro, las manos,/ Juntemos los mutuos rencores rugientes:/ Rujamos unidos este abecedario. Y es precisamente en este “rugido del abecedario”, en donde el significado de una obra artística adquiere mayor valor porque contempla una representación de la realidad más certera y porque su concepción del ser humano y sus respectivas relaciones con la sociedad circundante se hacen necesarias en el afán de transformar y transformarnos desde un sujeto individual a un sujeto colectivo.
Es indudable que el poeta Manns se ha ganado un espacio en la memoria literaria de nuestro país, porque su poesía trasciende nuestro imaginario como un caudal en donde la palabra se construye así misma. Manns nos invita a formar parte de esta construcción y a ser partícipes de estos hallazgos a través de la corporeidad de los sueños que respiramos cada vez que nos acercamos a su hacer poético, El nos dice: ”Téjeme una espera con muelles y mares/ Y volcanes vivos y árboles secretos./ Y pídele al mapa que te cuente un rumbo/ Para que podamos morir de regreso. Los dolores del miembro fantasma es un libro que necesariamente nos traslada hacia nosotros mismos, la invitación es a pensarnos, a reflexionar, a ser protagonistas de esta gran leyenda que se escribe en nuestra América latina.
