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CENTENARIO
Pablo Neruda en inglés:

Hallar la poesía en lo insospechado

Por Charles Simic
Aparecido en The New York Review of Books
Artes y Letras de El Mercurio. Domingo 8 de Febrero de 2004



Cuando yo era un joven poeta, el libro más valioso que tenía era una antología de poesía latinoamericana que descubrí en una librería de segunda mano de Nueva York en 1959. Publicada por primera vez bajo el sello de New Directions, se había agotado hacía mucho tiempo, de manera que ni yo ni nadie de mis amigos poetas tenía siquiera idea de su existencia. Esa antología me dio a conocer la poesía de Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Jorge Carrera Andrade, Carlos Drummond de Andrade, Vicente Huidobro, Nicolás Guillén, César Vallejo, y docenas de otros extraordinarios poetas de los que yo no había sabido hasta ese momento. Me recuerdo hojeándolo en aquella librería, cobrando consciencia de su importancia. Lo pagué rápidamente y me apuré a llegar a casa para leer sus 666 páginas esa misma noche. Fue como leer la "Canción de amor de Alfred Prufrock" por primera vez, o ver por vez primera una película de Buster Keaton, o escuchar a Thelonius Monk, o cualquier otro descubrimiento semejante. Conocía la poesía surrealista francesa, había leído a García Lorca, Mayakovsky, y Brecht, pero nunca me había topado con nada semejante a este poema de Neruda ("Walking around"), que comienza así:

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.

Había otros cuatro poemas de Neruda en la antología. Salvo uno, todos provenían de Residencia en la tierra, el libro que lo había hecho famoso en España y en América Latina cuando se publicó en 1935. El protagonista de los poemas era un personaje conocido - por lo menos desde los tiempos de Whitman y Baudelaire, quienes inventaron la poesía moderna mientras deambulaban por una ciudad y relataban las maravillas y horrores que hallaban a su paso- . Lo que me asombró de los poemas de Neruda fue la novedad de las imágenes. Eran extraordinariamente inventivas, y se sucedían con tanta rapidez que cada poema suyo era en esencia una narración hecha de comparaciones asombrosas. "Surrealismo natural" lo llamó el poeta norteamericano David St. John en un ensayo sobre ese mismo poema. Neruda tenía un audaz desdén por la continuidad lógica y las ideas convencionales acerca de lo que era apropiado. Era como alguien que asistiera a un funeral con un traje oscuro y una corbata de color chillante. En tanto que Breton y los surrealistas buscaban la poesía en el inconsciente, Neruda se procuraba un estilo. El estilo de estos poemas se asemejaba a lo que años después, en la prosa hispanoamericana, se llamaría "realismo mágico", cuyo principal rasgo era el rechazo de toda frontera entre lo real y lo imaginario. Por ende, una imagen en la que hay huesos que salen por la ventana de un hospital tenía que ser aceptada, como si el poeta hubiese dicho que había palomas en el tejado.

Por supuesto, quedé con muchas ganas de leer más poemas de Neruda. Y resultó que había otras traducciones, anteriores, de Angel Flores, H.R. Hays, y Samuel Sillen, todas agotadas y difíciles de hallar aun en bibliotecas. Finalmente, en 1961, Grove Press publicó sus Selected Poems, traducidos por Ben Belitt. De entonces a la fecha, ha habido cincuentaiún traducciones, obra de casi un centenar de traductores. Sin duda este dato debería formar parte del libro de récords de Guinness. ¿Acaso hay otro poeta extranjero que haya sido tan traducido al inglés? Acaso Rilke o García Lorca - ¡pero no! Ni siquiera se acercan a esa cifra- . ¿Y cómo nos lo explicamos? ¿Es porque Neruda es un poeta que resulta fácil de leer en un siglo en el que algunos de sus más grandes poetas son casi impenetrables? Podría ser que una película muy exitosa de 1995, Il Postino, acerca de la amistad entre Neruda y un modesto cartero durante su estancia en Italia, haya tentado a los editores, que normalmente esperan perder hasta la camisa cuando se trata de publicar poesía traducida.

Vida

Neruda nació bajo el nombre de Neftalí Ricardo Reyes Basoalto el 12 de julio de 1904, en la ciudad de Parral, en el sur de Chile. Su padre era ferrocarrilero y su madre, que era maestra de escuela, murió de tuberculosis poco después de que él nació. Eran pobres. El padre volvió a casarse y se mudaron a un pequeño pueblo, Temuco, donde Neruda pasó su niñez y juventud y conoció a la poeta Gabriela Mistral, quien lo animó a escribir. En recuerdo del decimonónico poeta checo Jan Neruda, empezó a utilizar el nombre de Pablo Neruda, para así evitar conflictos con su padre que, como todos, se oponía a que su hijo se convirtiera en un poeta. Todavía estudiaba francés en la Universidad de Chile, en Santiago, cuando publicó su primer libro de poemas, Crepusculario, en 1923. Luego siguió Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1923-1924), que le valió ser famoso allende las fronteras de Chile. En 1927, a los veintitrés años de edad, Neruda ingresó al servicio diplomático y fue enviado a Burma para desempeñarse como cónsul en Rangoon. Ese nombramiento fue seguido por puestos en Ceylán, Java, Singapur, Buenos Aires, Barcelona y, en 1935, Madrid, donde conoció a García Lorca, Rafael Alberti, Jorge Guillén y otros poetas españoles que ya habían encomiado su poesía.

La Guerra Civil española y el asesinato de Federico García Lorca radicalizaron sus posiciones políticas. "Venid y ved la sangre en las calles", escribió en un poema. Tomó partido por los republicanos y renunció a su puesto. Con frecuencia cada vez mayor, las cosas que escribía se referían a asuntos de la hora. Después de un cambio de régimen en Chile, retomó su carrera diplomática en Ciudad de México. En 1945 ingresó al Partido Comunista y fue elegido para el cargo de Senador. Al poco tiempo, se vio envuelto en problemas. En un artículo publicado en un periódico en Caracas atacó al Presidente González Videla por su política represiva contra los miembros del Partido Comunista. Neruda tuvo que pasar a la clandestinidad y, tiempo después, al exilio. Viajó a la Union Soviética y a otros países comunistas en los que fue recibido como huésped de honor. En sus artículos hablaba de la verdad y la justicia que encontraba en ellos, de los triunfos y logros sin paralelo del pueblo soviético, y a la vez que parecía olvidar que la rebelión es el alma de la poesía, elogiaba Mayakovsky por ser el primero en incorporar en sus
poemas las ideas del Partido.

Los viajes de Neruda tras la Cortina de Hierro dieron como resultado un libro: Las uvas y el viento, que lo hizo acreedor al primer Premio Stalin de la Paz en 1953. Recuerdo mencionar el nombre de Neruda a unos poetas de Europa Oriental en los años sesenta y quedarme sorprendido por la violencia de su reacción. Lo consideraban un oportunista desvergonzado y se negaban a dar cabida a la posibilidad de que también fuera un gran poeta. Pero por ingenuo o deshonesto que haya sido con respecto a Rusia, los numerosos pronunciamientos de Neruda sobre la lucha por la justicia social en Chile y en el resto de Hispanoamérica, que él conocía muy bien, fueron otra cosa. He aquí lo que escribió en 1952: "Los gobernantes, con pocas excepciones, se han ensañado con el pueblo de Chile y han reprimido con ferocidad los movimientos populares. Han obedecido a decretos de casta o a mandatos de intereses extranjeros. Desde la matanza de Iquique hasta el campo de muerte erigido en Pisagua por González Videla, es ésta una historia larga y cruel. Contra el pueblo, es decir, contra la patria, se practica una guerra permanente. Tortura policial, garrotazo y sablazo, estado de sitio, la marina y el ejército, barcos de guerra, aviones y tanques: estos elementos no los usan los gobernantes de Chile para defender el salitre o el cobre contra los piratas del exterior, no, estos son elementos de la cruenta batalla contra Chile. La cárcel, el destierro o la muerte son medidas de 'orden' y los gobernantes que cumplen acciones de sangre contra sus compatriotas son pagados con un viaje a Washington, condecorados en alguna universidad norteamericana. Se trata simplemente de una política colonial".

Neruda recibió el Premio Nobel de Literatura en 1971. Había hecho su casa en Isla Negra, pero viajaba constantemente. Yo asistí a una lectura suya en el Poetry Center de la YMCA en la calle 92, en Nueva York, en junio de 1966. El auditorio estaba repleto. Neruda subió al escenario y leyó un poema de Whitman. Eso le gustó mucho al público, según recuerdo. Sus cuatro traductores norteamericanos se alternaron para leer sus poemas en inglés y luego él leía en español. A diferencia de los poetas rusos que gritaban o cantaban sus versos, el recitaba de una manera muy monótona. Mis conocimientos de español son mínimos, pero como me sabía de memoria las traducciones de los poemas que él decía, me sentía inmensamente conmovido. Al día siguiente me pegué a un grupo de poetas mayores que habían quedado en almorzar con él en la terraza de una pizzería en el Village. Nos dejó encantados a todos. Habló una vez más sobre Whitman y lo mucho que su obra significaba para él.

Neruda murió de leucemia [en realidad, murió de cancer. Ver entrevista en E 4] en Santiago el 23 de septiembre de 1973. Se dice que probablemente su muerte fue precipitada por el asesinato del Presidente Salvador Allende y por el terror que siguió al golpe militar conducido por el general Pinochet. Dejó tras de sí casi cuatro mil páginas de poesía. Alguna vez afirmó que quería "una poesía impura como un traje, como un cuerpo, con manchas de nutrición y actitudes vergonzosas, con arrugas, observaciones, sueños, vigilias, profecías, declaraciones de amor y odio, bestias, sacudidas, idilios, creencias políticas, negaciones, dudas, afirmaciones, impuestos". Y eso fue lo que hizo.

El libro

The Poetry of Pablo Neruda se anuncia como la más extensa muestra de traducciones en un solo volumen disponible en lengua inglesa. Y sin duda lo es. Con casi mil páginas reunidas y prologadas por Ilan Stavans -quien además entrega una amplia bibliografía y una serie de notas sobre cada libro individual- , contiene casi seiscientos poemas elegidos de casi todos sus libros en traducciones viejas y nuevas hechas por treinta y siete traductores, entre ellos algunos poetas norteamericanos muy reconocidos. Un buen número de los poemas también aparece impreso en español, y en algunos casos el editor ofrece más de una versión del mismo poema. Finalmente, en la última sección del libro, el editor ha invitado a catorce poetas para que elijan uno o más de sus poemas favoritos y realicen una nueva versión al inglés. Destaca la versión que hace W. S. Merwin del poema XX de los Veinte poemas de amor y una canción desesperada. En el curso de los ochenta años que han transcurrido desde su publicación, ese libro ha sido traducido a muchos idiomas y ha vendido millones de ejemplares. Al comienzo, los lectores y críticos se escandalizaban. Había demasiadas referencias sexuales en los poemas. Elogiar el amor como un ideal o ser sentimental estaba bien - existía una gran cantidad de antecedentes- , pero no el glorificar lo que los amantes hacían en la cama. Para Neruda -como para Octavio Paz- el acto poético y el acto sexual están vinculados. No puede haber erotismo sin la participación de la imaginación. La poesía y el erotismo hacen palpables los fantasmas de nuestro deseo. En 1959 Neruda publicó Cien sonetos de amor. Es posible que no haya creído en Dios, pero algunos de esos poemas lo muestran como un blasfemo experto. Habla del cuerpo de su amada como si fuese un alma y de su alma como si fuera su cuerpo. Alguna vez uno de los amigos de Neruda dijo: "No concebía la existencia sin un estado de amor permanente. Las personas solitarias le intrigaban, le resultaban incomprensibles".

Otra versión que destaca es la hecha por Martín Espada de un poema perteneciente al Canto General (1950), el ciclo épico de trescientos veinte poemas que relata la historia de América Latina -su conquista, sus libertadores, dictadores, opresores y traidores- a través de múltiples narradores y una diversidad de estilos poéticos que van de lo lírico a lo dramático. Los héroes son hombres y mujeres comunes y corrientes. Neruda ha abandonado su antiguo personaje poético. Se ha convertido en el poeta de una comunidad mucho más amplia, y la nueva conciencia que manifiesta en el mencionado poema proviene de un sentimiento de solidaridad con todos aquellos que no pueden hablar.

"Estoy convencido de que para el poeta es una obligación honrosa defender al pueblo, al pobre y al explotado", escribió en el prefacio a la edición de sus obras en portugués. Pero por admirable que esto nos suene, históricamente apenas tiene algo de cierto lo que Neruda dice. Es indudable que esa fue la pasión que impulsó muchos de sus poemas. Sin embargo, los amargos poemas de los dos primeros tomos de Residencia en la tierra, que él mismo denunció después de convertirse en miembro del Partido Comunista, y que incluso trató de evitar que se reimprimieran y tradujeran, forman una de las colecciones de poemas más originales que se hayan publicado en el siglo pasado. E igualmente acreedores de elogio incondicional me parecen los doce poemas místicos de "Alturas de Machu Picchu", del Canto General, los tres libros de Odas elementales (1952-1957), y los poemas de Estravagario (1957-1958).

Neruda empezó a escribir odas para un periódico, dirigiéndose a lectores que comúnmente no leen, o a los que no les gusta la poesía. Como corresponde, el lenguaje que emplea es simple al igual que el asunto. Hay odas a la pereza, al vino, a una cebolla, a la sal, a un tomate, a la sandía, a un castaño derribado, a un colibrí, una gaviota, una bicicleta, un reloj de pulso, un par de calcetines de lana y a muchos otros objetos sobre los que uno no esperaría que alguien escribiese un poema. Cada oda es una inmersión en el presente, un diálogo afable entre lo que el poeta mira y lo que imagina. Incluso hay una suerte de moraleja al final de cada una, un consejo planteado como un acertijo sobre los usos prácticos del objeto elogiado y un recordatorio de su belleza. También Estravagario es un libro de poemas ocasionales y caprichosos sobre todo tipo de asuntos, desde ver dormir a un gato hasta recibir consejos para hacer ejercicio. En este libro, Neruda rompe su propia regla de que la poesía debe tener una función social y en vez de ello deja un registro íntimo de los acontecimientos de su vida.

Lugares insospechados

Como es dable esperar de una obra que quiere ser tan incluyente, The Poetry of Pablo Neruda es un libro disparejo. Hay traducciones de gran calidad hechas por John Felstiner, Margaret Sayers Peden, Jack Schmitt, Greg Simon, Alastair Reid, y una docena de poetas más, junto a muchas francamente mediocres. Carezco de calificaciones para juzgar la exactitud de cada traducción, pero en muchos casos puedo juzgar su calidad como poemas dado que existen versiones anteriores de los mismos poemas que me parecen muy superiores a las que encontramos aquí. Por ejemplo, ninguna de las dos versiones de "Walking Around" que hay en este libro me parece tan buena como la de H. R. Hays que leí en la antología que mencioné al principio, o como la que hace años hizo W. S. Merwin. En los peores casos, las traducciones no alcanzan la amplitud estilística ni el ingenio verbal de los originales, y hacen que Neruda suene como una especie de Carl Sandburg chileno.

A veces la elección de poemas es discutible. Para hacer que el libro sea representativo del conjunto de la obra de Neruda, Stavans ha dejado fuera algunos poemas muy conocidos y ha incluido muchos que son cuestionables. Por ejemplo, los poemas sobre el sitio de Stalingrado y la llegada del Ejército Rojo a las puertas de Prusia pueden tener un valor documental, pero carecen de valor en otro sentido. Lo mismo puede decirse de un buen número de poemas del ciclo "Que se levante el leñador".

El problema con los poemas comunistas de Neruda es que son idénticos a incontables poemas escritos en aquellos años desde la China hasta la Patagonia. La rebelión es una de las tradiciones de la poesía, pero también lo es el elogiar la buena voluntad y la sabiduría semidivina de algún matón. Sin embargo, no quiero dejar la impresión de que condeno todos sus poemas políticos. Cuando tronaba contra la tiranía y la injusticia y se burlaba de ellas era un poeta magnífico. Mientras que los editores de antaño procuraban incluir solamente lo mejor de su obra e ignoraban el resto, The Poetry of Pablo Neruda ensaya una aproximación diferente. Por ejemplo, en este libro se dedican más de trescientas páginas a los poemas que escribió en la última década de su vida, cuando cincuenta páginas habrían sido suficientes. Creo que hasta el más devoto lector de Neruda acabará sintiéndose fatigado. Con frecuencia, los últimos poemas son reiterativos y acusan cierta artificialidad a medida que Neruda recicla la retórica y la imaginería de sus primeros poemas. Por supuesto, sabemos que ningún poeta, por grande que sea, puede tener un libro de esta magnitud sin que se registre una pérdida de calidad.

Neruda tenía una extraordinaria habilidad para escribir sobre casi cualquier cosa. Por una serie de razones, políticas o programáticas, con frecuencia se convencía a sí mismo de que era necesario hacerlo. No obstante, en mi opinión es un poeta mucho más original cuando no partía de una idea específica, cuando el poema surgía de la sopa de pescado que estaba comiendo. Cualquier cosa cercana, perfectamente familiar y sin embargo nunca plenamente advertida en su peculiaridad hacía que su imaginación se pusiera en marcha.

¿Pueden ver cuán interesantes son las alcachofas?, parece decir el poema en que habla sobre ellas. Para Neruda casi todo lo que existe merece igual reverencia y puede convertirse en asunto de la poesía. Muchos poetas - incluyendo a Whitman- han pensado de manera similar. Ronsard escribió una oda a su cama y William Carlos Williams otra a una carretilla roja y a unas gallinas. A pesar de ello, no puedo pensar en otro poeta capaz de hallar poesía en tantos lugares insospechados de manera tan frecuente como Neruda.

Eso es lo que hace que cualquier libro suyo resulte impredecible. Justo cuando uno cree que lo tiene identificado, salta con una sorpresa.

He aquí, por ejemplo, el comienzo de un poema titulado "Oda a un cine de pueblo":

Amor mío, /vamos / al cine del pueblito.// La noche transparente / gira / como un molino / mudo, elaborando /estrellas. // Tú y yo entramos / al cine / del pueblo, lleno de niños / y aroma de manzanas. / Son las antiguas cintas, / los / sueños ya gastados. / La pantalla ya tiene / color de piedra o lluvias. / La bella prisionera / del villano / tiene ojos de laguna / y voz de cisne, / corren / los más vertiginosos / caballos / de la tierra. // Los vaqueros / perforan / con sus tiros / la peligrosa luna / de Arizona...

Si leer esto les deleita tanto como a mí y quieren leer más, es probable que The Poetry of Pablo Neruda sea un libro para ustedes.


*Traducción de Rafael Vargas.



ILAN STAVANS (EDITOR)
"The Poetry of Pablo Neruda"
Editorial Farrar, Strauss and Giroux, New York
2003, 996 págs.

 

 

 

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