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Ocultos e inéditos
Los poemas que traen de vuelta a Neruda
Tus pies toco en la sombra y otros poemas inéditos. Seix Barral, 128 págs. Santiago 2014

Por Roberto Careaga C.
Publicado en Revista de Libros de El Mercurio, 26 de Octubre de 2014




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Empieza 1973 y Pablo Neruda no se levanta de la cama. Está cansado, está enfermo. El cáncer lo acorrala. Es un gigante entrando en su último año. En febrero va a renunciar oficialmente a la Embajada de Francia, para quemar sus últimos cartuchos defendiendo el gobierno de la Unidad Popular desde Isla Negra. Incluso volverá a la poesía política, con "Incitación al Nixonicidio". Vive dando discursos, recibiendo invitados, también entrando y saliendo de hospitales. Trabaja simultáneamente en siete libros a la vez. El 10 de enero, mientras una dolencia a la cadera le impide levantarse, abre un cuaderno universitario y usando su clásica tinta verde escribe un poema que también es una descarga ante el sinfín de solicitudes que recibe: "Vivo temblando de que no me llamen o me los llamen idiotas", se lee en lo que parece una oda invertida al teléfono. El poema en que Neruda dice haberse entregado "a las degradaciones del teléfono" y convertido en un "telefante sagrado", originalmente iba a ser el primero del libro "Defectos escogidos". Ese parece haber sido su plan al situarlo al inicio del grupo de textos que dan forma al libro y que están acompañados de una nota con el título y la fecha. Su viuda, Matilde Urrutia, sumó otra nota en la esquina superior izquierda del cuaderno: "Revisado". Sin embargo, cuando en 1974 editorial Losada publicó el volumen, el poema no estaba. No hubo razones, salvo una ausencia muda. Nadie supo de su existencia. Pero el poema no desapareció.

Cuarenta años después, el director de los archivos de la Fundación Pablo Neruda, Darío Oses, inició una completa revisión y catalogación de todos los papeles que guardan del poeta. Son alrededor de cinco mil páginas, entre manuscritos y mecanografiados, que permiten reconstruir el camino de enmiendas de prácticamente todos los poemas de Neruda hasta llegar al libro, desde inicios de los 50 hasta su muerte. Trabajaron entre 2011 y 2014. "No estábamos buceando en busca de algo, pero empezaron a aparecer algunos poemas que no estaban en ningún libro", cuenta Oses. Algunos estaban explícitamente tarjados por el poeta, algunos eran meros borradores, otros eran poemas corregidos y terminados. En ese grupo estaba el que iba abrir "Defectos escogidos", su embestida contra el teléfono.

El hallazgo se hizo público a mediados de junio pasado: cuatro décadas después de su muerte, se encontraban 21 poemas inéditos de Neruda. Después de años en que nerudólogos y coleccionistas han rastreado el mundo buscando notas, autógrafos, dedicatorias, lo que sea que provenga del puño y la letra del poeta, en su archivo oficial estaba el mayor tesoro de textos desconocidos. Y siguiendo la profecía del autor —"cuando me muera publicarán hasta mis calcetines"—, ese conjunto está por llegar a librerías bajo el título de "Tus pies toco en las sombras y otros poemas inéditos". Tendrá su lanzamiento el 7 de noviembre en la  Feria del Libro de Santiago.


El origen disperso

Escritos entre 1952 y 1973, la mayoría de estos poemas se enmarcan en el impulso que llevó a Neruda a escribir las odas, que distribuyó en cuatro libros entre 1954 y 1959, pero también podrían conectarse con los períodos de escritura de libros como "Memorial de Isla Negra". "Cantos ceremoniales" o "Defectos escogidos". Seis de los 21 son románticos, casi todos con Matilde como inspiración, y dentro de ellos destaca un texto exuberante y épico (el poema 4), aparentemente escrito en 1964, que al mismo tiempo es una declaración de amor y un recuento de un siglo de revoluciones, viajes y guerras. Es "sin duda el más valioso de todos", en palabras del editor del volumen, Pere Gimferrer.

"No hay en absoluto nada de Neruda que no tenga valor. Aquí hay grandes poemas", dice Gimferrer al teléfono desde España. Poeta y lector del vate chileno desde hace décadas, el editor de Seix Barral asegura que el hallazgo es "llamativo, pero no sorprendente: es muy normal que en autores que escriben tanto y mueren repentinamente queden textos inéditos en el tintero". Su teoría es que el poeta eventualmente se iba a hacer cargo de ellos: "Como no creo que se traspapelaran, porque en tal caso no habrían aparecido al final, simplemente los dejó de lado para ver más adelante qué hacía con ellos", apuesta.

Oses prefiere no arriesgar ninguna teoría, pero también cree que "por algo" estos poemas permanecían en su archivo en vez de haberse ido a la basura. Y si nadie los vio, dice, fue sencillamente porque nadie nunca buscó con el detallismo de ellos: "Como dice Borges, el mejor lugar para esconder un libro es entre muchos otros libros. Es como un grano de arena en medio de la arena. Además, los poemas se mimetizan muy bien con el resto de su obra porque no hay temas nuevos", asegura Oses. Y cuenta que aún lee y relee libros y antologías de Neruda para despejar cualquier posibilidad de que, en realidad, no se trate de inéditos.

A veces, Oses cree encontrar algo, pero son versiones de un mismo tema. Como el poema "A las Andes", probablemente escrito entre 1952 y1954 en la casa de Los Guindos, que está directamente conectado con "Oda a la cordillera andina", de "Nuevas odas elementales". El poema número 20 del libro, en torno a los primeros viajes del hombre al espacio, parece el reverso esperanzador de "El perezoso", de "Extravagario", donde plantea un oscuro futuro para la Luna tras la llegada de astronautas. Oses hace más cruces: el poema 16 ("Días de primavera") está en la línea de otros tres poemas que escribió sobre la primavera, incluida una oda, y el 18 ("Regresa al fuego fogonero") es similar en la estructura con "El llanto", de "Las manos del día".

Consejos y más inéditos

"No creo en los consejos y menos en la recetas literarias", decía Neruda en una entrevista en Francia en 1966 y, de hecho, nunca escribió ninguna carta a escritores jóvenes ni nada por el estilo. Eso se creía. En el hallazgo, hay un poema, el número 7, en que el poeta se encuentra de improviso con él mismo, pero cuando era un joven recién llegado del sur. Entonces, le larga una recomendación: "muchacho / hay que ser en la vida / buen fogonero, /honrado fogonero, / no te metas / a presumir de pluma, / de argonauta, / de cisne, / de trapecista entre las frases altas / y el redondo vacío, /tu obligación / es de carbón y fuego, tienes / que ensuciarte las manos / con aceite quemado, / con humo / de caldera, / lavarte, / ponerte traje nuevo / y entonces / capaz del cielo puedes / preocuparte del lirio, / usar el azahar y la paloma, / llegar a ser radiante, / sin olvidar tu condición de olvidado, / de negro, / sin olvidar los tuyos / ni la tierra, / endurécete / camina / por las piedras agudas  y regresa".

Aunque el poema no está fechado, fue encontrado en una caja con manuscritos de varios poemas, principalmente de odas. Otros textos, cuenta Oses, están en hojas sueltas, cuadernos, blocs de notas, páginas mecanografiadas, etc. Hay dos soportes llamativos: un menú y un programa musical. Mientras vuela entre Recife y Río de Janeiro, el 29 de Diciembre de 1952, Neruda vuelve a declarar su amor a Matilde en un poema que escribe en la cuartilla de un menú. También está viajando cuando recurre al programa: va hacia Europa a bordo del transatlántico "Augustus", de Italian Line, cuando anota un poema sobre los muertos que termina así: "Sin embargo, según entiendo / el corazón es una hoja / el viento la hace palpitar". Son las huellas de un grafómano. De un hombre que, como si fuera una ley, escribía todos los días, a veces más de un poema. Por supuesto, se repite. En ese sentido, Oses plantea que menos que abrir nuevas vetas para leer a Neruda, "Tus pies toco en las sombras y otros poemas inéditos" permite volver a descubrir al Nobel chileno. "Es un aporte más a lo que son los grandes temas de Neruda. Una posibilidad de releer el gran poema cíclico que él estuvo escribiendo", asegura. Publicado este libro, otro parece venir en camino. En el trabajo de catalogación del archivo también fueron detectadas prosas inéditas de Neruda. Gimferrer dice que, entre ellas, se cuentan conferencias perdidas y, más interesante, textos que originalmente habrían estado destinados a "Confieso que he vivido", las memorias póstumas que fue ensamblado finalmente por Matilde Urrutia y que quedó inconcluso. "Ya veremos qué se hace con esas prosas. Podrían ser la fuente de otro libro. Es un material considerable que complementaría sus memorias", adelanta Gimferrer.

 

 

 

Poema 19

Del incomunicado,
del ignorante hostil que yo fui siempre
desde antes de nacer, entre el orgullo
y el terror de vivir sin ser amado,
pasé a darle la mano a todo el mundo
y me dejé telefonear sin ganas
al principio, aceptando
una voz un alámbrico consejo,
una metálica comunicación
hasta que ya me fui de mí yo mismo
y levantando como ante un revólver
los brazos, me entregué
a las degradaciones del teléfono.
Yo que me fui con tacto singular
alejando de claras oficinas,
de ofensivos palacios industriales
solo de ver un aparato negro
que aun silencioso me insultaba,
yo, poeta torpe como pato de tierra,
fui corrompiéndome hasta conceder
mi oreja superior (que consagré
con inocencia a pájaros y música)
a una prostitución de cada día,
enchufando al oído el enemigo
que se fue apoderando de mi ser.
Pasé a ser telefín, telefonino,
telefante sagrado,
me prosternaba cuando la espantosa
campanilla del déspota pedía
mi atención, mis orejas y mi sangre,
cuando una voz equivocadamente
preguntaba por técnicos o putas,
o era un pariente que yo detestaba
una tía olvidada, inaceptable,
un Premio Nacional alcoholista
que a toda costa quería pegarme
o una actriz tan azul y almibarada
que quería violarme, seducirme
empleando un teléfono rosado
He cambiado de ropa, de costumbres,
soy solamente orejas,
vivo temblando de que no me llamen
o que no me llamen los idiotas,
mi ansiedad resistió medicamentos,
doctores, sacerdotes, estadistas,
talvez estoy convirtiéndome en teléfono,
e instrumento abominable y negro
por donde comuniquen los demás
el desprecio que me consagrarán
cuando yo ya no sirva para nada
es decir para que hablen
a través de mi cuerpo las avispas.

 

Poema 18 

Regresa de su fuego el fogonero,
de su estrella el astrónomo,
de su pasión funesta el hechizado,
del número millón el ambicioso,
de la noche naval el marinero,
el poeta regresa de la espuma,
el soldado del miedo,
el pescador del corazón mojado,
la madre de la fiebre de Juanito,
el ladrón de su vértice nocturno,
el ingeniero de su rosa fría,
el indio de sus hambres,
el juez de estar cansado y no saber,
el envidioso de sus sufrimientos,
la bailarina de sus pies cansados,
el arquitecto del piso tres mil,
el faraón de su décima vida,
la prostituta de su traje falso,
el héroe regresa del olvido,
el pobre de un solo día menos,
el cirujano de mirar la muerte,
el boxeador de su triste contrato,
alguien regresa de la geometría,
vuelve el explorador de su infinito,
la cocinera de los platos sucios,
el novelista de una red amarga,
el cazador apaga el fuego y vuelve,
la adúltera del cielo y la zozobra,
el profesor de una copa de vino,
el intrigante de su puñalada,
el jardinero ha cerrado su rosa,
el tabernero apaga sus licores,
el presidiario anuda su alegato,
el carnicero se lavó las manos,
la monja canceló sus oraciones,
el minero su túnel resbaloso,
y como todos ellos me desnudo,
hago en la noche de todos los hombres
una pequeña noche para mí,
se acerca mi mujer, se hace el silencio
y el sueño vuelve a dar la vuelta al
mundo.

 

Poema 4
(fragmento)

Qué entrego a tu mano de oro la hoja de otoño que canta
o vas tú repartiendo ceniza en los ojos del cielo
o a ti te rindió la manzano su luz olorosa
o tú decidiste el color del océano en complicidad con la
ola?
Ha sido la ley de la lluvia cambiar la sustancia
del llanto, caer y elevar, educar el amargo silencio
con lanzas que el viento y el tiempo transforman en
hojas y aromas
y se sabe que el día entusiasta corriendo en su carro de trigo
es un movimiento florido de un sido de sombro en el mundo
y yo me pregunto si tú no trabajas tejiendo el estaño secreto
del blanco navío que cruza la noche nocturna
o si de tu sangre minúscula no nace el color del durazno
si no son tus manos profundas las que hacen que fluyan los ríos
si no hacen tus ojos abiertos en medio del cielo en verano
que caiga del sol a lo tierra su espada amarilla
Entonces recorre su rayo cruzando tu copa incitante
arenas, corolas, volcanes, jazmines, desiertos, raíces
y lleva tu esencia a los huevos del bosque, a la rosa furiosa
de los abejorros, avispas, leones, serpientes, halcones
y muerden y pican y clavan y rompen tus ojos llorando
pues tu semilla en la tierra, tu ovario impetuoso
el que repartió por la tierra la lengua de sol iracundo.
Reposa tu pura cadera y el arco de flechas mojadas
extiende en la noche los pétalos que forman tu forma
que suben tus piernas de arcillo el silencio y su clara escalera
peldaño a peldaño volando conmigo en el sueño
yo siento que asciendes entonces al árbol sombrío que
canta en la sombra
Oscura es lo noche del mundo sin ti amada mía,
y apenas diviso el origen, apenas comprendo el idioma,
con dificultades descifro las hojas de los eucaliptos.

 

 

 



 

 

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