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Una aproximación a “El Ajedrecista de Hitler”, de Persus Nibaes (Amazon 2019).

Por Mauricio González Díaz



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La novela está compuesta por 24 capítulos, los cuales se organizan en distintas voces narrativas que entretejen un artefacto literario como un texto histórico. La obra se inicia con un narrador en tercera persona que se caracteriza por un saber histórico, particularmente aquellos hechos que tienen que ver con el poblamiento europeo en el sur de Chile y los efectos del cruce cultural con los habitantes ancestrales de este territorio, y acontecimientos y personajes de la Segunda Guerra Mundial.

Esta voz nos relata la historia de Karl, un niño de 5 años hijo de colonos alemanes residentes en Osorno que descubre el juego del ajedrez, mientras su padre Otto Dunken platica de negocios y contingencia de la época con el ingeniero agrónomo Adolfo Matthei, quienes exponen sus ideas de progreso y civilizar a la barbarie, cuya filiación ideológica al nacionalsocialismo los hacía estar al pendiente de los vicisitudes del Führer y su partido en el viejo continente. En estas interacciones, el narrador, desde el primer capítulo “En Osorno flameaba la bandera nazi”, introduce su perspectiva cultural con respecto al encuentro de estos dos mundos. Cito: “De esta manera las comunidades mapuche-huilliche aledañas a ciudades como Osorno y Valdivia, fueron desplazadas y su población transformada en peones de grandes latifundios que fueron entregados a los nuevos propietarios de las tierras. Obviamente, con el cambio en el uso del suelo, cambio el paisaje” (4). Al cambiar el paisaje, cambia la orientación de la mirada. La quema provocada del bosque y la frondosidad genera una predominancia en la mirada horizontal -pensamiento decimonónico- adelante y atrás, avanzar y retroceder; en cambio la mirada inmersa en la naturaleza natural, nos invita a la verticalidad, contemplar el silencio; arriba y abajo. En este sentido, el narrador al incorporar sus apreciaciones, más las toponimias y otros elementos históricos, nos invita a problematizar la interculturalidad de un territorio específico.

Luego en el capítulo “Cuidado con la ideología”, el narrador relata el segundo encuentro ajedrecístico entre Karl y Alexander Alekhine, este último considerado uno de los más grandes ajedrecistas y campeón mundial en el tiempo de la historia que se nos cuenta. Mientras que el joven prodigio de ya 15 años, residente ahora en Alemania, Hamburgo exactamente  quien forma parte de las juventudes hitlerianas, gracias a su habilidad en el tablero es capaz de vencer al campeón mundial (por primera vez), pero no es capaz de descifrar la realidad de la guerra como si fuese un tablero de ajedrez, por ello su incomprensión de las palabras del maestro una vez terminada la partida;

“eso le quería comentar, estimado jovencito, usted es el futuro número uno del mundo, tenga cuidado, sobre usted va a ser depositado un peso enorme, no me gustaría estar en su lugar siendo tan joven. Esta corona de número uno del mundo, es una corona muy pesada de llevar y, a veces, toda esa ideología en el brazo, se puede ir en contra suyo, tenga cuidado. A veces la juventud no lo deja a uno ver bien el tablero. No sé si usted comprende lo que le intento decir: usted es muy joven. —agregó Alekhine en alemán con acento ruso, mientras observaba los jardines del palacio en Praga, los que eran hermosos e imponentes, iluminados a la distancia  en una serenidad de penumbra”.( 96)

Toda exageración ideológica genera una parcialidad en la visión del mundo, obnubila la capacidad de ver lo otro, caminar desde la otra orilla y poder entender la realidad; algo muy parecido a lo que nos está sucediendo hoy a los chilenos (a partir del 18 de octubre de 2019, solo se gatilló lo que estaba reverberando en el subsuelo del silencio e injusticia social), pues un sector que vive los privilegios del neoliberalismo, no empatiza con los efectos laminadores que este provoca en otro sector más amplio de la sociedad. Algo así también le sucedió al joven Karl, quien a sus inexpertos 15 años y en la efervescencia de pertenecer a una ideología materializada en su adscripción a las juventudes nazis, a pesar de su inteligencia brillante, no pudo con la ideología, situación que se nos advierte con el título del capítulo. En esta parte, conociendo el desenlace de la historia podemos avizorar cuál será el final del joven ajedrecista de Hitler.

Relacionado a esta historia, el narrador alude a otros personajes que tuvieron una existencia histórica (además del ajedrecista ya mencionado), como Karlrobert, joven pianista asesinado por los nazis, juzgado por terrorismo y alta traición, cuyo maestro Claudio Arrau escribiera: "Kreiten Karlrobert fue de los talentos musicales más grandes que encontré en mi vida. Si el régimen nazi no lo hubiera ahorcado, hubiera sido, sin duda, uno de los más grandes pianistas alemanes". De quien se narra la amistad que forjo con Karl y cómo fue asesinado brutalmente por la Gestapo frente a sus familiares, maestro, amigos y público después de haber terminado un concierto. Fritz Todt otro personaje histórico, político e ingeniero alemán considerado un héroe de la Primera Guerra Mundial y principal responsable de la política de infraestructuras y fortificaciones de la Alemania nazi, del cual se narra su acalorada discusión que tuvo con Hiltler y su posterior asesinato. En este sentido, el discurso literario se nutre de elementos históricos provocando una oscilación narrativa entre lo ficticio y lo real, lo verídico y lo verosímil, que construye un tramado novelesco proporcionando nuevas interpretaciones de los acontecimientos y por ende nuevas significaciones; pues el lenguaje además de construir nuevas representaciones de la realidad le otorga su sentido de ser.

Otro aspecto que destaco de la novela y genera una lectura dinámica y atractiva de esta, es el uso de diversos registros narrativos como el narrador en primera persona y las tres misivas. El narrador es autobiográfico, pues existe identidad entre el autor, el narrador y el personaje, el cual nos narra predominantemente desde una perspectiva retrospectiva su historia a partir de su adolescencia en Bariloche, donde cuenta sus quehaceres, interacciones, gustos musicales, aficiones literarias, elucubraciones y alude (en el capítulo “era Nazi”) a la temática que relaciona y articula su historia particular con elementos de la segunda Guerra mundial, específicamente el tema de los nazi en la Patagonia. También es recurrente el uso de saltos temporales al futuro - como especies de digresiones de la memoria del relato – en las que confronta su experiencia entre un antes y después. Así, la escritura autobiográfica, como dice Miraux cumple dos funciones: “volviéndose hacia el pasado, describe los episodios pasados de una vida rica en acontecimientos y en relaciones. Volcada hacia el porvenir, se basa en la singularidad de las experiencia vividas para proponer interpretaciones del mundo y enfoques ampliados y nuevos de las sociedades humanas” (Miraux: 2005, p. 48).

En este caso, el narrador en el capítulo “La conspiración” postula la idea de que los nazis habían escapado al sur y no habían muerto en Alemania con el fin de la guerra. Para sustentar este punto de vista el narrador emplea diversos recursos: cuenta la experiencia que tuvo en su adolescencia mientras trabajaba con su tío en el hotel, quien le cuenta que el padre del dueño era un nazi que se había escapado; realiza una serie de preguntas retóricas que invitan a la reflexión del lector; se refiere a una serie de autores que tratan el tema nazi en América; alude a su formación académica y cómo el tema es recurrente; incorpora diálogos con otros personaje, como Eduardo, quien cuenta la historia de un tal Juan Keller, que en realidad se dice que era Martin Bormann, líder del partido nazi alemán, del cual existen teorías que murió en Sudamérica, luego incorpora los diálogos con la amiga alemana; hallazgos en algunas antigüedades encontradas en Jena, Alemania. En fin, la concatenación de recursos empleados sirve como argumentos para defender; “ (…) la idea de que detrás de toda esta guerra había un gran complot, que todo era un negocio (46), (…) que las guerras mundiales fueron grandes complots internacionales, principalmente del complejo militar industrial de EE.UU. y de alguna forma también del sionismo internacional (110). De esta forma el presente de la escritura autobiográfica es el tiempo de la reflexión, la escritura se torna analítica, el yo vivido-pasado se confronta con el yo presente para lograr comprenderse, se interroga la recomposición de la existencia, en este caso, hechos históricos constitutivos de esta existencia que han dejado una huella en el autor-narrador-personaje.

Las misivas constituyen otro recurso empleado por el autor, quien mediante la primera y segunda carta introduce la mirada de una niña mapuche, quien le escribe desde el Sur de Chile a Karl, que se encuentra en Hamburgo. La primera carta data de 1942 y la segunda de 1944, en ambas solicita ayuda al joven, pues cuenta que los alemanes le están usurpando las tierras que eran de ellos, que le presentaban documentos, siendo que ellos no sabían leer ni escribir, en la última carta cuenta que su tío había matado a un tal Fuchslocher, posterior a ello los alemanes llegaron con los Carabineros de Osorno, los que se llevaron al tío y lo torturaron, pero no lo mataron. La niña, también expresa su perspectiva como mujer indígena, manifestando la discriminación y racismo que experimentó por parte de la madre de Karl,  quien le dice a su hijo que no debía mezclarse con esa gente. Aquí se manifiesta un claro arribismo, el cual perdura hasta nuestros días. Sentir la superioridad de lo europeo por sobre lo indígena sigue siendo un indicador de este arribismo arraigado en el chileno. Como profesor, me he percatado que hay algunas personas que tiene un trato diferente para un Werner, Reuter, Schwerter o un Guichaquelén, Hueitra o Loncomilla. Todavía al caminar por ciudades como Puerto Varas o parte de Osorno, se muestra esa ciudad teñida de rubio para el turista, pero que sigue con sus raíces negras.

Al final la novela concluye con una misiva de Javier a la amiga alemana, donde explica el sentido que le desea otorgar a su novela y cómo le sirvieron las conversaciones que tuvieron para poder terminarla.

En suma, veo en esta novela una manera de reescribir la historia, empleando artilugios literarios que permiten articular una narración fluida  y dinámica. La siento como una novela que puede interesar a los jóvenes, el tema es llamativo y la forma en que está contada puede interesar; esto lo comprobaré el próximo año, cuando invite a mis estudiantes a la lectura del texto y luego al escritor para que nos cuente los pormenores.



 

 

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