John Ashbery
No es simple constatar la indiferencia de los amigos ante el paisaje.
Ellos olvidaron la costumbre y la manía
de reconocer otras huellas en la arena de la playa.
Las dunas en ese lugar guardan secretos de adolescentes
que luego la noche se encargará de reunir.
Al mar se le debe mirar de frente
y visualizar sus cambios del turquesa al plata,
seguir el vuelo de las gaviotas que desafían nuestras leyes de gravedad
y viven emigrando de un país a otro
como ropajes de gitanas.
Por lo menos aquí se puede andar
con el cuello de la camisa abierto y descalzo,
esperando las sílabas que pronuncia el oleaje,
ondulaciones que no se preocupan
de figurar en el mapa.
Pieza de Hotel
La dicha fue una pieza de hotel encontrada al azar.
Allí tu cuerpo reemplazó a la realidad.
Te siento en ese pequeño paraíso,
el vino blanco que disfrutábamos
como si no existiera el tiempo.
Luego todo sería vertiginoso
cual caricias que al amanecer
se desvanecen. Más de una vez te dije:
Debo estar soñando.
El vapor asciende por las rejas del metro.
Nuestros cuerpos resplandecen de sudor.
Finalmente el recuerdo de una tarde
que vino a morir a nuestros pies.