
        Maximiliano Mellado y la costura de su  Rebeldía
          (o el  triunfo de Rafael Araneda)
        Por Pablo Paredes M. 
        
        No conozco  a Mellado, pero sí a su contexto. El Barros Borgoño es un Liceo de Franklin,  del Barrio Matadero, de ese sector en que se nos terminaba la Gran Avenida. Sus  alumnos no tienen la brillantez de los institutanos formados en casas con  libros, ni la rebeldía organizada de los chiquillos del Aplicación o las  chiquillas del Uno. En el Borgoño manda la rabia visceral, uno ve poco, pero ve  que la sociedad se lo ha cagado en todo, incluso en el cuerpo. Uno llegó a ese  Liceo emblemático sólo por un instante de indignación de nuestros padres o de  una tía. De un día para otro fuimos mandados de la periferia de la ciudad a la  periferia del centro; lo más parecido a una salvación que se podía aspirar  desde ahí, desde tan lejos. Esos alumnos siempre han pensado con el cuerpo y el  cuerpo reconoce más que bien a sus opresores, esa es la gracia de los  borgoñinos, son más rabiosos que izquierdosos y esa es la legitimidad de su  rebeldía, esa es la máxima belleza del triste colegio de hombres. Por eso duele  tanto ver al dirigente pingüino metido en un reality, hablando de que ahora  tiene una productora, de que no quiere que lo asocien más a esa revolución y  que le gustaría que la producción del programa le cosiera las extensiones de  sus orejas, le cerrara el signo corpóreo de su subversión.
        Rafael  Araneda se solaza, lo hace hablar del padre que no tuvo. Mellado se emociona y  dice que ve en el instructor militar, que lleva el bélico reality, a una figura  paternal. Araneda sonríe, lo punza. Mellado dice que se siente rico cuando una  voz adulta y masculina lo reprende. Mientras lo entrevista, el conductor le  pide un favor, le pide que diga él mismo a los jóvenes de Chile que siempre hay  que hacer caso a los consejos de los adultos. Maximiliano hace caso.
        El ex escolar de voz fuerte, se  sonríe cuando le preguntan si le gusta esa fama. Claro que le gusta, le gusta  estar ahora entre los cuerpos de las modelos y los físicoculturistas, cree que  ahí su cuerpo derrotado pasa piola, se redime, cree que sus compañeros de lucha  lo tienen que aceptar sea como sea o simplemente le importa un carajo lo que  creen esos pendejos que aún no cierran sus orejas. Hace mucho tiempo que no veía  algo tan triste en la Tele,  hace tiempo que no la veía funcionar tan bien.
        10 de Septiembre del 2009