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POR QUÉ MARCHAMOS  Y NUESTRA RABIA ES UN CARNAVAL
        Pablo Paredes M
Poeta y Dramaturgo
         
        
        Santiago, 16 de agosto del 2011
        Amigas y amigos de los otros países:
        Marchamos ahora,  pero el país nos dolía hace rato. A veces uno tiene la tentación de culpar a la  geografía, de juntar terremotos y volcanes con el neoliberalismo que nos tiene  llorando de pena y lacrimógenas. Pero esto no es como la Grecia en donde los Dioses  y los hombres complotaban y se mezclaban; esto es más bien como la Grecia actual, esa hecha  pedazos por las políticas del Fondo Monetario Internacional y gobiernos  dispuestos a venderlo todo.
        Explicaré cómo veo  las cosas, amigas y amigos del mundo, me gusta hablarles así, como si todos  estuvieran tan cerca. La vuelta de La Derecha al Gobierno -digo Gobierno y no Poder,  pues de él nunca se fueron- mezcló heridas viejas con heridas nuevas y  evidenció que todo era una misma enfermedad: Los muchachitos y muchachitas se  toman la Alameda  porque el Neoliberalismo trajo fantásticas cifras macroeconómicas, pero no  trajo ni justicia ni felicidad. El Modelo Chileno, que tantos quisieron  santificar, rebautizándolo como Jaguar Latinoamericano, se mostró justamente como  eso: un bonito bautismo, pero de un niño viejo y horroroso.
        Les aclaro sí, pues  desde lejos todas las cosas parecen accidentes, que lo que pasa ahora por acá  no es un exabrupto del mundo social: Llevamos 3 meses respirando lacrimógenas y  esperanza. 20 años se esperó, sin obtener más que maquillajes institucionales,  que los autoproclamados progresistas que nos gobernaron transformaran el país.  Más de 30 años se esperó que fueran  reestablecidos los derechos y la   Democracia sin letra chica. Vivimos en una paciencia muy  parecida a la estupidez, una de las tonteras más tristes que he conocido y que,  de todos modos, nos fue cargando o, por lo menos, nos hizo botar ese ácido que  sueltan las baterías abandonadas. 
        Este movimiento  acusa algo que salpica en la cara al ver nuestras ciudades: La distribución de  la riqueza es de una concentración escalofriante, el 10% más rico de la población se  lleva más del 40% de los ingresos, mientras que el 10% más pobre recibe un  monto que alcanza el 1%.  El sueldo mínimo es menor que la mensualidad que demandan las eufemísticamente  llamadas universidades públicas chilenas. El ejemplar país de la región, es en  realidad un país falsificado. 
        A nivel de educación  secundaria, los colegios privados tienen talleres de astronomía y ballet,  mientras que en los municipales los encierran con una tele y dicen que están en  el taller de “cultura juvenil”. Cuando los escolares marchan con un lienzo que  dice “NO AL APARTHEID EDUCACIONAL” no hay ninguna metáfora ahí, ninguna.
        Por eso nuestra  demanda no es sólo gratuidad sino también calidad. Y el Gobierno, tramposo como  es, dice “ok, los hemos escuchado, cambiaremos la Constitución y ahora se  garantizará la Calidad”  pero no dicen cómo, entonces nosotros tememos que el Gobierno aproveche eso  para, en vez de promover un Estado responsable de la Educación,  financiar a privados que lucren aún más con  la enseñanza. Ay el lucro! ese es otro punto, demandamos su final. Es más,  simplemente dijimos, que se respete la actual ley que lo prohíbe y el gobierno  tramposo dijo “vamos a transparentar el lucro”, es decir, hacer una nueva ley  que lo permita y de pasada dejar en la impunidad a quienes la violaron, entre  ellos, el hasta hace poco Ministro de Educación, Joaquín Lavín, uno de lo  “inversionistas” importantes de la Universidad del Desarrollo.
        Queridos y queridas  del mundo, frente a todo esto, pedimos Plebiscito para así dar curso a esta  demanda de educación pública, gratuita y de calidad. Pedimos, porque este  Movimiento quiere profundizar la   Democracia como garantía de igualdad, porque el Movimiento  entiende que mientras sigamos regidos por una Constitución fraudulenta emanada  desde los cerebros más brillantes y atroces de la Dictadura, el sueño  chileno no será más que un folleto engañoso del F.M.I. Porque en este país  alguien está ganando mucho con el cobre y no somos nosotros.
        Marchamos ahora,  pero el país nos dolía hace rato. Marchamos disfrazados, con música,  besándonos, sacándonos la ropa, porque hemos tenido que aprender a ser  creativos en la subversión para que la prensa chilena no nos criminalice.  Marchamos así porque el habernos pegado esta sacudida después de 20 años nos ha  devuelto dignidad y, aunque estamos metidos en medio de la rabia, es imposible  no soltar la sonrisa y la cadera.
        Eso por el momento. Les  dejo mil besos como los de nuestras marchas y si andan cerquita de alguna  embajada de Chile, no se olviden de solidarizar y tirarle encima nuestra rabia  sonriente.
         
        foto de Héctor González de Cunco