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DECIR UNA TRAGEDIA CHILENA
“Una generación hecha pedazos. Fragmentos de poéticas actuales"

Por Pablo Paredes M
Diciembre de 2010, Concepción


El frío nos permitió ver en medio del Incendio Central de Suramérica,
mis amigos se dejaron quemar sólo en los lugares de la tragedia,
fueron de cera
fueron de plastilina
y aún así les rompieron las cabezas a los miserables que creen que cuando niño se escriben cartas de amor y cuando adulto se escriben libros.
Mi nombre es el nombre de todos mis amigos,
somos el apodo de este país,
nombrándonos
se ofende a este país.
Estamos en los kioscos
atrás y delante de ellos,
estamos victimizados como simulacro del frío de fuego,
estamos esparciéndonos más allá de los pobres bares de poetas en donde no entran los  pobres de los bares.
Mi nombre no necesita una performance ni un enemigo interno para validarse
Mi nombre es un homenaje a la derrota como simulacro del frío de fuego
Mi nombre los deja que crean, se deja nombrar
Mi nombre que han sabido querer los que vivieron adentro de la misma burla que me destrozó la infancia
Mi nombre en las filas de las banderas irrepresentadas del frío de fuego
Mi nombre robando todos los espacios como una infección
Mi nombre preguntándole a todos los nombres por qué debo perdonarlos
Mi nombre bailando con el enemigo para no ascender al cielo de tanta Violencia
Mi nombre sabiendo que hay que quedarse aquí
Mi nombre sabiendo que debe resistir hasta la noche que estrenemos en la calle y en el cielo lo que escribimos antes
Mi nombre  como mis amigos llenando con sangre de narices ampolletas ahuecadas,
Mis amigos como mi nombre intentando no morirse tan rápido.
El país, los hijos de las grandes familias de este país que nos leen,
Semejante venganza
Semejante otro amor
Semejante masacre.
La calle y el cielo arde de apodos que se gritan los escolares.

 

Fragmento de “Las Botellas de Fuego” 28 de Septiembre de 2008

 

*

.. .. .. Lo que duele de estar hecho pedazos no es la falta de cuerpo sino la consciencia casi tanatológica de lo que somos después de todo esto. Cuando digo todo, quiero decir los últimos 30 años del país.
.. .. .. Hubo un tiempo en que resolvía las lecturas de panoramas de la creación poética chilena con películas que no se citan en las ponencias. Así, cuando yo era una especie de niño hablador del clan infantil del Sábado Gigante de la Poesía Chilena, gritaba sin parar que nuestra poesía era como “La Venganza de los Nerds”. Ahora no sé si puedo abandonar del todo esa cita fílmica pero creo que viene a imponerse algo así como “Pet Sematary”, quizás más parecido al video clip de Los Ramones que a la película misma.
.. .. .. La rabia y la pena existen de manera distinta ahora que en la patria bicentenaria lo más parecido al hambre es el miedo al hambre, es decir, el miedo a que se nos caiga todo. El miedo a que el 2010 dure 15 meses y que con eso baste para devastarnos.

**

.. .. .. La última vez que vine acá mis amigos de Concepción conocían el miedo de la misma manera que yo, pero ahora algo ha cambiado, ellos conocen el cuerpo de la metáfora, tocaron sus vísceras, a mí me movió de lejos, a ellos los arañó con rabia. En el resto del país, tras el 27 de febrero, los jóvenes poetas, y los que ya no cabían en ese rótulo,  corrieron a sus primeros libros o sus inéditos descartados, para encontrar la estrofa exacta en que relataban que todo esto iba a suceder, que todo esto nos iba a hacer pedazos. Buscaron, encontraron y se sorprendieron ante la precisión de lo descrito, casi se salpicaron del agua salada de la gran ola de su texto. Luego, comenzaron a hacer llamadas, a hablar con cierto pudor paralelo al precioso desborde de ego que siempre implicará la transición de poeta a profeta. Les contaron a sus amigos y amigas de la poesía que ellos ya habían dicho que nos patearía la tierra y el mar. Pero ahí, justo ahí, se acabó la fantasía profética, pues nos desdibujamos como individualidad. Ahí, nos dimos cuenta que el poema de esta destrucción del país lo habíamos escrito todos, con particular obsesión los poetas post2000, con particular naturalidad los posteriores al 2005 y con cierta indiferencia gran parte de los recién editados. Y todos con un pie puesto en de Rokha, Zurita, Millán o Massis y, la verdad de las cosas, sin haberse movido mucho de “La Araucana” de Ercilla.

.. .. .. Ese día en que cada poeta chileno se creyó profeta es, probablemente, el dibujo más nítido del actual panorama, pues esa tensión entre ser una estrella de rock y un extra más de la película de “La Odisea” se ha vuelto un marco generacional y, posiblemente, el macromarco histórico del desarrollo de las poéticas en este lugar del mundo. Aunque claro esta hipótesis última implicaría, para acercarse de manera seria a ella, algo más que este texto con micrófono.

.. .. .. Me atrevo a decir que precisamente este texto está pronto a perder toda validez como fotografía turístico/literaria, pues no alcanzo a sopesar lo que implicará este terremoto, a mediano y largo plazo, en las letras de Chile, ni los efectos concretos que tendrá esta habilidosa reescritura del pinochetismo que hoy gobierna el país. Así que desde ya anuncio su actualización obligada en un par de años, o considerando el actual ritmo hítico del país, en un par de meses.

***

.. .. .. Tras la instalación en el panorama de los llamados “novísimos”, de los que me siento parte aunque no la asumo como única filiación,  el panorama se movió ya sea para celebrar la irrupción de esta “nueva generación” o para cuestionarla y declararla una maniobra de validación indirecta por parte de poetas de generaciones precedentes.

.. .. .. Sería algo estéril permanecer en este debate de tan coritto alcance y con tan poca panorámica, pero sí es bueno tocar este lugar para entender el borde más cercano al futuro de la escritura. Me refiero con esto, a los que escriben hoy y que son catalogados como poetas jóvenes, cuya pertinencia conceptual, sin duda,es cuestionable, aunque prefiero que otros se detengan aquí. Digo estéril pues, por ejemplo, la importancia de Diego Ramírez o Héctor Hernández, me parece indiscutible, pues no sólo han consolidado sus poéticas sino que también han instalado subcentros de creación que hoy terminan siendo muy relevantes para intentar comprender el actual panorama. Pensemos en “Moda y Pueblo” que se ha vuelto un espacio de taller/editorial/colectivo que ha permitido dar continuidad a un proyecto político estético levantado por Ramírez desde comienzos del 2000, pero, a la vez, trascender la potente figura de uno de los poetas de la “Gran Avenida”, ese  lugar en donde la cárceles arden por la rabia y el abandono de todo Chile.

.. .. .. Por otro lado un fenómeno estructural se repite. Gran parte de los nuevos poetas de Santiago, en sus génesis, en su parto oficial podríamos decir, se han congregado en torno a los talleres gratuitos de “Balmaceda 1215”, claro que esta vez los talleristas, en su mayoría, también habitaron este espacio en su juventud. A priori esto podría ser leído como una construcción institucional de las nuevas poéticas, pero la gratuidad en Chile constituye por sí misma un fenómeno de contra-giro y transversaliza la creación poética a todas las clases y, de cierta forma, si me permiten el concepto, las proletariza, no tanto en el ortodoxo sentido marxista, sino respondiendo a ese “pucha que es proleta este cabro, yo no sé cómo lo hizo pa aprender a escribir tan rebonito”.

****

.. .. .. El sentido trágico genera épicas y las épicas sin Grecia tienden a parecer absurdas a las mentes más livianamente grecas. Desde ahí tiendo a explicarme la molestia que en determinados lugares provocan, a veces,  las nuevas poéticas de Chile. Pero desde ahí mismo también viene el reconocimiento a la escritura de Chile. Me parece así que toda disidencia debe fundarse en un mismo punto, en este caso: el (precioso) absurdo de que un país mundialmente tan miserable como Chile se atreva a cantar como si fuera Grecia, Estados Unidos o la Unión Soviética.

.. .. .. Es probable que tras el gigantesco terremoto vivido hace menos de un año -sumados a la tierra y el fuego- la épica de Chile sea algo menos complicado de entender –e incluso celebrar- para el lector extranjero, sin embargo, hace rato que sobre este país cagón, y este adjetivo lo digo con más ternura que dejo peyorativo, se vive la tragedia como si fuéramos el último momento del Imperio Romano. Hemos vivido así, y desde siempre: entre terremotos, golpes militares, maremotos, masacres, quemas de ciudades, magnicidios y aluviones. En cambio, y ya para ir entrando directamente en el terreno de esta ponencia. La poesía del primer momento de la década del 2000 se caracterizó por constituir una disonancia discursiva (gramatical y temática) con respecto a la discursividad hegemónica en el resto de la sociedad chilena, incluida el resto de las artes. Se levantaban así poéticas que acusaban a la Democracia en un tono que hacía ver (también podríamos decir develaba) a ésta como una Post-Dictadura, aunque claro, más bien desde el espacio de la micropolítica y la reversionación de la(s) memoria(s). Un ejemplo de esto es justamente la selección publicada en Buenos Aires por Black&Vermelho en donde aparecen nombres claves como Paula Ilabaca y los ya mencionados Hernández y Ramírez.

.. .. .. El “actual momento”, que es una frontera bien antojadiza, pues los nombres antes mencionados sumados a los de Gladys González, Rodrigo Gómez, Felipe Ruiz o Alejandra González, difícilmente pueden ser anestesiados, ya que su protagonismo en el panorama inmediato me parece aún insoslayable. Sin embargo, me atrevo a decir que la disonancia discursiva que marcó el aislamiento o la vanguadia de los “novísimos” con respecto a la discursividad general de la sociedad chilena, es lo que hoy, en el inmediatamente hoy,  ha cambiado. Estamos frente a una sociedad que ya no se autocelebra como ley general y la crítica al modelo dejó de ser un asunto sólo de los jóvenes poetas (o pequeños grupos militantes), es decir, habitamos un espacio en donde la Creación Poética tiene mayores posibilidades de establecer sincronías discursivas, lo que le quitará el manto “sacromágico”, pero a cambio –y felizmente- le entregaría un nuevo y mayor campo de acción política.

.. .. .. En este contexto es donde me permito citar algunas poéticas que me parecen relevantes. Tal es el caso de Carlos Cardani que publicó el impresionante “Raso”, un inédito (casi mítico al interior de la escena) que mal podría ser minimizado como una suerte de reescritura del fantástico y brutal Bruno Vidal, pues hay en este texto un tragedia democrática que ofrece posibilidades de trincheras distintas – o no necesariamente iguales a las que se fundan en la vivencia o rememoración del golpe del 73- lo que lo relaciona y despega de Vidal o de José Ángel Cuevas. “Raso” es un libro en donde se reflexiona sobre el espacio militar de Chile, desde una fijación tanto alegórica como crónica, evidenciando así la ligereza de la “cultura democrática” de un país e instalando una derrota, mucho mayor a la de las víctimas directas de la Dictadura, cuestión que Cardani lo dirá con brutalidad estadística: el 5% de los “pelados” que no logran terminar su servicio militar por débiles. Cardani logra que ese 5% sea también la mayoría de Chile que vive en esta derrota postjaguariana. Otro caso interesante es el del sanbernardino Juan Carlos Urtaza que con su recién publicado “Knockout” logra conjugar un altísimo punto de noción de metapaís y la pequeña aldea emotiva de los sueños de un boxeador de barrio cuyos brazos dan la idea que caerán antes de dar el golpe que “todos los de acá” esperábamos dar. También encontramos, en éste mi personal/panorama a Begoña Ugalde, otra de las poetas que rompen platos de la mesa larga y quien se prepara a publicar su “Virgen de la Antenas”, reflotando ahí la permanente presencia en la poesía chilena de lo que a mí me gusta llamar el “Dios de los Ateos”, pero con una inserción en el sentido trágico al desplegarse al interior de un Santiago –y un Chile podríamos decir- absolutamente condenado en su éxito, quemándose en sus fuegos artificiales.

Cito estos tres casos, pues bien calzan en el espacio propuesto por mi hipótesis. Denuncio así mi trampa para que sea entendida más como una recomendación que otra cosa. Y no podría ser de otra manera, pues ya la diferenciación en el interior de la producción poética de Chile entre el 2000 y el 2010, es parcialísima e inabordable en este formato. Aclaro también que el panorama actual no se puede reducir a un momento “post novísima”. Esto por dos cosas. Primero pues ha existido un despliegue de carriles simultáneos en donde “los novísimos” han tenido mayor visibilidad (lo que no me compete a mí en esta instancia analizar en sus por qués), pero en donde en paralelo han surgido voces de alta relevancia como es el caso de Alejandra González, Arnaldo Enrique Donoso, Galo Ghigliotto, Víctor López, Roxana Miranda Rupailaf, Marcelo Arce o Tamym Maulén, por nombrar sólo a algunos. Segundo, la llamada generación novísima, si se me permite una esquizofrenia amistosa-celebratoria, aunque no carente de seriedad, sigue estando en el lugar de la agitación poética, logrando nuevos libros que continúan desestabilizando, como es el caso de “Aire Quemado” de Gladys González, “Brian, el nombre de mi país en llamas” de Diego Ramírez”, “La perla Suelta” de Paula Ilabaca, “Debajo de la Legua” de Héctor Hernández o “Arquero” de Felipe Ruiz.

*****

.. .. .. Sea como sea, me parece que es lo trágico lo que está mediando acá. Sea como sea la escena, o mejor digamos el total de la escena, pues ya no estoy tan seguro de la clasificación que propuse en un principio, está compuesta por hombres y mujeres nacidos en dictadura y ese hito trágico, en conjunto con los desastres naturales, ha generado como consecuencia distintos tipos de épicas, por momentos pelados en sus estrategias político/estéticas, con mayor o menor vuelo, pero rara vez dejando de tener algo de épicidad, es decir, obedeciendo a  las demandas de su territorio, quedando al interior o fuera de la hegemonía de la administración político/moral de éste.

.. .. .. Finalmente, concluyo con un deseo con trajecito de ansiedad. Lo que quiero ver. Lo que me da curiosidad y miedo leer: las y los poetas nacidos en democracia, y rabiosos dentro de ella. Quiero leer a lo que no tienen peor país que en el que viven ahora. Sobre esos nombres me gustaría estar comentando pronto en alguna ciudad muy lejos de mi casa.

.. .. .. Muchas gracias.


 

 

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