La nueva novela del escritor y periodista chileno es un potente juego literario, y donde la imaginación se despliega al modo de un vertiginoso viaje que nos traslada de un lugar a otro, mediante un texto dramático que hace viajar a su lector a través de diversos
espacios temporales y físicos.
La violencia, ese acto tan cotidiano que suele pasar inadvertido en el espacio familiar, no lo es cuando se realiza en el ámbito público, cuando se ejecuta entre Estados o cuando el acto mismo de violencia parece ser explicado como un hecho terrorista.
Tampoco es un acontecimiento menor cuando los gobiernos han ejercido, de forma dictatorial, actos inhumanos sobre sus comunidades, o cuando la guerra se convierte en un negocio.
En el último trabajo del escritor chileno Pablo Toro (Santiago, 1983) Safari (Montacerdos, 2021), la violencia se mueve y desliza por lo menos en dos corrientes: una más local, al nivel de las relaciones de los amigos, y otra más global, que intenta dar cuenta de una forma de hacer negocios con la guerra en el mundo del capitalismo.
Una semántica de la violencia
Dos supuestos amigos de juventud, ambos chilenos, se incorporan a una empresa norteamericana, llamada Blackstone, que presta servicios de comandos de guerra en la ciudad de Bagdad.
“Nos adjudicamos contratos gubernamentales y ganamos dinero y comenzamos a entrenar gente como ustedes, voluntarios de distintos países con la disposición a matar por quinientos dólares al día. Eso es lo que estamos resguardando muchachos. El sistema que nos ampara. La razón por la que nos levantamos en las mañanas” (p. 48).
Es decir, una sucursal del ejército norteamericano, pero ahora sus tropas están formadas por hombres que provienen de países tercer mundistas y que ven en el “negocio de la guerra” una posibilidad cierta de conseguir dinero.
Sin embargo, la violencia que se expresa en la narración de Toro no solamente se limita al mundo y los negocios de la guerra, sino que también está muy presente en la adolescencia de Gutiérrez y Villanueva, los soldados chilenos que en el futuro formarán parte de la empresa Blackstone.
Ambos viven sus últimos años de colegio bajo el manto de la oscura y violenta herencia nacional que ha dejado el dictador Augusto Pinochet.
De hecho, parte de los acontecimientos más significativos de la narración están enmarcados en el último año de vida del tirano general. Y los tentáculos del autócrata siguen presentes en la sociedad chilena:
“Soñé con Pinochet. La voz de Pinochet amplificada por un tubo amarillo que se estira desde las cloacas del mundo hasta el cielo enfermo de la ciudad” (p. 171).
Y la tercera y última parte, es la más lúdica de la narración, pues el mundo ya se ha transformado y pareciera ser una suerte de fortaleza futurista que ha creado sus propios códigos y forma de desenvolverse.
Este nuevo orden es el resultado de la fusión que se produjo hace décadas atrás. En el exterior de esta ciudad han quedado los rebeldes, aquellos que de una o de otra forma intentan sabotear el tipo de mundo que hay al interior de esta urbe.
Sin embargo, el nuevo orden, es también un mundo regido por la violencia, por el sadismo de ver morir a alguien de manera violenta a manos de un tercero. El safari es una mezcla de arte y coliseo: “la función prohibida, la palabra explotada” (p. 192).
Safari de Pablo Toro es un potente juego literario, donde la imaginación es un vertiginoso viaje que nos va trasladando de un lugar a otro, que nos mueve a través de espacios temporales y físicos.
Con una sólida prosa nos lleva de la mano por el mundo de la violencia, el que se encuentra en todos lados, en el mundo de los negocios, en los coletazos de la dictadura de Pinochet, en el aula escolar, y por supuesto, en un mundo globalizado y capitalista que construye su hegemonía con un potente brazo armado.
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Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com «Safari»: La palabra explotada de Pablo Toro.
"Safari" (Montacerdos, 2021).
Por Martín Parra Olave.
Publicado en Cine y Literatura, 11 de mayo de 2021