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El ángel perseguido:
Pablo Véliz Bacigalupo
Por Sibila Martínez
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¿Me torturarán por pensar lo que pienso?
“Entelequia”, Precocidad
dame más Ciber Coins en el estrofa destruida por la mercancía
Epígrafe de Chile 2.0
quiero reunirme de una vez
en la entrañable y suprema voluntad de lo divino
“Aurora”, Canto en el Rocío
El poeta es el héroe trágico de la modernidad, quien guía el barco ebrio en el océano infinito de la desgarradura, de la herida que se desgarra dolorosa porque representa el intento salvo de volver a la armonía perdida, el ángel que, aislado del mundo, apenas lo roza con su canto incomprendido. En palabras de Miguel Candia, poeta y filósofo chileno, El caminante sobre el mar de nubes, del pintor romántico alemán Caspar David Friedrich (1818) prefigura una respuesta. El cuadro muestra a un hombre de espaldas en la cima de una cumbre que observa las nubes a sus pies y el cielo igualmente brumoso aunque traslúcido, desplegado frente a su mirada. Representación no sólo de la contemplación de la naturaleza en espacios aislados, sino de toda una imagen en la que se inscribe la herida del hombre romántico, alejado del mundo, de espaldas a este, solo, vivenciando el pathos de la libertad burguesa, presto a recibir la gracia de la totalidad. Esta idea se actualiza por decirlo de un modo en la imagen trágica de Omar Cáceres, poeta chileno muerto por razones misteriosas a la edad de 39 años, encontrado en una zanja, con la cabeza rota y los bolsillos vacíos, y, a quien le debemos la fruición formidable de su única obra de tan solo 15 poemas, a saber La defensa del ídolo, poemario en el que se plasma el viaje de iniciación que experimenta el hablante en la búsqueda del sí mismo.
Esta imagen trágica del poeta (el artista) moderno, se refleja en la poesía de Pablo Véliz, mas desde un modo singular. Éste, abiertamente, le canta al regreso, al retorno materno que inicia el camino sagrado a la tierra santa. Pero este camino de regreso es asediado por la época, donde Dios ha muerto, donde ya no existe la plenitud vertical de la Edad Media, esta, su época, marcada por la secularidad, cercada por dispositivos de control social, fofa por el divertimento vacío de ideas, para decidir el intento por defender el terruño, evocar el paisaje diseminado en lo Uno, y retornar a la patria encantada, larvada por las tenazas del mundialismo.
Véliz escribe en sus Cuadernos de un joven poeta, un texto perteneciente a Precocidad llamado “Entelequia”, donde muestra a viva voz su delirio atormentado(r) en sumo grado, que se identifica con un férreo rechazo por las fuerzas globales, la imitación de la verdad, en la concepción de Miguel Serrano, que pretende hoy, bajo el alero retorcido de una paz anestesiante, homogeneizar las diferencias culturales para controlar mediante la administración del mercado y hacer desaparecer las vías esotéricas de iniciación tradicionalistas. El hablante padece el pathos de la persecución en su lucha por el retorno, cuando “ya no hay tiempo”. Imagen del ángel caído en medio de un mundo sumido en la indiferencia económica, en el consumo de información, asesinatos de hombres de color, Anonymous liberando información secreta sobre los agentes del capitalismo acéfalo, en suma, ebrio entre aquel mar de dólares. Todo este padecer se muestra en la ironía extendida que es el poemario Epígrafe de Chile 2.0, donde Véliz retrata la defensa de la patria asolada por la cibertrónica, queriendo recoger al mismo tiempo la fuerza de origen de lo grecolatino, y el sustrato místico del paisaje étnico.
El viaje de regreso en la poética velizina es trágica como quien pasa trémulamente por este mundo solo para dejarnos su angélico deseo por devolver el paraíso. Todo nos hace prever que este impulso genuino por buscar el origen del origen, tan bien expreso en los últimos versos de “Aurora”, poema de Canto en el Rocío, es también una búsqueda que se alza en aras de alcanzar la disolución pletórica en lo Uno, tan ansiada por los poetas románticos. El retorno no es posible, pero su fracaso es una victoria finalmente, una negatividad que se torna tangible.
junio de 2020
Img. superior detalle de “El Ángel caído”, Cabanel, 1868