De los ocho libros que escribí desde el 78 hasta ahora, siete de ellos tienen que ver con el tema de la memoria y de los derechos humanos. Los escribí justamente para que los hechos investigados en ellos no se olvidaran, para que fueran material disponible para los periodistas e investigadores futuros y para que se pudiera transmitir ese conocimiento de los hechos de generación en generación. Todos estos libros han tenido que ver con mi urgencia por colaborar profesionalmente con la tarea de la memoria, una memoria que se alimenta de hechos, de razones y de emociones. Una memoria colectiva que hace a un pueblo, tal como la memoria individual hace a una persona. Sin embargo, con amnesia, un individuo está inválido. Sin memoria, con una memoria confusa, con amnistía-amnesia. un pueblo queda inválido. No sólo porque así, sin memoria, un pueblo pueda repetir errores trágicos, sino porque con vacíos en la memoria, lo que construye del presente puede ser de una grave confusión.
Durante el último período de la dictadura yo repetía —donde podía hablar— que los periodistas íbamos a desempeñar un rol muy importante en el proceso de terapia masiva que se iba a realizar en la Transición. Me equivoqué, no porque los periodistas no podamos o porque no queramos hacerlo, sino porque esta decisión no pasaba por nosotros, sino por los dueños de los medios de comunicación y esos medios, escritos y audiovisuales, se concentraron en manos de la derecha, un sector político y económico que, en Chile, no es partidario de terapia alguna, de confesarse ni analizarse, de reconocer errores, de pedir perdón ni comprometerse a no repetirlos. Los medios y la derecha optan por la amnesia, así como claman por la amnistía para los criminales que logran ser descubiertos. Ingenuamente, nunca me imaginé que la negociación política para dar paso a la Transición iba a tener justamente a la amnistía-amnesia como su viga maestra.
Hasta hace muy poco, recordar el pasado era políticamente incorrecto: dar vuelta la hoja, mirar el futuro, eran las frases que más se repetían. Los de la "memoria obstinada" pasábamos a ser francamente sospechosos. Recuerden, por favor, el escándalo que significó que un pequeño grupo de diputados de la Concertación planteara en enero del 98 la acusación constitucional para impedir que Pinochet se transforman en senador. La Moneda en bloque se movió para acorralarlos: ¡por favor, cómo se les ocurría
alterar así la tranquila transición!, cuando el Ministro Pérez Yoma alababa al General por su colaboración al proceso democrático. La amnesia juega tan malas pasadas que se pasaron por alto todos los informes jurídicos acerca del juicio en España, donde un grupo de ciudadanos con "memoria obstinada" se jugaban todos los recursos legales para ser leales con sus muertos y con sus valores, con su memoria. Y así llegamos al 16 de octubre y al arresto de Pinochet en Londres: yo celebré en grande y agradecí a Dios y al misterio de la historia por darnos una nueva oportunidad de abrir la memoria y enfrentar el trauma del pasado. Me equivoqué de nuevo. Vamos a cumplir un año y nada. Yo entiendo que a partir del error político de asumir la defensa de Pinochet, el gobierno no pudo impulsar ese proceso, quedó atrapado. No podía revisar una historia donde está claramente establecida la responsabilidad criminal de quien, por otra parte, está defendiendo. Si el gobierno no ha podido, la derecha no ha querido. Y en eso estamos, a la espera ahora de una mesa de diálogo muy sospechosa, a la que le cojean todas las patas.
Mientras leo la prensa o veo noticieros, me la paso recordando. Yo podría escribir una letanía completa que se inicie con las palabras "te acuerdas... "Te acuerdas que éramos un país chiquito y pobre, en el cual ser honrado y educado eran los máximos valores. Te acuerdas que por lo mismo, por honrados y educados, empezamos a ensayar fórmulas para repartir mejor la riqueza. Te acuerdas que fuimos el único país de Latinoamérica y el tercero en el mundo que eligió un gobierno de frente popular, allá por el año 38. Te acuerdas que, por lo mismo, la Guerra Fría nos pilló muy descolocados y hasta un presidente de derecha —Alessandri se llamaba—, tuvo Estados Unidos que presionarlo muy duro para que cortara relaciones con Cuba. Te acuerdas que, para evitar una segunda Cuba, a Estados Unidos se le ocurrió la Alianza para el Progreso. Te acuerdas que fue Estados Unidos el que decidió que repartir tierras a los campesinos latinoamericanos era la mejor fórmula para evitar el reguero de revoluciones. Te acuerdas que, por lo mismo, la Reforma Agraria fue dictada durante un gobierno de derecha, el de Alessandri. Y te acuerdas que la Iglesia Católica, por razones de justicia social y para cortarle paso al marxismo, comenzó dando el ejemplo y repartiendo sus tierras. Te acuerdas que, en la búsqueda de más justicia social, una mayoría absoluta de electores votó por un gobierno que ofrecía "revolución en libertad". Te acuerdas que luego una mayoría relativa ungió a un gobierno que ofrecía "socialismo en libertad" en la primera experiencia mundial de su tipo. Te acuerdas que esa misma noche de septiembre del 70, el presidente de Estados Unidos condenó a muerte la experiencia. Te acuerdas que, para evitar que llegara a La Moneda, hasta mataron al Comandante en Jefe del Ejército. Te acuerdas cómo nos fue atrapando el miedo. Tú tenías miedo de perder tu tierra o tu fábrica y dejaste de invertir para sembrar o producir; tú tenías miedo de que tu esperanza se viniera al suelo y te tomaste la tierra y te tomaste la fábrica; tú tenías miedo de no poder comprar lo esencial y armaste casi un almacén en la despensa de tu casa; tú y tú tenían miedo de perder la vida en este lío y armaron un MIR o Patria y Libertad para defender a tiros lo de cada uno, te acuerdas. Te acuerdas que las Fuerzas Armadas estaban conformadas por chilenos como tú y como tú, ni mejores ni peores. Te acuerdas
que, pese a recibir instrucción antimarxista en las academias norteamericanas, esas Fuerzas Armadas igual trataron de colaborar para mantener el orden democrático y se sumaron al gabinete del Presidente Allende. Te acuerdas que nuestros dirigentes políticos fracasaron en resolver el conflicto. Te acuerdas cuando la Unidad Popular no respaldó al Presidente Allende, que le pedía amplios poderes para poder negociar. Te acuerdas cuando el Centro se sumó a la Derecha en la petición de golpe y con eso condenó a muerte la democracia. Te acuerdas después cuando tú decidiste que no bastaba con un golpe militar. Te acuerdas cuando creíste que para evitar la repetición de tu pesadilla había que exterminarlos de raíz. Te acuerdas cómo fuiste hasta el uniformado más cercano para decirle "¿y cómo puede andar este upeliento suelto, cómo puede estar libre, cómo puede seguir con trabajo, cómo puede seguir en Chile?". Y cuando ya el aparato exterminador estaba en funcionamiento, te acuerdas de la frase que decías cuando te contaban que fulano o sutano estaba preso: "por algo será". Eso decías: "por algo será". Y te acuerdas cuando optaste por no saber para que así nada interpelara tu conciencia. Te acuerdas cuando optaste por creer que no eran humanos sino "humanoides" para que así, sin alma, no te complicara imaginarlos torturados, degollados o desaparecidos. Sí, tu miedo era más poderoso que el mío y, por eso, las Fuerzas Armadas —de todos— se transformaron en tu brazo armado. ¿Qué hacemos ahora para poder convivir en un mismo territorio?
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com TE ACUERDAS...
Por
Patricia Verdugo
Publicado en "Políticas y Estéticas de la Memoria"
Nelly Richrad, editora.
Cuarto Propio, 2000, 252 páginas