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La nueva pérdida
Sobre Centrífuga, de Alfonso Grez

Por Rodrigo Arroyo


existe una historia de lo que no pudo ser
Enrique Lihn

Recuerdo que alguien dijo una vez, un amigo quizá, que el problema con parte importante de los poetas jóvenes que intentan colmar, habitar, la ficción de una escena, es que no han leído a Enrique Lihn. Digamos que de la lectura de Centrífuga se desprende esa ausencia que es presencia en los textos. Lo que quiero decir que en este libro de Alfonso Grez (Ed. Del temple, 2010) lo primero que apreciamos, rescatamos, o podemos hacer notar es que el libro se maneja haciendo notar en él, que la presencia de Lihn no es ausencia. En específico, podemos hallar en él una lectura interesante de Paseo Ahumada, lo que viene a revertir, creo, el estado de ausencia de diálogo con Lihn. Y este diálogo no es sino tomar un rol poético, o será que su tenor sea el de un libro metiéndose en aquello de las respuestas que los libros generan entre sí, creando diálogos atemporales; alejándola –a la poesía- en forma inmediata de una forma de sociabilidad. Un ejemplo de esto sería notar que Alfonso no problematiza directamente, por ejemplo, aquello de realidad y lenguaje sino más bien hace de la realidad; de la lectura de la realidad, un lenguaje que se nos presenta como una estética que vendría a llenar el vacío (o complementar) perdido producto de la decadencia consumista; de la alienación del sujeto en su fase inicial, y de la que los tiempos en que vivimos, son herederos. Todo esto no supone sino una descripción de  síntomas, o señas más bien de un supuesta modernidad que fue inicio de los tiempos en que vivimos, y que es desarrollado en el texto de Lihn. Pero lo que Alfonso hace es proponer un giro. Esto es: introducirse en el mundo, más allá de sólo establecer un diálogo o monólogo crítico desde fuera. En ese sentido, el poema Ya se ha hecho deja ver entre líneas que, entre otras cosas (a través de la descripción de performances o acciones de arte) que ya con todas las crisis identitarias explosionadas o con la exploración artística basada en el cuerpo marcado por el mercado llevada al límite, pareciera existir cierta melancolía o desencanto ante la imposibilidad de lo nuevo; y que la producción artística que señala pareciera exhibir sólo transferencia de información nada más, seña, tal vez, que el grado cero de la representación que buscaban los suprematistas es la excepción, cómo no, hecha regla. La descripción de lo que ya sea hecho en ese sentido, que pareciera ser interminable no es otra cosa sino un espejo que refleja la institucionalización de los discursos, o de otro modo: la situación actual, ya sea en artes o en literatura o quizá en qué otra disciplina. Esto es: la incorporación de los transgresores a la vida académica como intento de perpetuar el gesto transgresor.

Esto es lo que podemos leer en Centrífuga, que, digamos, nos abre otro espacio, porque el diálogo permanente del libro escapa al espacio poético, digamos estrictamente literario. Su propuesta se vincula más en profundidad digamos, con la visualidad, y por poner un ejemplo, con lo que podemos leer de los YBs (1) pero analizándolos no sólo a partir de ciertos autores, de ciertas obras sino también como fenómeno cultural nacido producto del emplazamiento del neoliberalismo duro. Partiendo de lo señalado respecto la escena de arte británica; lo que hace Alfonso es responder a un tipo de producción con una certeza implacable respecto a lo que podemos desprender del Paseo Ahumada. Es decir, la apertura neoliberal es brutal luego de la salida de Margaret Thatcher, y manteniendo las distancias, en Chile ocurrió de igual modo en dictadura; permitiendo el surgimiento de estas escenas, que viéndolas desde fuera no varían con aquello que Bourdieu describiera como cortesanas. Así, toda propuesta de conjunto la podemos revisar bajo el contexto político, y en qué o a quiénes ella –la escena, generación, como podamos llamarla- responda. El papel del libro y el lector entonces toma el cariz de un público y su entretención, siendo esto, creo, el punto de acercamiento más intenso entre Alfonso y Lihn; el más denso y rico en lecturas. Centrífuga, se sabe en este sentido, como un apartado dentro de una producción reciente, de su escritura puede desprenderse, irónicamente, que no es la escritura la preocupación principal. Más allá de apreciaciones personales o juicios valóricos o estéticos, el cuidado del verso, la palabra en sí no responde a la preocupación principal de Alfonso; hecho que nos hace pensar en cómo esta isla se relaciona literariamente, porque –pensando nuevamente en Bourdieu­- ¿adónde va?. Podríamos pensar que estamos ante una escritura que propone un deseo de libertad de la misma literatura. Como si en ella –en la literatura- el sujeto hallase el refugio o la distancia con otras producciones; o un resguardo ante el trauma, cualquiera sea este, pero acotando en demasía las posibilidades de lectura. Pero es obvio, experiencia y logos permanecen en las páginas nos dice Alfonso, en otras palabras, realidad y lenguaje permanecen allí, en la página, buscando de igual modo cabida en el libro, pero no en lo estrictamente literario.

La puesta en circulación de discursos críticos ajenos a una situación, como mencionaba, cortesana quizás sea el punto más débil del proyecto del arte posterior al de las primeras vanguardias, que intentaban romper con ese círculo, a veces, de manera ingenua y precaria; pero creo que sería el gesto a rescatar de ellas. El intentar la independencia, revirtiendo aquello que Nietzsche dijera sobre la incapacidad de los artistas de trabajar en soledad. Y parte de lo que leemos en Centrífuga es la inmersión en el arte como mercado del arte, en la publicidad, dando la ilusión de ser un discurso sin ideología, pero lo que podemos leer de fondo es, como se lee el poema Que ya no gustan tanto, pura melancolía. Un vacío producido por la pérdida de un mundo que fue el inicio de nuestra actualidad. Un giro interesante si pensamos la asociación de intentar recuperar lo perdido como una tarea ligada a la poesía lárica. Y esto se aprecia en los textos de pausas comerciales, vemos que el autor intenta eliminar la fetichización del objeto en el relato, imitando de cierto modo el camino del grupo Fluxus (2) (que podríamos verlo como el heredero directo del surrealismo) al intentar llevar al objeto más allá de los mercados de arte; en este caso, de la publicidad.  

En el fondo, y quizá ingenuamente, o no ingenuamente sino con dejos de optimismo, creo que este libro intenta hablar, describir, o estar inmerso en esa historia de lo que no pudo ser, en el sentido que aquella historia puede ser aquí (es tan inabarcable e incierto aquello que no fue que podría ser todo y nada a la vez) el mundo de cosas que llegaron junto a la violencia avasalladora del neoliberalismo, y que usamos vimos y disfrutamos, y aún, pero que nos dicen siempre del dolor que acarrean, como el poema en que Alfonso describe la vida de ciudades chinas monoproductoras. No lo sé, ese optimismo desaparece de pronto porque creo, honestamente, que la recepción de este libro será escasa; lo digo no sin cierta decepción. Pero esto se debe al riesgo que Alfonso toma con esta escritura; no pretendo de ningún modo exagerar, pero creo que aquí sí es pertinente pensar en W. H. Auden y una nueva forma de recepción cuando una nueva forma aparece, en este caso una propuesta. En este sentido lo que puede permitirse Centrífuga es, como decía anteriormente, prescindir de las palabras porque no está en ellas, por ahora, el sentido de este libro. Me parece interesante la propuesta y el riesgo, establecer un diálogo con Lihn, y especialmente la abertura de Alfonso hacia otros lenguajes ajenos a la poesía, porque en ello él nos dice a contrapelo que todos los lenguajes son los lenguajes de la poesía, porque el sentido de ella no puede restringirse a las palabras.

Valparaíso, julio del 2010

 

* * *

Notas al pie.

(1) .- Jóvenes artistas británicos o YBAs. Grupo de artistas del Reino Unido, la mayoría de los integrantes de este grupo provienen del Goldsmith College of Arts de Londres. Este grupo se erige como tal a partir de una exposición titulada Sensation. Esto fue organizado y financiado por Charles Saatchi, publicista británico de origen iraquí.
(2) .- Grupo cuyo origen está en Nueva York alrededor del músico y artista John Cage. También se encuentran allí: Allan Kaprow y George Macuinas, quienes instauran loshappenings como forma de expresión artística. En Alemania el iniciador de Fluxus, y de los happenings fue Wolf Vostell.

 

 

 

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