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        Patrimonio - 2013 | index | Rodolfo Alonso  | Autores |
       
         
         
         
         
        
        
         
        RODOLFO ALONSO: LA POESÍA EN COMÚN
              Rodolfo Alonso, Poemas pendientes 
                  Prólogo de Lêdo Ivo. 
                  Alción, Córdoba, 2010. 
                  Universidad Veracruzana,  Xalapa, 2012
              
            Por Jorge  Monteleone
         
         
        
          
          
           
          .. . .. .. .. .  
        1.- LO PENDIENTE
        
          
            so much depends
                  upon
            a red wheel
                  barrow
            glazed with rain
                  water
            beside the white
                  chickens
            (tanto depende de una  carretilla
              roja
            mojada con agua
              de lluvia
            junto a las blancas 
              gallinas)
          
        
        La clave de este célebre poema de William Carlos Williams, antes que el  objeto presentado, es el inicio: so much  depends… Es evidente que el  verbo to depend proviene del latín dependere, que significa literalmente  “estar colgado”, “pender”. Del mismo modo que pendiente proviene de la misma raíz: pendere también es “pender”. Tanto la palabra depender como la palabra pender hablan aquí, creo, de la temporalidad. La idea de que el poema depende y pende del tiempo. Los poemas pendientes de Rodolfo Alonso son poemas que fueron escritos en el curso del tiempo, como  si hubiesen sido arrancados a la vida. “Los poemas me ocurren”, dice Alonso. Creo  que esta ocurrencia está relacionada con ese hecho de lo que está pendiente: el poema siempre pende  del tiempo que transcurre y, a diferencia de otros poetas que parecen escribir  contra la temporalidad incluso como una crítica del poema aurático, Alonso  parece considerar la belleza como inmediata y hacedera. Es decir, pendiente del  tiempo que ocurre, que transcurre y, de algún modo, como un fruto asequible,  pendiente de él.
         Por eso en su poesía “la palabra fuente / fluye”. Aquello  que suele fluir es el tiempo, pero en Alonso el tiempo del instante es lo que  parece estar entre paréntesis al situar la palabra allí y, en cambio, la  palabra conserva el acontecer, la ocurrencia de la vida. 
        
          2.- LA VIDA 
        La vida es el espacio donde la poesía de Rodolfo Alonso tiene lugar. “Tú  confirmas la vida con tu voz” escribió en su primer libro. La vida  confirmada en la voz es para Alonso la voz poética. “La gran vida” es el  título de un poema de su segundo libro. La gran  vida es para Alonso esa suplementariedad, esa exageración de lo vivido que  se halla en los hechos transfigurados en el poema. “La vida no da más  de lo que se le pide” escribió en el tercero. Y lo que Rodolfo Alonso le  pide a la vida es el poema. Escribió  otro libro llamado Señora Vida y  tituló su antología española de 1952   a 2008: La vida  entera.  No me parece un lugar 
común  ni una casualidad. La noción de vida lleva el poema de Alonso al  acontecimiento. Aquello que acontece, lo que está pendiente del tiempo, se  transforma, por vía poética, en un acontecimiento. Por eso su poesía produce un  curioso efecto: los poemas parecen a la vez un artefacto, es decir, un objeto  más agregado al mundo donde el artificio es ostensible –es decir, se halla  alejado de la vida- y a la vez tienen el aire casual de aquello que simula un  jirón del mundo, un fragmento dicho al pasar, como si fuera un diario –lo  periódico, la circunstancia elevada a una categoría epifánica–. La vida es lo  que acontece y como tal se transforma en una presencia insoslayable que el  poeta, de pronto, ve. Y así hallamos  un poema que alude al primer verso del poema de Williams, “So much depends”.  Y dice: “Una mañana, aún. / Y el mediodía / luminoso y  dispuesto. / La vida es un convite / que se deja a disgusto”. 
          
          En la vida aparece lo esperado: “La vida no es tan mala / Volvió  mi gato gris”, escribe. El poema se llama “Lumbre”. Es decir, señala  lo que aparece bajo la luz, y esa luz es la luz poética. Una aparición  milagrosa –epifaino en griego--. Lo  cual significa que lo que depende y lo que está pendiente es el tiempo que se  transforma en epifanía. Y que esa epifanía tiene lugar en el arte, en el poema.  O acaso magistralmente en el arte literario, por ejemplo en la literatura de  Arlt. El gran poema “Ocúpense de Arlt” es un ejercicio de memoria  personal y a la vez un reclamo de memoria colectiva. Lo que está pendiente aquí  es la autoconciencia de la vida. La vida pende cada vez que el poema la convoca  y a la vez la transforma, como si el poema fuera su traducción en una lengua  extranjera.
        
          3.- LA TRADUCCIÓN 
        Rodolfo Alonso es un gran traductor en  tanto poeta. No quiero decir que es un poeta traductor, como todos sabemos.  Sino que la poesía es la traducción de lo cotidiano a otra lengua. Y que esa  lengua suena al mismo tiempo como una lengua extranjera y como una lengua  propia. Por eso en la poesía de Alonso aparecen tanto los poemas traducidos  como los poemas en una lengua ajena. O el momento en el que la fluidez del  español parece estar al borde de transformarse en otra lengua. Pero esto suena  como un fenómeno rítmico: como si en el ritmo mismo de la lengua, en su  escansión, de pronto se derivara a otro idioma. Esto es claro en el poema “Se  me lengua la traba”: 
        
          
            L´amour fiore violenta und delikaten
              si spegne in all our ways nos nossos dias
            because il sentimento la passione
                  the darkness of the soul la fanciullezza
            mourir  de amor amare da morire
                  the lover´s death is the beloved cuore
            meine kleine andoriña ich liebe
                  tú  fiore violentissima klenicka
          
        
        O un poema escrito en su otra lengua materna, el gallego: “Carne do  sol”.
          
          La lengua invierte su trabarse en el fluir vital de los idiomas, como si  se entrecruzaran, se entremezclaran. La poesía es para Alonso, más que la  pluralidad de las lenguas, una lingua  franca de lo plural, donde la vida se  traduce en epifanía.
        
          4.- EL DECIR
        Por ello la poesía en Rodolfo Alonso es ante todo un decir. El poema “Es  un decir” dice: “Arar el mar / por no amar / el arado”.  Cuando Alonso remonta la vida, no lo hace como un romántico sino como alguien  que ha pasado por las vanguardias. El poema toma el decir cotidiano, y tal como  Duchamp había arrancado el mingitorio de las ruinas de un baño y lo había  transformado en un ready made, en un  arte recién hecho, Alonso toma las palabras   –sobre todo el carácter oral de lo dicho, el momento en el que la  palabra irrumpe como decir– y las descompone rítmicamente para transformarlas a  la vez en juego y en revelación. Alonso juega con el decir, somete el decir a  lo dicho como un objeto extrañado y a la vez arrancado a la vida: en el decir,  la epifanía pendiente de la vida traduce lo poético a un lenguaje común. Cuando  digo “común” no digo ordinario, sino comunitario.  La ligereza de la poesía de Alonso responde al carácter de que se asume como  decir comunitario y compartido en una lengua comprensible por ser común. Y este  decir cree en su inocencia pero no en su ingenuidad. Para Rodolfo Alonso la  poesía es una forma de la resiliencia. 
        
          5.- LA POESÍA COMO RESILIENCIA
        La resiliencia fue definida como una poderosa capacidad para resistir al  dolor. Y el ejemplo de esta resistencia a la adversidad es el salmón. La “Oda  a la resiliencia” dice:
        
          
            En alas del salmón
                  vuelve la vida
            El amor del salmón
                  ¿él lo lleva? ¿o se lleva?
            En alas del salmón
                  la vida vuela
            Las fuentes se conquistan
          
        
        El poeta tiene el lugar del salmón  que se sitúa, si no lejos del tiempo, en su fluencia, pero a contracorriente.  Aquí encontramos el lugar del poema como resiliencia: la epifanía es un retorno  de la vida, pero en alas del salmón –es decir, del poeta y su poema. Allí la  vida, como decía Platón de la poesía y le gustaba repetir a Borges, se  transforma en la poesía, que es “liviana, alada y sagrada”. A contracorriente  del dolor, la poesía no sólo se escribe después de Auschwitz, sino, como  afirmaba Benjamin, se vuelve redentora. Lo que redime el poema es el dolor en  su resiliencia. No lo niega ni lo vuelve trivial: lo nombra otra vez. La resiliencia es resistencia.  Y ello, en tanto afirmación de la vida, corre peligro de muerte. Así dice la  dedicatoria de este libro: 
        A la  memoria de
            HERMAN KOEHLER,
            director  de la filial de Stuttgart
            del  Deutsche Bank y miembro del
            Consejo  de Administración de Daimler-Benz,
            único  integrante de la dirección
            que  ofreció resistencia
            a la  utilización de mano de obra esclava
            que  convirtió a las fábricas del Reich
            en  campos de concentración
            y  trabajo forzado,
            condenado  a muerte por ello
            y ejecutado en 1943.
        Allí donde la historia ejecuta, el poema, en tanto posterioridad, no  situado en la actualidad sino en el “después” que se vuelve el “aún”  (“Auschwitz, aún”), allí el poema redime en su decir los hechos  traumáticos. Lo hace como una traducción de la vida en epifanía, palabra  encontrada, recién hecha, común y al mismo tiempo atesorada: tesoro pendiente,  don pendiente de ser descubierto al abrir como por azar un libro de poemas,  cualquier página de Poemas pendientes,  poemas que dependen de nosotros mismos para ser de nuevo, como una tarea en  común. Por eso ante la poesía pendiente, como Alonso predica de Arlt, hay que ocuparse. “Ocúpense de la  poesía”, dice Rodolfo Alonso: es decir, ocupémonos de nosotros mismos.