NUESTROS MODELOS DE ESPANTO
Roberto Bolaño y la Novela Criminal
Por Juan Carlos Moraga
"Soñé que era un detective viejo y enfermo y que buscaba gente perdida hace tiempo. A veces me miraba casualmente en un espejo y reconocía a Roberto Bolaño"
Roberto Bolaño
1. UN PARADIGAMA DE LA NOVELA CRIMINAL:
“La historia se escribe después de las catástrofes”
Bertold Brecht
¿Qué es la literatura criminal? Pues es la literatura que gira en torno al problema del crimen, de los detectives y los criminales, pero también un espacio habitado por símbolos que hay que descifrar; enigmas. La literatura genera modelos de percepción, matrices para interpretar al texto y la vida, una de estas matrices de percepción es lo que llamaremos novela criminal. ¿Por qué matrices de percepción? Porque nos predisponen a un trabajo de interpretación. La novela criminal es aquella que, como su nombre indica, gira en torno a un crimen, a su enigma y su resolución -o a la imposibilidad de su resolución(1)-, teniendo un modelo arquetípico de personaje: el detective.
El relato criminal constaría de dos series temporales que organizan y determinan el problema. Aquí otra aclaración: el crimen siempre es un problema, no solo para la victima que lo padece -la mayoría de las veces con consecuencias fatales-, sino que es un problema lógico o bien un “puzzle”, una serie de piezas diseminadas que deben ser vueltas a ensamblar para revelar la verdad. El problema del crimen, entonces, tendrá dos fases: “el tiempo de la investigación después del crimen y el tiempo del drama que conduce a él.” Aquí hay dos historias: la del crimen y el de la investigación.
Se examina indicio tras indicio, pista tras pista, es un proceso de aprendizaje. Como en la novela de Agatha Christie, El crimen del Oriental Express, donde lo que ordena la narración es la seguidilla de doce personajes y sus respectivos interrogatorios, doce voces que conjugadas serán la investigación: un prólogo y un epilogo. Así también, Los detectives salvajes se ordena como un “sándwich”: a modo de prólogo la primera parte del diario de García Madero, luego la sucesión esquizofrénica de entrevistas para terminar con un epílogo que sería la segunda parte del diario de García Madero.
Cito el caso de Agatha Christie porque es una estructura muy semejante a la de Bolaño, no solo por esa especie de polifonía de personajes diversos, conflictuados y marginales, sino porque el verdadero análisis, es meta-textual: la historia consiste en realidad en explicar cómo puede cumplirse el relato mismo, cómo es posible narrar este crimen y escribir este libro.
En la literatura criminal siempre nos encontramos ante dos historias: una ausente, pero real, el proceso que llevará a comprender y explicar el crimen, y que solo se hará presente en tanto se acompañe el relato y el trabajo de deducción de este, y otra historia, ésta presente pero insignificante en tanto evidente, el crimen mismo, consumado.
Por otro lado el crimen se trata generalmente de un conflicto consumado en un hecho de violencia o un acto “ilegal” narrado, a partir del eje del deseo: siempre se trata de terrores, angustias, infamias, proyectos absurdos y fantasiosos. Solo se llega al crimen por un juego complejo donde se unen procesos sofisticados de razonamiento y lo que podríamos llamar “un desorden del espíritu”. Pero será la “recta razón” la que develará el misterio, comprendiendo y dándole una solución. El crimen es exceso: una pasión en exceso, una codicia en exceso, todas motivaciones que llevan a la muerte.
La novela criminal, entonces, funciona en tanto el mecanismo crimen, por medio del detective, es capaz de articular un sentido en torno al enigma: basa su estructura en la relación misterio/develamiento, misterio que toma la forma de un crimen. Este eje podría referir especialmente a la obra de Bolaño: siempre hay algo que desaparece, ¿y en última instancia que es eso que deja de estar? Bueno, podemos dar una respuesta peregrina, como diría Bolaño, lo que desaparece en el crimen de la novela es el orden de los objetos en el mundo, o de los cuerpos en el campo de batalla como diría Deleuze parafraseando a Leibniz.
La novela criminal es una maquina de lectura: ya que se enfrenta al enigma de reconstruir un sentido que se ha perdido, además la idea de maquina de enigmas nos acerca a la mítica Enigma, primer máquina que disponía de un mecanismo de cifrado rotatorio que permitía usarla tanto para cifrar como para descifrar mensajes. En la literatura criminal hay un signo privilegiado: el enigma (el crimen) y un proceso de reconstrucción de ese signo. Una causa -teñida de sangre- que desencadena la semiotizacion de la realidad, la recuperación de sentido en tanto se reordena los signos del misterio en torno al proceso deductivo medianamente racional llevado adelante por el detective(2).
2. ¿QUE ES LO SALVAJE DE LOS DETECTIVES SALVAJES?: El detective, etapa superior del héroe.
"Tengo miedo de escribir, es tan peligroso. Quien lo ha intentado, lo sabe. Peligroso de resolver en lo oculto y el mundo no va a la deriva, está oculto en sus raíces sumergidas en las profundidades del mar. Para escribir tengo que colocarme en el vacío."
Clarice Lispector
Como plantea Pablo de Santis, en Los enigmas de París: al situarlo en la fecha de su aparición, pleno siglo XIX, donde se conjugan hermosamente todo el sueño ilustrado de la razón y el progreso y la pasión romántica por el misterio y lo sobrenatural, el detective adhiere al positivismo y por otro lado mantiene un costado romántico, como si fueran los últimos caballeros de una orden que está pronta a extinguirse.
Habría que ver en el surgimiento del detective un nuevo tipo de héroe: el héroe quieto. La novela criminal nace con ese héroe que está dentro de un cuarto (de hecho, el caso más paradigmático del género es el llamado “caso de la habitación cerrada”) y tiene la mirada puesta en lo mínimo, en lo microscópico. Este giro se explicita en un cambio de instrumento radical: mientras que en la novela de aventuras lo que aparece es el catalejo o el telescopio, instrumento de visión pero que trabaja a la distancia; el detective opta por la lupa. Este viene a ser un instrumento de lectura, y es por medio de ese instrumento como el detective lee el detalle, así como el lector lee las pistas que el autor le brinda. Se trata de ver la verdad en lo menos evidente, en lo marginal, lo que está escondido.
Si hay verdad, o mas bien si hay una necesidad de verdad en tanto se ha enturbiado la realidad, debe haber alguien encargado de comprenderla, de revelarla al (o junto al) lector. Esta es la figura del detective(3). Como señala Lacan en su seminario sobre “La Carta Robada” de Poe: “el detective es aquel que está allí y ve lo que está, pero nadie ve: el detective, podría decirse es el que enviste de sentido la realidad brutal de los hechos, transformando en indicios las cosas, correlacionado información que aislada carece de valor, establecido series y ordenes de significación.”
La realidad y el enigma, se transforman en manos del detective en una serie de claves cifradas capaces de ser traducidas y desencriptadas, que restituirán el orden más allá de lo irreversible del crimen, más allá de la acaecida pérdida de sentido. Bolaño titula a su novela Los detectives salvajes. Bueno, ya hemos intentado explicar que es esto del detective, pero ¿qué es lo salvaje de esos detectives? Para Juan Villorro “A Bolaño solo le interesan los cabos sueltos, es un investigador” y para aquellos que han leído la novela no es fácil relacionar al personaje Arturo Belano con Bolaño. Pero esto no agrega mucho, en principio, sobre el problema del salvajismo…
Según la RAE, salvaje es:
1. adj. No cultivado. Se aplica a las plantas silvestres.
2. adj. Se dice del animal que no es doméstico, y generalmente de los animales feroces.
3. adj. Sumamente necio, terco, zafio o rudo.
5. adj. Se decía de los pueblos primitivos y de los individuos pertenecientes a ellos.
6. adj. coloq. Dicho de una actitud o de una situación: Que no está controlada o dominada.
7. adj. coloq. cruel (‖ insufrible).
Tomaremos estas dos últimas ideas como las centrales: la crueldad y lo incontrolable (aunque las de sumamente necio, terco, zafio o rudo también nos servirán). Ignacio Echeverría ha sostenido que la figura principal de Bolaño es el poeta (Ulises y Arturo en Los Detectives, Weider en Estrella Distante, el sacerdote de Nocturno de Chile, Benno von Archimboldi en 2666): ¿y qué es un poeta? Un investigador heterodoxo de lo real, un detective que desde la irracionalidad de la vida literaria reconstruye en el relato el sentido perdido.
Bolaño escribe sobre poetas que investigan el reverso de las cosas y transforman la experiencia en obra de arte, así como Piglia ve en el detective la variante popular del intelectual, hombre que busca conexiones y una teoría que explique el entorno, Bolaño plantea al poeta como detective de una realidad descarnada, bastión último de la reconstrucción del sentido, a costas de un destino siempre cifrado por la tragedia (quizás por que si bien el destino en si no es trágico si lo es el de la poesía o de quienes la ejercen como un oficio penitente).
Por eso para Villorro Bolaño es un “autor policiaco en las sendas no de Chandler sino de Sófocles, escribe sobre los que no saben, todavía, que son culpables.”(4)
Juan Carlos Moraga: nació en Santiago de Chile en 1983 y desde hace 10 años
vive en Bs. As (aunque aclara que, como Lihn, “nunca salí del horroroso chile”)
Publica semanalmente en la pagina del Centro de Estudios Sociales Avance y una
vez por mes en MargenCero, además de algunas cosa en Critica.cl, Esperando a
Godot, Esperpentia, y algunas revistas españolas de poesía. Suele Arrepentirse
rápidamente de cada cosa que escribe.
Estudia sociología en la UBA y actualmente trabajo de docente, investigador y
bibliotecario. Quiere ser escritor.
NOTAS
(1) Esta idea es una relectura del trabajo de Roman Guber realizado en la antología “La Novela Criminal”, publicada por Tousquet en 1982.
(2) Pero a partir de la novela negra como sub genero dentro de la novela criminal se agregara al análisis dos factores mas, un proceso medianamente ético y medianamente emocional.
(3) Figura muy semejante a la del intelectual o el científico, y esta semejanza ha sido explotada pro ejemplo por Piglia en su novela “Respiración Artificial.”
(4) Prologo a “Bolaño por si mismo”