ROBERTO BOLAÑO: GENIO Y FIGURA
La leyenda del gran escritor
Por Héctor Pavon
Revista Ñ. 22 de septiembre 2007
Por momentos parece que el fervor de sus fans en toda América latina excede incluso los límites de una pasión. Roberto Bolaño, muerto a los 50 años, tiene todas las condiciones para ser considerado el gran escritor latinoamericano contemporáneo. ¿Pero lo es? Aquí, qué piensan Isabel Allende, Darío Jaramillo, Fernando Vallejo, Fogwill, Alberto Fuguet y 39 autores jóvenes reunidos hace poco en Colombia.
La palabra leyenda viene de legenda, que en latín significa "lo que debe ser leído". Hay consenso, un acuerdo de masas lectoras, un dogma, que sostiene que Roberto Bolaño es una leyenda y que debe ser leído.
También circula una certeza: Bolaño, el fallecido escritor chileno, multiplica sus lectores en forma permanente. Quienes lo leen se transforman en seguidores y suelen pasar al estadio de fans como si esa estrella a alcanzar fuera un Jim Morrison (muy escuchado por Bolaño). Y aunque sus restos hayan sido cremados y sus cenizas arrojadas al Mediterráneo, la procesión de sus fieles marcha constante y segura en busca de sus secretos, de nuevos poemas y cuentos como los que se publicaron recientemente. Van en busca de un Bolaño que tal vez no exista pero que se construye, destruye y reconstruye en sus miradas, lecturas y relecturas. Bolaño era chileno pero se reconocía como un autor latinoamericano. Hoy podría ser un escritor del mundo, su letra ya se tradujo al inglés y se vende de forma notoria en Estados Unidos, la meca de la venta literaria masiva; su voz y su imagen es reproducida al infinito en youtube.com; documentales, ensayos, tesis y monografías lo reviven en medios de comunicación y universidades. El fenómeno marcha.
"Con la muerte de Bolaño empieza una leyenda", dijo Enrique Vila Matas. Esa leyenda está viva. Repiquetea por el mundo entero. Pero sería más justo decir que recién comienza, que el efecto Bolaño está subiendo la curva y que todavía se lee por primera vez, todavía se está descubriendo. Su muerte temprana a los 50 años esperando un hígado fue el primer renglón de la construcción de un mito al que Bolaño contribuyó casi de forma directa. Murió el 14 de julio de 2003, en el hospital Valle de Hebrón de Barcelona. Pasó diez días en coma sufriendo por una complicación hepática mientras esperaba en vano un trasplante. Dejó textos terminados para su publicación y otros inconclusos. Estaba preocupado por el futuro económico de su mujer y sus hijos. Entre esos papeles quedaban cinco textos que por un acuerdo entre editor y familia dieron origen a la tremenda novela llamada 2666, en la que llevó al extremo su capacidad imaginativa y fabuladora en torno de un personaje que retoma la figura del escritor desaparecido, en este caso, Benno von Archimboldi y donde también se exhibe el horror del feminicidio de Ciudad Juárez, México, donde las mujeres suelen ser presa de caza. Gracias a la buena relación entre los familiares y el editor de Anagrama Jorge Herralde, este año llegaron a la Argentina los textos encontrados y reunidos en El secreto del mal y La universidad desconocida (Anagrama). También llegaron, caros pero imperdibles, ejemplares de poesía reeditados como Los perros románticos y Tres (Acantilado).
En El secreto... hay relatos aparentemente sin terminar, ensayos, referencias y algunas admiraciones sobre la literatura argentina y una mirada irónica sobre Evita y Perón puesta en boca de V. S. Naipaul. Allí denosta a Osvaldo Soriano, relativiza a Roberto Arlt y se rinde ante Jorge Luis Borges, Ricardo Piglia, Osvaldo Lamborghini, César Aira, entre otros. Dice: "De estas tres líneas más vivas de la literatura argentina, los tres puntos de partida de la pesada, me temo que resultará vencedora aquella que representa con mayor fidelidad a la canalla sentimental, en palabras de Borges. La canalla sentimental, que ya no es la derecha (en gran medida porque la derecha se dedica a la publicidad y al disfrute de la cocaína y a planificar el hambre y los corralitos, y en materia literaria es analfabeta funcional o se conforma con recitar el Martín Fierro) sino la izquierda, y que lo que pide a sus intelectuales es soma, lo mismo, precisamente que pide a sus intelectuales, que recibe de sus amos. Soma, soma, soma Soriano, perdonáme, tuyo es el reino. Arlt y Piglia son punto y aparte. Digamos que es una relación sentimental y que lo mejor es dejarlos tranquilos. Ambos, Arlt sin la menor duda, son parte importante de la literatura argentina y latinoamericana y su destino es cabalgar solos por la pampa habitada por fantasmas. Allí sin embargo, no hay escuela posible. Corolario. Hay que releer a Borges otra vez".
La conquista de E.E.U.U.
"Nocturno de Chile es lo más auténtico y singular: una novela contemporánea destinada a tener un lugar permanente en la literatura mundial". El elogio era de Susan Sontag y fue ella misma quien, en una rueda de prensa en Oviedo, en ocasión de recibir el Premio Príncipe de Asturias 2003, cargó contra los "falsos escritores", los "escritores mercenarios", y por el contrario dijo: "De lo que he leído en los últimos años, me gusta mucho Roberto Bolaño. Es una pena que haya muerto tan joven. Escribió mucho y estaba empezando a ser traducido al inglés, pero le quedaba tanto por escribir..."
Bolaño desembarcó en Estados Unidos con varios títulos. Los detectives salvajes (The savage detectives) se editó este año en EE.UU. traducido por Natasha Wimmer. El periodista francés Jean Francois Fogel dice que al llegar este año a las librerías estadounidenses, la apreciación sobre Bolaño parece definitiva. Eso es así, especialmente, tomando en cuenta el extenso artículo del The New Yorker. Una de las palabras clave que utiliza la revista es "infrarrealistas", el nombre del grupo poético de Bolaño en su etapa mexicana. "Cuando los yankees se preocupan del infrarrealismo (de manera global el mundo nota el exceso de realismo en la manera gringa de actuar) no se puede negar que pasa algo", dice Fogel en su blog. Daniel Zalewski, el periodista del The New Yorker termina afirmando: "es un estilo que se merece su propio nombre: modernismo visceral". Fogel agrega: "La culpa del mundo hispanohablante es tener al producto Bolaño sin tener al servicio de marketing para vender el producto. Los ingenuos latinos hablaban de libros, los maestros del comercio proponen otra cosa: 'modernismo visceral'. Con este nombre, se va a vender como pan caliente." Con Los detectives... Bolaño ganó el Premio Herralde de novela 1998 y un año después el Rómulo Gallegos.
Alex Abramovitch, en The New York Times, confirma de manera indirecta la nueva definición del escritor chileno en otra larga reseña. Recupera el término "realismo visceral" que utiliza el autor en su novela para señalar: "Los realistas viscerales tienen altas aspiraciones, pero Bolaño es demasiado pegado a la realidad para ablandarse". James Wood -crítico, profesor de Harvard y editor de The New Republic- escribió un ensayo publicado en The New York Times con el título "The Visceral Realist", en el que se refiere a la edición de The Savage Detectives como el momento en que Bolaño deja de ser un autor de culto en los Estados Unidos y se vuelve una necesidad compartida por cada vez más lectores. "Hasta hace poco", escribe Wood, "había incluso algo, un código masónico en la manera en que el nombre de Bolaño pasaba de boca en boca entre los lectores de este país". Luego añade: "Este fabulador chileno, maravillosamente extraño, a la vez un realista enraizado y un lírico de lo especulativo, que murió en 2003 a los cincuenta años de edad, ha sido reconocido ya desde hace algún tiempo en el mundo hispanohablante como uno de los más grandes e influyentes escritores modernos".
El hecho de penetrar las fronteras estadounidenses ha sido fundamental y le dio actualidad a la letra de Bolaño. También hay que notar que se trata de un escritor muerto y eso permite armar no una leyenda sino varias. También hay realidades: siete traducciones al inglés en tránsito y, entre ellas, probablemente 2666. "Entonces, echamos una visceral bienvenida al Bolaño nuevo, conquistador del territorio gringo", concluye Fogel.
La eterna búsqueda
Roberto Bolaño nació en Santiago de Chile en 1953 y creció en ciudades diversas como Los Angeles, Valparaíso, Quilpué, Viña del Mar y Cauquenes. Con 13 años, se trasladó con su familia a México donde su principal refugio era la biblioteca pública de Ciudad de México. No terminó el colegio, tampoco entró en la universidad. Paradójicamente, hoy existe la cátedra Roberto Bolaño en la universidad Diego Portales de Santiago de Chile.
1973, cae la Unidad Popular de Salvador Allende. Bolaño vuelve a su país después de un largo viaje en ómnibus, a dedo y en barco con la idea de unirse a la resistencia contra la dictadura pinochetista. Muy pronto lo detienen en Concepción y lo liberan luego de ocho días gracias a la ayuda de un compañero de estudios en Cauquenes que se encontraba entre los policías que lo habían detenido. Años después diría que no tiene nada que decirle a Allende, que "los que tienen el poder (aunque sea por poco tiempo) no saben nada de literatura, sólo les interesa el poder".
En su regreso a México junto con el poeta Mario Santiago Papasquiaro (inspiración para modelar a Ulises Lima en Los detectives salvajes) fundó el movimiento poético infrarrealista, que, surgido en tertulias del Café La Habana, se opuso con furor a los pilares hegemónicos de la poesía mexicana y también al establishment literario (con Octavio Paz como figura preponderante). Bolaño y Papasquiaro se destacaron por su poesía cotidiana, disonante y con elementos dadaístas.
"Se podría sostener que el infrarrealismo lo determinó como escritor de la misma forma que el alejamiento de la corriente le permitió iniciar su carrera como novelista. México para él fue central, porque lo determinó como escritor (...) el México nocturno, el México de las calles, del habla cotidiana, de un destino quebrado y a veces trágico, y el humor lo cautivaron. No es casualidad que sus dos más grandes novelas las haya centrado en México, Los detectives salvajes y 2666", comentó el narrador Juan Villoro.
Tiempo después emigró a España, a Barcelona, donde ya vivía su madre. Vendimiador en verano, vigilante nocturno de un camping en Castelldefels, vendedor en un almacén, lavaplatos, camarero, estibador en el puerto, basurero, recepcionista, fueron sus actividades hasta que se convirtió en escritor de tiempo completo. También fue buen ladrón de libros, cuando no los podía pagar.
En 2004, un año después de su muerte, obtuvo el premio Salambó a la mejor novela en castellano, por 2666. El jurado del premio se refirió a la novela ganadora, como "el resumen de una obra de mucho peso, donde se decanta lo mejor de la narrativa de Roberto Bolaño". Una novela que "contiene mucha literatura, que supone un gran riesgo y lleva al extremo el lenguaje literario" de su autor.
Bolaño estalla en Internet. Hay miles de blogs literarios que dedican parte o su totalidad a homenajear y discutir su obra. Los detectives salvajes y Estrella distante son las obras preferidas por los cyberlectores. Muchos de ellos, lectores profusos, trazan una línea de continuidad y buscan conexiones entre Los detectives... y Rayuela de Julio Cortázar o Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal. Los foros rescatan no sólo su calidad literaria, sino también el eterno camino en busca de personas perdidas, amores, esencias y territorios de los personajes de Los detectives..., Estrella distante, o 2666.
Santificado en el presente, Bolaño fue en vida un personaje que solía fustigar a sus enemigos literarios. Despreciaba de frente. Sobre la autora de Paula dijo: "Me parece una mala escritora simple y llanamente, y llamarla escritora es darle cancha. Ni siquiera creo que Isabel Allende sea escritora, es una 'escribidora'". Allende le devolvió: "Eché una mirada a un par de (sus) libros y me aburrió espantosamente". Cuando murió Bolaño agregó: "No me dolió mayormente porque él hablaba mal de todos. Es una persona que nunca dijo nada bueno de nadie. El hecho de que esté muerto no lo hace a mi juicio mejor persona. Era un señor bien desagradable".
"Skármeta es un personaje de la televisión. Soy incapaz de leer un libro suyo, ojear su prosa me revuelve el estómago", calificó Bolaño. Por su parte, el ex colombiano Fernando Vallejo aseguró que la prosa de Bolaño es demasiado simple, plana, elemental, "del tipo yo Tarzán, tú Chita". A esta lista se sumó el poeta colombiano Darío Jaramillo: "Bolaño es mago de un solo truco, retorcido (como un remolino), adornado truco, pero siempre igual a sí mismo. Es ahí cuando uno puede ver con nitidez la diferencia entre la pobreza -maquillada- y la difícil y maravillosa sencillez."
Bolaño tuvo otro altercado con su paisana Diamela Eltit. Ella lo invita a cenar a su casa; después él publica en Ajoblanco una crítica despiadada contra su menú y contra su anfitriona. Eltit: "«ése es un tema sobre el cual yo prefiero restarme. En parte porque ahí pasó algo absurdo, hipermagnificado. Bolaño está muerto; yo prefiero no decir una palabra sobre alguien que ha muerto".
Javier Cercas, autor de Soldados de Salamina, texto en el que Bolaño cumple un papel, sostiene que hay dos leyendas en torno al escritor chileno. Una, es la que construyeron los otros, sus lectores, sus fans y otra, la del mismo autor. Ambas leyendas no se ajustan a la realidad, pero la que escribió Bolaño tiene la inmensa ventaja de que es, en cierto sentido, "más verdadera que la verdad, mientras que la otra es en lo esencial mentira o una mentira forjada con ingredientes de la verdad, que es la forma más cabal de la mentira. La leyenda que Bolaño construyó en sus libros vivirá muchos años, o eso es lo que yo creo; la que han construido los otros se esfumará pronto, o eso es lo que yo espero".
El escritor español suma hechos en favor de la construcción mítica del recuerdo de Bolaño: murió joven; murió en el mejor momento de su carrera; murió dentro de cierta propensión mitómana del medio literario (con una cuota de hipocresía) de hablar bien de los muertos, entre otros elementos. "La historia de la literatura, como la otra, abunda en ejemplos de este tipo de canonización tras una muerte prematura, así que no hay de qué sorprenderse, al menos en lo que se refiere a este punto; en lo que a otros se refiere no ocurre lo mismo -dice Cercas-. Nada permitía presagiar, por ejemplo, que el mismo hombre que escribió La pista de hielo escribiera sólo tres años más tarde Estrella distante, y seis años después Los detectives salvajes; que entre 1996 y 2003, año de su muerte, escribiera lo que escribió entra de lleno en el terreno de lo asombroso".
Todavía hay que dejar reposar su literatura para poder discernir si la obra de Bolaño sobrevivirá al paso del tiempo y a la de sus lectores fans que califican su obra entera como magistral, casi sin matices, todas en el mismo nivel de calidad. Muchos de sus nuevos y jóvenes lectores se asoman con ansias de investigar sobre su vida, y también muchos se desilusionan al encontrar una vida breve donde la intensidad está puesta en la literatura que superó ampliamente a su vida real. Hoy la única discusión posible gira en torno a las altas calificaciones que generan sus libros. La única pregunta que se permite hacer en esta iglesia pagana es si Bolaño es genial o extraordinario.
En la última entrevista que dio Bolaño, a la periodista Mónica Maristain de la revista Playboy de México, puso en aviso a los obsecuentes. Ella le preguntó: "¿Qué dice de los que piensan que Los detectives salvajes es la gran novela mexicana de la contemporaneidad?". El contestó: "Lo dicen por lástima, me ven decaído o desmayándome en las plazas públicas y no se les ocurre nada mejor que una mentira piadosa, que por lo demás es lo más indicado en estos casos y ni siquiera es pecado venial".
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La máquina literaria
FOGWILL ESCRITOR ARGENTINO. AUTOR DE "LOS PICHICIEGOS"
Bastaba su ademán para señalar un punto de ambigüedad o inexistencia que se convertiría en una meta de la vida de su interlocutor. Una frase tirada al pasar, o la mera sinopsis de una trama que jamás escribiría podía inseminar una novela asombrosa: siguen imprimiéndose ejemplares de Soldados de Salamina para probarlo.
El mismo era una novela maravillosa y tantos andan buscando recursos para escribirla que pronto se volverá el Mario Santiago o Ulises Lima de los que vendrán y es tal su fuerza, que alguno acertará generando una ficción a la altura de su obra. La novela Roberto, pensada como gran ejercicio de un taller literario, lo volvería el primer taller y el primero en adquirir un carácter literario.
Como Aira, Bolaño es un autor literario que hizo de su vida una trama. Discípulo inconfeso de sus compatriotas Varela y Maturana, desarrolló un arte, la autopoiesis, aplicada a la poesía, la narrativa, la argumentación ensayística y a la red de hostilidades y amores con que tejió su vida. Pasé años atormentando a la redacción de El Mercurio y a los lectores chilenos por insistir en Bolaño como el mejor narrador argentino, fórmula que importunó casi tanto como el artefacto de Nicanor y su graffiti ¡Un hígado para Bolaño!
En Sudamérica se siguen celebrando sus tres obras menores, de ocasión. «zLa literatura nazi en América, que es un ejercicio paródico de variaciones borgeanas llamado a ajustar cuentas con el fantasma de Miguel Serrano, parece compuesto para eludir pensar en América. Nocturno de Chile y Estrella distante -que pretenden ajustar cuentas con el crítico Ignacio Valente y el poeta Raúl Zurita- están escritos con retazos de su grandes relatos y como si compartiese las ideas más convencionales de la dictadura, es decir, las que el régimen sembró para borrar su verdaderas huellas: la próspera transición chilena.
Paradojas de la prensa: disecado por todos, desde el ABC y El País de Madrid hasta El Mercurio y The Clinic chilenos, le tocó a Ñ publicar el comentario más acertado sobre Bolaño, cuando, este mismo mes, a propósito de El secreto del mal, el crítico Fermín Rodríguez se atreve con el ars poetica del autor, su eterno diálogo con la literatura argentina y los fantasmas de Borges y Lamborghini, y la concepción de la literatura como máquina inexorable que opera sin reparar en las voluntades y las vanidades que la mantienen en marcha.
El elegido de los jóvenes
EZEQUIEL MARTINEZ
Admito que fui de los que observaban con desconfianza el fenómeno Bolaño. Un poco por desconocimiento de su obra, y más porque siempre miré de reojo el éxito post mortem de un escritor. Si bien es cierto que cuando murió el 14 de julio de 2003, Bolaño ya había sido reconocido con el Premio Herralde,1998, y el Rómulo Gallegos, en 1999, su obra comenzó a inflarse con inéditos y cientos de páginas recuperadas de su computadora (los más de mil folios de su novela inconclusa 2666; muchos de los poemas reunidos en La universidad desconocida; la flamante edición de cuentos y textos interrumpidos agrupados en El secreto del mal). De pronto, Bolaño estaba aquí, allá y en todas partes.
Estuvo, también, en boca del grueso de los escritores que participaron el mes pasado en "Bogotá39", un encuentro que reunió a un seleccionado de jóvenes talentos literarios menores de 39 años. Una de las preguntas convocantes fue: "¿Qué está pasando en la literatura latinoamericana actual?". Pregunta difícil. Una mañana, en una de las charlas que se llevó a cabo en la Universidad Nacional de Colombia, el ecuatoriano Leonardo Valencia se atrevió a definirlo: "¿Qué está pasando? ¡Está pasando Roberto Bolaño!"
Con el correr de las jornadas, el nombre del chileno sobrevolaba con insistencia las charlas públicas y privadas. El colombiano Antonio García lo señaló como uno de los autores que más lo había marcado a la hora de escribir; los argentinos Gonzalo Garcés y Andrés Neuman lo adoptaban como pariente ("es un padrastro para los escritores de nuestra generación", decía el primero, mientras el segundo trataba de minimizar la condición de "ahijado" con que lo bendijo el propio Bolaño en un artículo: "La literatura del siglo XXI pertenecerá a Neuman y a unos pocos de sus hermanos de sangre"); el peruano Iván Thays, que en su blog había escrito que el encuentro de Bogotá debía subtitularse "Con rastros de Bolaño", comentó: "Así como a García Lorca lo calificaron el andaluz profesional, a Bolaño habría que llamarlo el latinoamericano profesional". Bolaño ya no era chileno; los escritores lo adoptaban como propio, como si fuera uno de esos ríos caudalosos que atraviesa varias fronteras.
Un autor muy contemporáneo
ALBERTO FUGUET ESCRITOR Y CINEASTA CHILENO. AUTOR DE "LAS PELICULAS DE MI VIDA".
Desde El gaucho insufrible a 2666 (con todo lo exagerada que es), a Entre paréntesis y El secreto del mal, Bolaño muerto, borrada toda su obra publicada en vida, sería un escritor mayor. De ahí el boom, creo. Un boom que ya estaba alcanzando un estatus de culto en vida.
Sin duda que morir tan joven ayuda. Eso se sabe, lo eleva a mito, pero creo que estaríamos hablando del mismo fenómeno: un escritor serio, importante, transformado en escritor de culto y, a la vez, de "superventa" global, que cuenta con el beneplácito unánime tanto de la crítica más exigente como de los lectores más jóvenes. Su prosa es fácil, precisa, limpia, no barroca, y utiliza de forma envidiable una técnica cinematográfica: pasa del plano más general al primerísimo plano y transforma la anécdota más mínima en un cuento complejo.
Por eso Bolaño también gusta tanto: parece, como Cortázar, muy contemporáneo y, sobre todo, fácil de imitar. Y no lo es.
Uno de los temas de Bolaño era la literatura y los escritores pero eso era una fachada: el verdadero tema, quizás, es el desplazamiento y la falta de tiempo.
Prefiero sus libros de relatos (varios de sus cuentos están entre mis favoritos, partiendo por "Ultimos atardeceres en la tierra", un cuento clásico instántaneo además de uno de los que más ha emocionado jamás), pero Los detectives salvajes es el tipo de novela que transforma a un escritor en un autor de culto.
Bolaño es, entre otras cosas, un autor que se dio a conocer -al que se empezó a querer- en la Red. El boca a boca fue -así lo percibo, al menos- cibernético. La cosa póstuma lo ayuda, claro, lo transformó en mito. Duele, enrabia y llena todo de misterio.
También ayudó el factor "rabia" y "kamikaze" de sus últimos años: esto de que disparara contra todos los autores del establishment, lo hizo una figura políticamente incorrecta, y se necesitaba esto.
Está eso de que sigue publicando sin estar vivo. Es -claro- algo insólito y fascinante. Bolaño, además, se adelantó en muchas cosas a su tiempo y esto creo que sobrepasa el tema póstumo: un autor que gusta a los autores; un autor literario que sin embargo se entiende y disfruta si no se es un autor; un autor joven que fascina a los jóvenes sin hablar en su lenguaje pero que toca repetidamente el tema de la juventud, del crecer, del rito de paso, de transformarse en hombre y, sobre todo, en creador; un autor totalmente pop, que utiliza como base la cultura actual (desde los asesinatos de Ciudad Juárez al cine B); un autor que enseña a escribir y a ser escritor o, mejor dicho, a ser un detective salvaje; un autor que juega deliberadamente con su autobiografía (tipo Kerouac); un autor Wikipedia -en el sentido que muchos de sus libros están armados a partir de biografías falsas, resúmenes de vidas y autores inexistentes-. Este ejercicio o idea, hace 30 años, no se hubiera entendido o simplemente hubiera caído pesado, hoy, en cambio, es totalmente contemporáneo.