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Roberto Bolaño
Entre paréntesis

Por Joaquín Marco
El Cultural de España, 15 julio 2004

 

La desaparición de Roberto Bolaño en 2003, en plena juventud y en su madurez creadora (había nacido en 1953) supuso una grave pérdida para la literatura en lengua española. Nos hallamos, pues, ante un libro póstumo, integrado por algo más de un centenar de textos ya publicados.

Ya publicados y escritos entre 1998 y 2003, que su recopilador y prologuista, Ignacio Echevarría, ha reunido y analiza brillantemente en unas pocas páginas introductorias, mientras seguimos a la espera de su, dicen, monumental 2666, que ha restado inconclusa. La fecha de inicio de la serie se corresponde con el éxito de su novela Los detectives salvajes con la que obtuvo el premio Herralde, el Rómulo Gallegos y el del Consejo Nacional del Libro y del Círculo de Críticos de Arte de Chile. Es decir, aquel exiliado que había llegado a Gerona, casi en la indigencia, se había convertido en uno de los valores más sólidos y reconocidos de la nueva literatura hispanoamericana, porque siempre habrá una nueva literatura.La ordenación de los materiales es excelente. Tras un breve autorretrato, se reproducen los textos de tres discursos, donde descubriremos la evolución del escritor en sus propias palabras. Los textos que siguen se reúnen bajo el epígrafe de “Fragmentos de un regreso al país natal”, a los que siguen “Entre paréntesis” (que dará título a la recopilación). Siguen “Escenarios”, espacios literaturizados, “Bibliotecario valiente”, donde se habla, cómo no, también de literatura, incluyendo aquí “Sevilla me mata”, un texto inacabado, “Un narrador en la intimidad”, donde habla de su propia producción y cierra el volumen una entrevista del autor con Mónica Maristani. El volumen contiene un útil índice onomástico.Una parte sustancial de los textos aquí reunidos trata de literatura. El autor se convierte en crítico personal, generalmente benévolo; pero, en alguna ocasión, se despierta su inconsciente dormido y combate lo que entiende como mediocridad con extremada dureza. De su benevolencia podríamos deducir la cantidad de veces que dictamina que un determinado autor forma parte de los tres o cuatro mejores de su promoción. Sumados, constituirían legión. Parece su indeterminada “promoción” y a ella le atribuye, tal vez, excesivos logros. Pero en su “Discurso de Caracas” (página 37) no se puede ser más directo y justo.Lo que le resultará más sorprendente a un lector que no conozca su obra es la mitificación de su espacio vital. Blanes, ciudad costera de la comarca catalana de La Selva le debe sino un monumento, que a Bolaño le hubiera, tal vez, incomodado, sí un alto reconocimiento. Por otra parte, muchas de las columnas proceden de las que publicó en “Diari de Girona” (traducidas al catalán). Algunas fueron aprovechadas más tarde para Las Últimas Noticias de Chile. Echevarría ha utilizado lógicamente la versión última, en ocasiones retocada. Y las que aparecieron en catalán, de las que no existe el original en castellano no se han incluido. Tal vez algún editor en catalán se atreva a alumbrarlas.Bolaño poseía un indudable sentido del humor, una capacidad para inscribirse en el texto hasta formar parte de él, una ironía que se agradece y, a la vez, una curiosa y eficaz intuición literaria. Descubre a Javier Cercas antes de que publique Soldados de Salamina y advierte de su futuro y traza una estupenda crítica del libro, del que habría leído ya el original. De hecho, la relación entre Bolaño y Cercas se da en Girona, siendo el último aún muy joven, apenas ingresado en la Universidad. No extraña, pues, que su permanencia entre nosotros le lleve a conjugar literatura española e hispanoamericana e incluso catalana cuando no provenzal (aunque admita que Jaume Vallcorba le gane en este terreno. No en vano el editor fue uno de los discípulos de Martí de Riquer y hoy se ha convertido en su editor). Fue un lector excelente, de amplias inquietudes, lo que no puede decirse de otros autores. En algunos casos puedo estar en desacuerdo con lo que dice, nunca en cómo lo dice. Tampoco son muchos. Uno podría decir con Echevarría, que con Piglia y Pitol hacen de la crítica una forma autobiográfica. En Bolaño todo parece convertirse –no reducirse a literatura– y nada cae fuera de este vasto territorio. Y es que la vida fue para Bolaño literatura azarosa y su muerte una tremenda participación.


Entre paréntesis

Roberto Bolaño
Anagrama. Barcelona, 2004.
366 páginas.
 

 



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Roberto Bolaño: Entre paréntesis,
por Joaquín Marco,
Fuente: El Cultural de España, 15 de julio de 2004.