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La ciudad que no es:
la posibilidad de un territorio poético
Presentación de La ciudad que no es, de Roberto Bescós.
San Antonio, 27 de junio de 2015
Por Luis Retamales Rozas
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La ciudad que no es de Roberto Bescós Concha (RiL editores, 2015) parte, para mí, en primera instancia, como un ejercicio perceptivo motriz de la escritura como memoria que se mueve, remueve en lo gráfico. Generando espacios de referencia identitarios recuperados por un habla arcaico en lo poético que va registrando una ciudad afantasmada. Cuando hablo de un ejercicio perceptivo motriz hablo de una manera de visualizar el lugar a través de la escritura, en este caso la ciudad y sus complejidades como un adelantamiento de la realidad que nos circunda y su mitología, para preguntarnos: ¿cuál es la ciudad que se recrea en esta escritura? Y recrear es una manera de decir ya que siempre se sospecha de dicha ciudad. Lo que se busca es ser testigo, dudoso de lo que pasó, o de lo que fue:
muchas muchas son las cosas que no domino como las inexactitudes/ desta relación vaga material turbio desdibujamientos que revelan la existencia de callejones ciegos en el lenguaje ignoro si lo que escribo sucede sucedió ocurre sí que me desespera el vértigo la tela picante que pende en el aire
Lo primero que podemos ver es un texto/documento, designado por un titulo común: “Topografías” y luego los 10 poemas-documentos. Luego encontramos la disposición gráfica del texto, saltos espaciales, la recuperación de la memoria en el habla. 10 poemas documentos/topografías del territorio para contar o la imposibilidad de contar: el presente como una manera del horror en la ciudad que tenemos en frente que es, no se puede contar.
El ejercicio perceptivo motriz que arma con la escritura Bescós es complejo ya que instala un habla, recupera arcaísmos, recupera y mitifica una ciudad, trae personajes, persigue una ciudad que siempre escapa: la ciudad imaginada y la ciudad vivida, la ciudad que fue y la que no. La sospecha que siempre se nos instala al ver lo que ese espacio de relaciones se nos presenta como una trama común, el lugar del que hablamos.
¿Cuál es la ciudad de Bescós?, me pregunto. San Antonio. Sí lo es. Brutalmente es San Antonio. Pero también es un pueblo abandonado. Es esa ciudad intermedia que no fue. La ciudad imaginada, la ciudad pensada y la ciudad recuperada. Lo que no fuimos es mucho más fuerte de lo que somos. El recorrido por los distintos niveles del territorio. Estos documentos son un eje de observación, donde el observador es un testimonial perpetuo del otro y del territorio que pasa por su propia identidad, sin saber nombrarla.
En este sentido el hablante lírico duda de una imagen para recomponerla, es la idea del presente, la ciudad que muere constantemente. Un estado del testimonio. La historia mítica, que nace en su mito pero que no es necesariamente ese mito sino su recuperación. Se habla de “Adelantar en la escritura” que “El grito quede en acta” y de “El archivo de lo inaudito”.
La grafía es una cartografía de una ciudad perdida pero verificable, memoria de la ruina. Nos sirve, esta cartografía/topografía/documentario como una matriz de análisis que sitúa la ciudad que no vemos y que siempre ha estado ahí. Hay una sensación de que la única ciudad nominada es esta, ya que la real no se puede representar, el testimonio del horror del presente, una ciudad intermedia. La ciudad que se presenta es un monumento poético local al derrumbe:
por ello el viento escala a empujones por las calles sucias inventadas impulso retomando aire un aire emputecido asciende por esquinas que le orientan hacia barrios atorados por dunas encementadas o que no figuran en el plano regulador cerros esqueléticos como aves que se asfixian en su propio vuelo
Hablar de la obra de Roberto Bescós es, a estas alturas, hablar de una obra reconocida y reconocible, que está instalada y posee una coherencia brutal. Reconocida a nivel nacional, es por definición la obra del litoral central y de San Antonio, ya que nace desde y hacia este lugar, no es por la anécdota del territorio, o por la imposición de las autorías de figuras que no le pertenecen a la Ciudad Puerto o al Litoral por valores foráneos. Hay una obra reconocible y sólida pero por sobre todo una maestría que tiene su respuesta en la coherencia de años de trabajo, y de colaboración con otras autorías y con la generación de políticas culturales y políticas de trabajos.
Esto es, a mi modo de ver, un acontecimiento cultural para la ciudad de San Antonio, por la importancia del texto, por la importancia de la obra, por la fuerza de relaciones que se ha trabajado para que esto sea posible. Hablamos de las colaboraciones del Buceo Táctico, de las conversaciones entre amigos para construir estrategias culturales que hagan posible la visibilidad de trabajos como los de Roberto Bescós. Los círculos de trabajo y afectos necesarios de gastar el tiempo para que Don Roberto, como le digo yo y siempre le diré, sea un camino a seguir, para muchos trabajos más y para otras escrituras. Necesario es nombrar el trabajo que se hizo y se sigue haciendo con el Buceo Táctico, y con otros amigos de la región.
Hablar para mí, entonces, de Don Roberto, es hablar de lugares de afecto. Hablar de Don Roberto y de este libro es el reconocimiento necesario de la obra más importante que tenemos y que debemos reconocer.
Un libro no es un libro. No es la representación ni un espejo de la realidad. Un libro es la posibilidad de construir una realidad, una realidad cultural que cada ciudad necesita. Necesita construir estrategias de trabajos. San Antonio, esa ciudad que nos convoca, está ante un acontecimiento cultural fundamental; es importante que la ciudad y todos estemos a la altura de eso.
