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Bolañismo y literatura mundial: 2010-2011

Por José Manuel López de Abiada
Iberoamericana. Vol. 13, Núm. 49 (2013) 

 



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Como bien sabemos, la recepción de la obra de Bolaño (1953-2003) ha tocado magnitudes asombrosas. Saltó a la fama con Los detectives salvajes (1998) y adquirió estatuto de escritor de culto con 2666 (2004), obra póstuma en la que trabajó con excepcional dedicación los últimos años de su vida, quizá sin lograr coronarla como hubiese deseado. Bolaño ha sido comparado con Pynchon y DeLillo, mas ya antes habían sido varios los críticos que consideraron que la relevancia y el alcance de Los detectives salvajes eran equiparables a los que en su día tuvieron Rayuela y Paradiso.

Si en Los detectives salvajes el autor perfila en filigrana un viaje errático y laberíntico, en 2666 pergeña un conjunto narrativo cuajado y vasto, concebido y parcialmente esbozado en sus años mozos. 2666 es un espacioso fresco, un mural que narra cinco historias enlazadas por dos asuntos capitales: los feminicidios en serie de Santa Teresa, heterónimo y trasunto, encarnación y simulacro de Ciudad Juárez, y los múltiples espacios y veneros en los que se genera y de los que mana la escritura. Ambas novelas tematizan la esperanza de la búsqueda y la eventualidad de la desorientación y de la errancia por mundos varios, en los que México es epicentro de una dilatada geografía. Roberto Bolaño fue, antes que narrador, poeta, y un maestro en las narraciones de distancia media, como muestran Nocturno de Chile (2000), Estrella distante (1996) o La literatura nazi en América (2000); y es también autor de un conjunto de cuentos memorables.

En el número 33 de Iberoamericana (2009, pp. 191-200) apareció la primera tanda de reseñas que valoraba una gavilla de estudios sobre la obra de Roberto Bolaño. Si en aquella ocasión había un terminus ad quem fijado en 2007, esta vez partimos de 2010 para respetar el principio de la revista de no enjuiciar o presentar obras aparecidas con más de tres años de anterioridad. Sin embargo, como cabe esperar, el racimo de títulos que se valoran en la presente reseña colectiva no puede reunir todas las monografías aparecidas en los últimos tres años, debido menos a la abundante cosecha de monografías publicadas que a la dificultad de acceder a algunas editoriales; mas también es cierto que están todos los que son, incluidos dos tratados a la vez singulares, exquisitos y exclusivos, coordinados y editados por Dunia Gras y Leonie Meyer-Krentler el primero, y Stefan Kaiser y Stefan Zweifel el segundo. Gras, excelente conocedora de la obra del creador de 2666, es autora de un estudio panorámico sobre casi toda la producción del escritor chileno, recogido en las actas de las Jornadas homenaje a Roberto Bolaño celebradas en Barcelona en octubre de 2004, edición valorada en la reseña colectiva mencionada del número 33 de nuestra revista. Kaiser, publicista, y Zweifel, traductor suizo de valía y crítico literario de renombre, han reunido informaciones novedosas y en parte reveladoras sobre la obra de Bolaño en un dossier memorable de la prestigiosa, esmerada y primoroso revista Du, editada en Zúrich.

Los bellos textos de Dunia Gras y Leonie Meyer-Krentler y las espléndidas fotografías de Sánchez que configuran el volumen titulado El viaje imposible. En México con Roberto Bolaño, fluyen conspicuos y serenos hasta desembocar y unirse en una imagen última: un vehículo que avanza raudo bajo un prominente panel encumbrado sobre férreos brazos-pilares hincados a ambos lados de una ancha calzada, cuyo horizonte amarillento se diluye en un cielo raso que se hunde. Una imagen de despedida en la que se agota el tiempo y, a la vez, también de llegada, porque en ella se abre la puerta de acceso a la obra del autor de 2666 y se vislumbra inconfundible el soñado viaje a México que la muerte negó a este escritor cosmopolita, nacido en Chile, formado en México D. F. y arraigado en España desde 1977. El mismo México que dormía agazapado en un cuento inédito en el ordenador del novelista, descubierto tras su muerte. Un libro digno de un escritor de culto.

Tanto el material gráfico y fotográfico como los textos reunidos en el dossier de Du fueron en su día (septiembre de 2011) una revelación para la nutrida legión de lectores de la obra del escritor chileno en los países de lengua alemana. Una parte relevante de las fotografías recogidas era inéditay procedía del archivo de la familia Bolaño; e inéditos eran asimismo los varios esquemas, registros, notas y bosquejos impresos procedentes de los cuadernos de apuntes del autor. Como es de esperar, los textos estaban concebidos en primer lugar para un público que conocía en parte la obra y la seguía a través de las traducciones alemanas; sin embargo, sabemos de fuente segura (del editor general de la revista, Oliver Prange) que los textos contentaron tanto a los incondicionales de su labor como a quienes la conocían a través de pocas lecturas o incluso sólo de oídas, y que la recepción del dossier superó las expectativas. No en vano se trataba a la vez de una edición especial por la belleza del objeto y la calidad de las aportaciones, y de un número extraordinario por la valía y originalidad de la documentación; una documentación por lo general poco conocida y en no pocos casos incluso inédita. Ése es el caso del retrato de Bolaño que ilustra la portada, obra del pintor Benjamin Güdel, y de las fotografías de Peter Tillessen sobre el motivo de la violencia, que apuntan a la parte de los feminicidios de 2666; y también de las varias escenas representadas en otros diseños de Güdel, o de la biblioteca imaginaria de Archimboldi, con modelos de libros de Bolaño en madera contrachapada, elaborados por los artistas suizos Lutz y Guggisberg. Los textos están muy bien calibrados, perfectamente ajustados a los temas que tratan y escritos con una agilidad, una elegancia y una voluntad de estilo poco frecuentes. Por lo demás, en el número extraordinario en cuestión, iniciados y neófitos hallan un venero temático que desemboca en dos acequias que vuelven a juntarse: a) la que conduce las aguas que manan de la añosa fuente de la traducción; y b) la que desemboca en el lago de la nueva literatura mundial, en la que tienen su lugar por méritos propios las dos novelas capitales, Los detectives salvajes y 2666, y de la que la segunda novela es paradigma por antonomasia. Dos aspectos –la traducción y la confección del sintagma de nuevo cuño “nueva literatura mundial”– sobre los que disponemos de una monografía de gran valía, reseñada en el número 46 de Iberoamericana (2012, pp. 255-257). Me refiero a Bolaño traducido. Nueva literatura mundial, de Wilfrido H. Corral, obra enla que el estudioso aborda el discurso desde una metodología innovadora y convincente. El libro de Wilfrido Corral tiene las virtudes del ensayo ágil y ceñido a los temas que trata desde un conocimiento extraordinario de las teorías literarias. Su aportación a la crítica bolaniana es, por tanto, fundamental, pues abre espacios, despeja horizontes y reconduce discursos que no han tenido en cuenta aspectos capitales sobre la recepción de la literatura latinoamericana en los Estados Unidos, a sabiendas de que se mueve a contrapelo de capillas y gremios establecidos.

Patricia Poblete Alday comienza su libro Bolaño: otra vuelta de tuerca con la exposición de una tesis capital nítida y trascendente, de trasfondo a la vez preciso y versátil, conciso y multidisciplinar: el motivo del apocalipsis como referente y objeto de análisis. Y ello desde la conciencia y la percepción de dos acepciones prioritarias: 1) el fin del mundo en que vivimos; y 2) el Libro de las Revelaciones, que narra la encarnizada lucha última entre fuerzas antagónicas primordiales, de la que el bien y la luz salen airosos sobre el mal y las tinieblas. Una tesis que confluye y centra el análisis, en la parte final del ensayo, en la novela 2666, cuya publicación había generado un doble traumatismo en las nutridas filas de lectores, discípulos y adeptos dispersos por varios continentes. Doble porque tras la muerte del escritor se sentían desasistidos en la lectura y vacilantes en la exégesis de una obra de más de mil cien páginas, cuya poética les era familiar en buena medida, pero que en la novela póstuma 2666 se ampliaba en mucho: la obra desbordaba con creces las lindes genéricas y temáticas acostumbradas, y abordaba motivos y argumentos de claro cuño e indudable pertenencia a la literatura mundial. A ello se sumaba otra “advertida” desasistencia: la muerte del creador convertía a la novela de título cifrado en documento último y le adjudicaba función y rango de última voluntad.

Patricia Poblete Alday, periodista, profesora y novelista, ha pergeñado un hermoso libro en el que, con voluntad de estilo y tono ensayístico sostenido, va respondiendo a preguntas capitales en doce breves capítulos que configuran las tres partes que constituyen su libro, elaborado durante una estancia de investigación posdoctoral en la Universidad Complutense de Madrid. Las partes van provistas de encabezamientos concisos, en perfecta concordancia con sus respectivos contenidos (“Figuraciones”, “Imaginarios”, “Perversiones”), y avanzan en un crescendo hermenéutico que alcanza puntos culminantes en los últimos capítulos de la segunda parte y en el cierre final. Una aportación imprescindible a los estudios sobre Bolaño.

Dice bien la estudiosa cuando afirma que ha intentado “mirar hacia atrás, desde 2666, que es el cierre ‘real’ de su [de R. B.] proyecto literario [...] para encontrar, en ese movimiento, los aspectos que caracterizan a dicha novela como finalidad y como fin” (p. 139). Y también convence cuando considera que 2666 “viene a ser aquello reprimido en el corpus previo, dando cuenta de lo siniestro tanto en su universo narrativo como en su estructura” (p. 137). De ahí que incluso los personajes más sospechosos de encarnar el mal se revelen paulatinamente en el discurso cuando menos merecedores del derecho a la presunta inocencia. Ello es así inclusive en figuras cuyas características y representaciones ficcionales apuntan a una culpabilidad posible, como en los casos de El Peregrino y Klaus Haas, que se revela chivo expiatorio y víctima de organizaciones oscuras, como es necesario que suceda en una ficción en la que el mal anda por doquier, que se configura cual masa gaseosa y adherente, y cual “agujero negro” que se materializa en los cuerpos de las víctimas. Cuerpos de mujeres asesinadas con sevicia bárbara y violencia autotélica (dicho sea al hilo del concepto de Jan Philipp Reemtsma), como prueba el centenar largo de fragmentos narrativos que se repiten con leves cambios en la “parte de los crí- menes”. En los cuerpos y en las almas, si se consideran los múltiples informes forenses o policiales, meras narraciones monológicas sin efectos concretos en la lucha contra “la bestia que sale a la superficie” con regularidad perentoria.

La investigación desarrollada por Daniuska González, se ha sustanciado en dos ediciones. La una corresponde a la versión presentada y defendida como tesis doctoral editada por la Editorial Académica Española en Saarbrücken [1]; la que aquí valoro –La escritura bárbara. La narrativa de Roberto Bolaño– es la versión destinada a un público lector más amplio, asimismo interesado en la obra del escritor chileno, aunque sin pretensiones tan elevadas como las de los críticos ironizados en la parte correspondiente de 2666. Objetivo primordial de la estudiosa es el análisis del motivo del mal como discurso en los varios registros y formas de la violencia bajo los que aparece en la obra de Bolaño, con lo que queda dicho que los acercamientos teóricos no se nutren exclusivamente de metodologías propias de la ciencia literaria. La autora revela que su “centramiento en el mal” es fruto de la lectura de Jean Baudrillard y en especial de una obra (La transparencia del mal. Ensayos sobre los fenómenos extremos), que le permitió vislumbrar “los lugares donde el mal parecía solaparse [...] detrás de valores que evidenciaban ‘supuestamente’ el bien” (p. 12). Desde esa mirada dicotómica, y habida cuenta de que se trata de una estética transida y rebosada por la demasía y el exceso, emprende la autora el ejercicio de “pensar el mal”, consciente de que su representación no precisa de formas mefistofélicas ni parajes propicios, como ilustran las figuras del poeta Ramírez Hoffmann (y sus alias) o del crítico Sebastián Urrutia Lacroix. En suma, como prueba la autora con solvencia, las figuraciones del mal se sustancian en discursos y formas ambiguas que dificultan el discernimiento, porque borran las lindes que separan el mal absoluto y el mal radical de “maldades” menores. He ahí el sintagma que da el título a la monografía (La escritura bárbara). Desde esas coordenadas emprende Daniuska Gonzá- lez el estudio y va pergeñando su original cartografía al hilo de las cinco novelas capitales de la obra de Bolaño. No viene aquí a cuento citar pasajes para ilustrar con ejemplos las diferencias de las dos tipologías señaladas del mal (el absoluto y el radical). Bástenos con anotar que el primero se suele configurar en torno a muchas de las figuras jurídicas tipificadas en el Código Penal, y que el segundo prospera al socaire de fracasos, capitulaciones, descalabros, insignificancias o limitaciones de los personajes, con frecuencia con ambiciones literarias o meros letraheridos de las estirpes que se dan en La literatura nazi en América, Estrella distante, Nocturno de Chile o la parte de los críticos de 2666.

Huelga señalar que los dos trabajos presentan paralelismos, que la topografía del mal o los espacios apocalípticos de Patricia Poblete Alday y la cartografía del mal de Daniuska González brindan resultados complementarios. Por lo demás, ambas investigaciones se apoyan en una nutrida bibliografía relativa a varias disciplinas, entre las que figuran, amén de un listado exhaustivo de los estudiosos sobre la obra de Bolaño, de teoría de la ciencia literaria y sobre el mal y la perversión en general, títulos pertinentes que conciernen a otras disciplinas o fenómenos políticos, ideológicos o culturales (filosofía, religión, mitología, nazismo y posmodernidad, sobre todo). Reitero lo anotado antes, haciéndolo extensivo a la de D. González: ambas publicaciones son dos aportes fundamentales a los estudios sobre la obra de Bolaño.

El volumen editado por Felipe A. Ríos Baeza, titulado Roberto Bolaño: Ruptura y violencia en la literatura finisecular, recoge 21 ensayos, en perfecta concordancia con la calibrada programación y la sopesada concepción del prestigioso grupo de investigación que las coordina: el Cuerpo Académico “Márgenes al canon de la literatura hispanoamericana (siglos XIX al XXI)” de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Objetivo capital del gremio es el análisis detallado y la consideración y la revisión críticas de la obra de escritores hispanoamericanos de la generación última desde metodologías probadas y perspectivas novedosas. La monografía publicada al cuidado de Ríos Baeza cumple con creces sus propósitos: acercar la obra de un escritor contemporáneo relevante a jóvenes estudiosos al hilo de teorías y planteamientos fundados y actuales. Los trabajos que configuran el volumen giran en torno a tres argumentos o polos temáticos: 1) la recepción de la obra de Bolaño in toto y la respuesta de la crítica literaria; 2) el análisis del discurso y los recursos literarios principales con los que el escritor modula sus técnicas y espacios literarios; y 3) el motivo de la violencia social desde la poética y la estética de Bolaño.

El capítulo que abre el volumen (“Recepción crítica”) es el más breve, con dos trabajos que versan sobre la acogida de 2666 por la crítica anglosajona en el primer año de la publicación de la gran novela póstuma y la presencia de la obra en verso de Bolaño y su significado para la poesía chilena. El segundo capítulo (“In(ter)ferencias y recursos literarios”) reúne once ensayos que tratan aspectos varios: la entrada y presencia de Bolaño en la poesía en el D. F.; el fenómeno de elementos anticanónicos en la obra bolaniana; el influjo y el motivo del exilio en la configuración del protagonista en el relato “El Ojo de Silva”; las intertextualidades en “Sensini”; los mecanismos de la expansión del hipotexto; las resignificaciones de los testimonios y el archivo en 2666; los recursos barrocos en Estrella distante; y los elementos de modernidad en Los detectives salvajes. En el último capitulo (“Ruptura estética y violencia social”) son varios los trabajos que abordan aspectos de 2666 y los feminicidios de Santa Teresa, las figuraciones del mal sensu lato, la amenaza perenne del narcotráfico desde una invisibilidad asfixiante, los entes o sujetos generadores del mal, el mal radical y las humillaciones y los ultrajes que supuran de continuo de las mafias y las bandas organizadas al amparo de la globalización.

Este conjunto de artículos editado por el profesor Ríos Baeza (que se ha doctorado con un trabajo espléndido sobre la noción de “margen” en la narrativa de Bolaño) congrega a estudiosos acreditados y especialistas jóvenes en aras de elaborar trabajos de largo aliento o tesis doctorales. Los frutos de esa afortunada confluencia y colaboración son, de más está señalarlo, señeros y seminales.

El ensayo Lectores entre líneas. Roberto Bolaño, Ricardo Piglia y Sergio Pitol, de Neige Sinno, narradora y doctora en Filología Inglesa por la Universidad de Marsella con una tesis sobre el cuento norteamericano contemporáneo, fue galardonado con el Premio Hispanoamericano Lya Kostakowsky de Ensayo de Literatura Hispánica 2010. La parte que corresponde a Bolaño tiene 81 páginas, una veintena de notas al pie y una exigua bibliografía crítica. La escritora da prueba en cada apartado de un conocimiento exhaustivo de la obra completa de Bolaño mediante las continuadas referencias internas, siempre ajustadas y pertinentes, a lo que se suman otros méritos y aciertos, como en seguida veremos. Adelanto que la estudiosa mantiene puntualmente lo que anuncia en el título del libro y de la parte que consagra al escritor chileno (“Roberto Bolaño. La literatura contra los monstruos”), sabedora de un añejo axioma que la crítica académica de tres al cuarto, atiborrada de teorías posmodernas cambiantes y diversas, suele desdeñar: todos los lectores leen desde sus saberes y su realidad vital y sociocultural. Y si decimos lectores incluimos también a los lectores “profesionales” (como tales críticos potenciales) y al autor, que incorpora imperiosa y constantemente su propia (lectura de la) realidad a las formas de su escritura. Desde esas posiciones va desgranando Neige Sinno un racimo de interrogantes en torno a las varias tipologías de lectores (el real, el implícito, el imaginario y el escritor cual lector privilegiado) y a los distintos intereses, actitudes, indagaciones, sondeos o búsquedas que los conducen a descubrimientos o al menos a hallarle un sentido al texto. Los encabezamientos de los tres capítulos que configuran las páginas dedicadas al novelista chileno son indicadores inequívocos de los argumentos y motivos que trata la autora: I. “Bolaño lector. El huérfano y los maestros”. II. “La parte de los lectores”. III. “La búsqueda y la derrota”. Y lo mismo vale para la docena larga de títulos de los subcapítulos que los integran, como se desprende de los dos ejemplos que elijo para ilustrarlo, relativos a obras o escritores menores y al motivo del náufrago o al fracaso del escritor.

Sinno suele arrancar de afirmaciones fundadas o citas de pasajes concretos. En cuanto a las obras menores observa: “Bolaño admira las obras maestras, pero no menosprecia a los poetas menores” (p. 84). La estudiosa alude y resume (entre otras) la opinión del novelista que ha abandonado su oficio por considerarse un creador menor y alquila su máquina de escribir a Hans Ritter (alias Archimboldi), que desea preparar la versión definitiva del manuscrito de su primera novela. Pero la alusión de Sinno va más lejos: las convicciones del autor dimitido están jaspeadas de resonancias borgianas sobre las obras maestras y los clásicos; y también sobre los escritores menores, que sólo hallan su sitio en las historias de la literatura con vocación de exhaustividad. Por ello el escritor menor abandona su actividad: es consciente de que “jamás lograría” acercarse a “aquello que llamamos una obra maestra” (2666: 982).

A propósito del término “naufragio”, reproduzco un pasaje que recoge la “primera impresión” que los críticos tienen de Amalfitano, “perfectamente acorde con la mediocridad del lugar”: “Amalfitano sólo podía ser visto como un náufrago, [...] el soldado raso de una batalla perdida de antemano contra la barbarie” (2666: 152). Neige Sinno observa en su ensayo: “Amalfitano es el lector que se vuelve loco y en su locura tiene visiones proféticas. [...] La parte de Amalfitano cuenta algunas de las etapas de este naufragio. Participan en el derrumbe cuatro líneas que construyen el relato mientras va destruyendo el equilibrio del personaje: los signos, la locura, la lectura, el azar” (p. 52).

Como sabemos, el filósofo alemán Hans Blumenberg consideró en un ensayo memorable [2] de 1979 que el motivo del naufragio es una de las metáforas que mayor presencia y continuidad ha tenido desde la Antigüedad para referirse al motivo del fracaso, que la figura tiene su origen en la contraposición tierra firme (o puerto) vs. el variable y fluctuante mar. Un binomio que se repite en incontables duplos como éxito vs. fracaso, bien vs. mal [3], victoria vs. derrota, etc. De más está decir que los esquemas binarios y dicotó- micos no se suelen dar por separado, sino en forma de apareamiento dialéctico, de pharmakon constituido con el significado original griego de veneno y contraveneno, de mal o enfermedad y remedio. Sin embargo, cabe subrayarlo, el término fracaso es de cuño “reciente”: comenzó a manifestarse en el siglo XVIII, se fue estableciendo (de la mano del proceso de industrialización) para entrar luego en un crescendo continuado en el siglo XX y ser asociado y puesto en relación con excesiva frecuencia con la creación artística y los personajes literarios o las tipologías arquetípicas.

Lo apuntado viene a cuento para dar cuenta de las extraordinarias dotes endocríticas de la estudiosa, la fertilidad de las muchas pistas hermenéuticas que señala y los precisos acordes que pulsa. Me permito un último añadido referido a los lectores de la ficción bolaniana: a juicio de la autora, se trata con frecuencia de “intelectuales que buscan un sentido en medio del caos”, en el intento de “rescatar la memoria y encontrar la verdad” (p. 41). Y, además, nos adelanta que nos va a presentar “cuatro destinos posibles de esta búsqueda (de los intelectuales): el viaje infinito, la obsesión, el naufragio y el delirio o presentimiento de desvelar el secreto del mundo” (p. 41).

Cierro esta relación con la referencia y valoración ajustada a lo esencial de un libro sugestivo y esclarecedor, debido a un creador que ha pergeñado una versión manejable y dirigida a un público más amplio del texto que conformó la tesis doctoral que en su día presentó y defendió. Sergio Marras, dramaturgo, novelista y autor de ensayos galardonados con premios nacionales, arma su libro El héroe improbable desde la convicción de que Bolaño inaugura “una narrativa hispanoamericana distinta, cuyo rasgo diferenciador es concebir la obra como algo más que la suma de cada libro, como un conjunto de partes identificables e independientes [...], que concurren a engendrar una esencia mayor” (p. 22). Convicción que se fue configurando durante la lectura de Los detectives salvajes y se fue reforzando a medida que volvía a uno de sus pintores preferidos: el milanés Giuseppe Arcimboldo (1523-1593). Cuando cinco años después leyó 2666 no le sorprendió que apareciera su pintor (entre tanto convertido en obsesión) en los cuadernos de Boris Ansky, que impulsaron al joven Hans Reiter a hacerse escritor y convertirse en Benno von Archimboldi. Desde ese convencimiento y mediante dos de los cuadros más conocidos del milanés (El bibliotecario y El asado), Marras invita al lector a emprender el viaje que le llevará a descubrir a “un héroe improbable”: Bolaño y sus varios heterónimos y alter egos, que el estudioso identifica en un personaje al que asigna el nombre de “B”.

El asado viene al caso porque, como bien sabemos (y Boris Ansky y Marras recuerdan), quien lo mire de frente ve un conejo y un cochinillo asados y cuatro manos que le están poniendo las tapaderas a los recipientes para que no se enfríe la carne. Sin embargo, si se mira el cuadro al revés, aparece un mercenario desdentado con casco y demás, que ríe taimadamente. Ansky entiende bien el significado del cuadro: “Arcimboldo quiere decir que si bien el todo está en el todo, este se encuentra fundamentalmente en la parte”, y que la “visión del todo y la parte es siempre provisoria” (Marras, p. 22). La gran metáfora (o, quizá mejor, motivo) empero de la obra de Bolaño es, como muestra Marras, El bibliotecario, tanto por su genealogía como por la capacidad “de narrar su propia historia” y la historia “de sus partes en un genial rompecabezas que solo se puede adivinar a la larga y corta distancia” (p. 23). Desde estas constataciones concluye el estudioso que la ficción bolaniana se ha ido construyendo cual “sistema narrativo polifónico que sumerge en un mismo universo cada una de sus obras”, confiriéndole a todas “una identidad propia” (p. 23).

Si el ingreso en la obra de Bolaño a través del cuadro El bibliotecario es un feliz descubrimiento que aporta resultados convincentes, el rastreo y el seguimiento de las metamorfosis y heterónimos del héroe “imposible” es otra de las aportaciones relevantes del libro de Marras. En Amberes, el héroe lleva el apellido del autor y con él vuelve a mostrarse en La literatura nazi en América. En Estrella distante se produce el cambio, que continúa hasta el final de su obra con la creación de Benno von Archimboldi. El seguimiento que nos brinda Marras es a la vez el de investigador, cronista, analista y escribano, con exégesis convincentes y datos de enorme utilidad para los lectores, que además pueden consultar de modo puntual y sucinto los correspondientes registros reunidos en el apéndice.

Pongo punto final a esta relación sin haber llegado al fin, puesto que en el tiempo de la lectura de los libros y redacción de la apreciación me han ido llegando varias publicaciones, que no puedo valorar en esta ocasión. El dato no deja de ser significativo, pues señala la necesidad de llevar a cabo cuanto antes un Forschungsbericht en toda regla (o, acaso mejor, una bibliografía comentada), que debería ser encargado a un grupo de voluntariosos conocedores de la obra de Bolaño y de una parte de la bibliografía, apoyados por corresponsales “locales” y asesorados por bolañistas con solera. Y si el Ayuntamiento de Blanes apoyara la iniciativa, miel sobre hojuelas. Todo se andará.

 

 

Notas

[1] Daniuska González: Roberto Bolaño. Poéticas del Mal, 2011, 348 páginas, 79 euros (ISBN: 978-3- 8454-8162-3). Esta versión será reseñada por separado.
[2] Schiffbrüche mit Zuschauer. Paradigma einer Daseinsmetapher. Frankfurt a.M.: Suhrkamp. Disponemos de edición española: Naufragio con espectador. Paradigma de una metáfora de la existencia. Traducción de Jorge Vigil. Madrid: Visor, 1995.
[3] Aludo al concepto kantiano de mal radical, especialmente relevante en la configuración del sujeto o personaje literario en la modernidad.

 

 

Bibliografía

- González, Daniuska: La escritura bárbara. La narrativa de Roberto Bolaño. Lima: Fondo Editorial Cultura Peruana, 2010, 187 páginas.
- Gras, Dunia/Meyer-Krentler, Leonie, fotografías de Siqui Sánchez: El viaje imposible. En México con Roberto Bolaño. Zaragoza: Tropo, 2010, 135 páginas.
- Marras, Sergio: El héroe improbable. Prólogo de Niall Binns. Santiago de Chile: Ril, 2011, 181 páginas.
- Poblete Alday, Patricia: Bolaño: otra vuelta de tuerca. Santiago de Chile: Universidad Academia de Humanismo Cristiano, 2010, 148 páginas.
- Ríos Baeza, Felipe A. (ed.): Roberto Bolaño: Ruptura y violencia en la literatura finisecular. México: Ediciones y Gráficos Eón, 2010, 484 páginas.
- Sinno, Neige: Lectores entre líneas. Roberto Bolaño, Ricardo Piglia y Sergio Pitol. México: Editorial Aldus, 2011, 267 páginas (pp. 17-97 dedicadas a Roberto Bolaño).
VV. AA.: Du. Roberto Bolaño. Poet und Vagabund. Zürich, 2011 (819, septiembre, dossier sobre Roberto Bolaño, pp. 4-69, en formato A4).



 



 

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