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Imperio, Poesía de Rocío Cerón. Ediciones Monte Carmelo, 2008, México. 104 pp.

Las palabras pesan más que el mundo

Por Miguel Ildefonso


Imperio de Rocío Cerón es la épica de los nombres ausentes a causa de las guerras, la novela de la muerte familiar, el romance de una colectividad perdida: un pueblo desaparecido, una patria sobreviviendo en un cuerpo. Aquí, como leímos en Apuntes para sobrevivir al aire, poemario de Cerón publicado en el 2005, nos hallamos en un mundo en ruinas, tras una debacle de resonancias bíblicas, en donde “Pesa la palabra dicha para designar el muro”. Es la devastación de la casa en donde habita la humanidad entera, una casa que quiere ocultar historias pero no puede. Es aquí donde nos encontramos en la primera función del poeta, la de contar el desastre, la de hurgar en los escombros y el polvo, tras el rescate de la memoria: “él desata la vergüenza y el conjuro:/ huesos insepultos, rabia en triunfo.”, nos dice la autora.

La patria se ha refugiado en el cuerpo, es el único lugar cierto, en medio de tanta desolación. Y el cuerpo avanza en el “derrumbe y el barullo” a paso ciego, su lenguaje se escribe al “tacto”, nombrando sitios. Es por eso lo inacabado de los significantes de las palabras, que el lector habrá de completar para ser parte de ese reconstruido cuerpo inmenso llamado patria. Allí presenciamos la utopía del lenguaje poético que pertenece a estos tiempos, acorde con la poesía de Raúl Zurita como con la de Mario Montalbetti, por citar rápidamente a dos poetas de la épica verbal y lo metafísico.

La poeta nos dice: “El mundo es la escisión entre el estar y lo abisal, digo “tú, yo” como signos de un arco que tiende puente”. Aquí la antigua función integradora de la poesía, que la poeta actualiza para hablarnos de nuestro tiempo, a través de los mitos y de las simbologías universales. Vemos a Cristo, con clavos en los pies, camino a su calvario. El es el ausente en esa casa que es el imperio del olvido, habitados por sombras, susurros, vestigios. Porque la casa del lenguaje es la casa del ser, y el rescate del lenguaje es la función del poeta en estos tiempos apocalípticos.

Oímos la voz de María Magdalena diciendo: “No han de borrar mi nombre del libro de la vida”. Ella, testigo de los fosos, en uno de los cuales se puso el cuerpo de Cristo. Más adelante se dice: “Ahora comprende su cuerpo: es casa construida de palabras”.

Imperio es la poética del vacío, de la ausencia. Como dicen sus versos: “residencia en este breve paréntesis de las cosas que se anulan por olvido.” Pero también es un libro antibélico, que denuncia no solo en sus silencios lo absurdo de aquellas empresas como la que vivimos actualmente, como las que siempre vivimos: en toda época las mismas guerras absurdas. “En ese deambular de calles imagina una ciudad perfecta./ Pero la perfección es muerte.”

El hombre casi no ha cambiado desde las cavernas; los instrumentos de la muerte se han perfeccionado mucho más eficazmente que los instrumentos de la paz. La poeta nos dice: “las que prometen día      luces en los anuncios      luces en los edificios evacuados       luces que atraviesan los aires      luces toda la noche      luces   / luces de fuego y artillería”.

Vivimos el espectáculo de la muerte a diario, por la televisión o por la radio o por el periódico, como un programa más que nos llega traducido por el Imperio. Entre esos versos escuchamos una letanía: “La guerra nace del hambre. No importa de qué”. Luego se nos presenta “Un Dios sin rostro”, desconocido, semejante a nadie. Y otra vez “Arde la ciudad en fuga. Y toda fe es humareda”. Pero, de pronto, una voz nos dice: “Estoy sentado frente a una ausencia (cuerpo /  saliva /  osamenta) que lleva promesa de estaciones. Su mirada son todas las palabras   /  pabellón del grito /   que escriben, día a día, la historia de un Nombre”. Esa voz es de una nueva profecía, una nueva esperanza. Y aquí otra función del poeta en estos tiempos de miseria y descreimiento, para que, en versos de Cerón: “las piedras vuelvan a su lugar entre los muros de las casas”, y para que el mundo recobre su sacralizad humanizada, ante el vacío, ante la guerra.

 

 

 

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Las palabras pesan más que el mundo.
"Imperio", Poesía de Rocío Cerón. Ediciones Monte Carmelo, 2008, México. 104 pp.
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