Ramón
Díaz Eterovic
"A la sombra
del dinero"
Por Rodrigo
Pinto
En Revista
"El Sábado"
El detective Heredia es ya parte del imaginario capitalino, especialmente
de los barrios que rodean el bien conservado y cuidado centro cívico;
es decir, barrios degradados, inhóspitos, que muestran sin
pudor la miseria, la falta de horizontes y la mediocridad rampante
en oficinas públicas, además de males urbanos clásicos
como la delincuencia y la prostitución. Ahí está
instalado Heredia, con su gato
Simenon y su total escepticismo frente a la vida. Un Heredia ya maduro,
cerca de la cincuentena, soltero impenitente, cuya soledad es, para
él, más un escudo y un refugio que una cuestión
que lamentar.
Heredia responde al clásico perfil del detective
de la novela negra, esta vez en envase criollo y con sutiles variaciones
sobre el modelo: es culto, tiene una concepción clara sobre
la sociedad, colecciona bares y citas literarias (que entrega con
generosidad) y calza perfecto en lo que la jerga chilena denomina
un perdedor: no tiene nada, ni siquiera aspiraciones, lo que quizá
es su mayor pecado, y tiene plena conciencia de ello. Cuando se mira
en el espejo una mañana, dice: "No me gustó lo
que vi. Era el fantasma de alguien que no había tenido la oportunidad
de ser feliz". Lo que no le falta es curiosidad, método
y el afán de provocar a quienes se creen el cuento, sea cual
sea éste; y por ello, antes siquiera de haber podido hablar
con un potencial cliente, Heredia se mete de lleno en una investigación
criminal.
La gracia de las novelas de la serie Heredia es que aprovechan
muy bien la coyuntura histórica y política contemporánea.
En este caso, el foco de la intriga está situado en una repartición
estatal, el Servicio de Inversiones Públicas, y en el desvío
de fondos estatales a partidos políticos y bolsillos privados,
asuntos que, cambiando lo que hay que cambiar, ocuparon largamente
los titulares de la prensa criolla. Pero también aquí
el autor hace una gran diferencia con lo que podría ser, por
ejemplo, un extenso reportaje periodístico sobre el tema o
una novela que simplemente recogiera con otros nombres circunstancias,
hechos aparecidos en la prensa. Díaz Eterovic se sitúa
de lleno en el territorio de la ficción, lo que le permite
indagar mucho más adentro los motivos, en los personajes y
en los juegos del poder.
No es un libro-denuncia, sino una novela policial en toda
la línea, que reflexiona, de paso, sobre las trampas y acechanzas
que abren la ambición, la pérdida de los ideales y la
falta de escrúpulos a quienes han optado por desempeñarse
en la esfera pública. Y ello vale, en la novela y fuera de
ella, para moros y cristianos, tirios y troyanos, girondinos y jacobinos.
A la
sombra del dinero
Por
Tito Castillo
Diario El
Sur, domingo 8 de mayo de 2005
La novela policial es un género literario que ha
tenido importancia en diferentes épocas. Uno de sus creadores
más relevantes es Arthur Conan Doyle con su personaje Sherlock
Holmes ayudado por el simplote doctor Watson en el esclarecimiento
de crímenes en el Londres del siglo XIX. Otra escritora inglesa,
Agatha Christie, inventó al detective Hércules Poirot
para sus libros que alcanzaron tiradas de millones de ejemplares.
Uno de sus títulos fue convertido en obra teatral que estuvo
dos años en cartelera. George Simenon, publicó más
de sesenta novelas con el comisario Maigret como protagonista. Pero
este escritor suizo tuvo otra condición: exhibió un
evidente valor literario que hizo más atractivos sus argumentos
policiales. Salvador Bordoy en el prólogo de una de sus obras
dice: "Simenon también nos deleita en estas novelas con
los paisajes maravillosos de París, los bajos fondos de Montmartre,
la abigarrada muchedumbre de Montmartre". Otros lo consideran
un "vigoroso genio narrativo".
En Estados Unidos la novela policial ha tenido épocas de oro,
sobre todo cuando se supo que el presidente Franklin Roosevelt la
incluía entre sus lecturas favoritas. Nombres como Openheimer,
Strachy y Van Dine fueron famosos, especialmente este último
cuyo seudónimo correspondía a un profesor de filosofía
que empezó a escribir aventuras detectivescas debido a una
larga enfermedad que lo inmovilizó en un hospital. Lo interesante
de esos autores es que no sólo describían y resolvían
problemas delictuales, sino que entremezclaban conocimientos sobre
gastronomía china, cultivo de orquídeas y arqueología
egipcia.
Consideramos atingente esta introducción a raíz de la
última novela de Ramón Díaz Eterovic,
editada por LOM. "A la sombra del dinero" es su título
y una vez más aparece su detective Heredia dedicado a desentrañar
un complicado caso de aprovechamiento ilícito de dineros fiscales
desde el estatal Servicio de Inversiones Públicas. El argumento
parece sacado de las informaciones periodísticas y la correspondiente
investigación judicial que afectaron a un ministerio y a personajes
del sector público y del privado. El investigador privado Heredia
se involucra debido al llamado de un funcionario con el cual no alcanzó
a entrevistarse porque apareció muerto. Allí comienza
un relato con muchas intrigas que el autor maneja como un verdadero
maestro de este género literario. Las investigaciones paralelas
de una mujer policía contribuyen a aumentar el suspenso hasta
que todo se esclarece cuando es detenido el inspirador intelectual
de los latrocinios, un ex izquierdista convertido en gurú de
la economía de mercado pero que en realidad obedecía
instrucciones de un destacado parlamentario. Los dineros extraídos
no iban a partidos políticos para financiar campañas
electorales, sino a los bolsillos particulares.
Díaz Etérovic intercala en su libro diversas observaciones,
entre ellas una acertada descripción de los burócratas
de la administración del Estado, con sus frustraciones al ser
postergados en sus ascensos, sus labores rutinarias y la jubilación
como única meta. También fustiga a la farándula
televisiva con una sola frase lapidaria. El libro es de excelencia
narrativa.
Díaz
Eterovic y la austeridad
La
austeridad de Díaz Eterovic es una clave cultural en
los tiempos que corren.
Pablo Azocar
Nación Domingo, Domingo 22 de mayo de 2005
Lo vi hace algunos días, un martes o miércoles,
bajando por el Paseo Huérfanos, con unos libros en la mano.
Hacía frío y era la hora del crepúsculo, cuando
todos huyen hacia sus casas, pero Ramón Díaz Eterovic
caminaba sin prisa. En un momento se detuvo frente a una fuente de
soda, tal vez decidiendo
si meterse a comer un sándwich, y en otro se quedó durante
largo rato mirando los titulares en un quiosco de diarios, hasta que
se metió por una galería y se perdió entre la
multitud.
Me quedé pensando en la figura pausada de Díaz Eterovic
y en el tipo de escritor que encarna, y lo vi como un sobreviviente,
miembro obstinado de una especie en extinción. En estos tiempos
de tanto fasto, blanqueo y pachanga cultural, donde los escritores
en vez de hablar de libros hablan de cifras y agentes literarios y
lugares en las listas de ventas, casi conmueve la figura de un autor
tan sobrio y ensimismado. Lo ví caminando y pensé que
la suya era la misma decencia, la misma austeridad del detective Heredia,
el entrañable personaje de su saga novelesca, un tipo melancólico
y agudo que desde los años 80 recorre Santiago hurgando en
ciertas perversiones, quistes y nudos negros que germinan por la ciudad.
Díaz Eterovic ha dicho que optó por el género
policial porque le permitía introducirse en las zonas más
torcidas y oscuras de una sociedad brutal, como Dashiell Hammett lo
hiciera en los años 20 en Estados Unidos. Pero Heredia es un
ciudadano de Santiago, y un día lo vemos ayudando a una muchacha
a buscar a un familiar detenido-desaparecido y en otro enamorado de
una bailarina de topless, o afanado en desentrañar el crimen
de una azafata cuyo trasfondo es el tráfico de drogas, o de
narices en los vericuetos del comercio de armas, o acusando nada menos
que de traición y de haberse acomodado a su propia generación.
Pesimista de la razón y optimista de todo lo demás,
Heredia respira melancolía y, sobre todo, honestidad. La suya
es una postura rotundamente ética. Heredia es un enfermo de
nostalgia. Su añoranza es de una época que se fue, de
una convivencia que hoy no existe, de un Santiago que ya no es. Nombra
espacios a veces muy extraños de la capital como un entomólogo
examina un mundo que se va desmoronando en silencio y en la mitad
de la fiesta. De la autocompasión y quizá de la desesperanza
lo protege un humor al que se aferra como a un hacha de guerra.
LLAME YA!!!
Las once novelas que componen la saga del Detective
Heredia se encuentran en Editorial Lom.