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A
LA SOMBRA DEL DINERO
Ramón Díaz Eterovic. Lom Ediciones. 2005
Por Sergio Rodríguez Saavedra
Periódico Literario Carajo, N°4
Septiembre de 2005.
Una novela con el detective Heredia tiene una connotación previsible
a esta altura de la saga. Un caso que abre las venas de nuestra permeable
sociedad, un hombre que más que solo está sin amor,
una guía de los sitios huachacas de Santiago y la trama desarrollada
en forma segura a través de páginas
que se encuadran en el marco de la novela policial hasta rozar el
límite de la buena narrativa a secas. En A la sombra del
dinero, Ramón Díaz Eterovic, se percata que
todo puede tener final. Heredia está convaleciente del cuerpo
pero también del alma, y desde esta perspectiva, seguir el
hilo de un crimen cometido en dependencias públicas, descubriendo
el manejo ilícito de fondos destinados a subsidiar el correspondiente
partido hasta llegar al homólogo senador, que logrará
salvar de la cárcel pero nunca del escarnio público,
se hacen eco del clamor popular, pero también de los restos
de un personaje que a los cincuenta años ya arrastra su paso
por la vida.
Hábilmente se entregan las dosis de información que
mantienen la intriga, fomentada por una segunda puesta en escena correspondiente
a una detective de investigaciones que arma el esbozo de Eros, pero
que se pierde lamentablemente por la escasa profundidad con que se
trata, está demás decir que un tercer hilo es nada más
y nada menos que sobrevivir en esta ciudad.
Pero si bien suponemos un formato ya establecido, algunas licencias,
partiendo de la dedicatoria del libro, pasando por encuentros con
otros personajes de la literatura mundial y una selección de
poesía que cualquiera quisiera preparar para un goce personal,
nos llevan al desarrollo de una narrativa que ya es de autor. Es más,
en algunos capítulos urge por salir hacia el mundo simbólico:
un ángel de tres alas, un sueño para el psicoanálisis,
la descripción de las oficinas públicas con su carga
de tiempo frustrado, y monólogos interiores que bordean la
nausea en una evolución de Sartre, entregan un sello que puede
tener o no que ver con Heredia, pero que definitivamente contienen
a Díaz Eterovic.
George Simenon dio valor indudable al género, sus descripciones
de época y lugares figuran entre lo más selecto de la
escritura universal, un Montmartre en su escritura es el equivalente
a un Da Vinci en el retrato. Las calles adquieren ese valor cuando
Eterovic se aleja del personaje para recrear la atmósfera,
cuya ironía contrasta con la nostalgia que las solapas de Heredia
llevan a todos lados. Sin duda el creador de la saga está con
pulso muy firme, mientras que el personaje cada día abandona
un poco más la acción, hasta transformarse en contemplador
de la urbe. ¿Qué pasa si Heredia decide morir? ¿Nace
el autor o el mito?. En A la sombra del dinero, una novela
de lección, la moneda tiene una de sus caras con mayor luz.