"Suicidio Perfecto" Petros Márkaris. Ediciones B. 400 pags. 2005
Costas Jaritos, el detective griego
Por Ramón Díaz Eterovic
La Tercera Cultura. Sábado 28 de abril de 2007
Costas Jaritos, el tenaz policía griego, protagonista de las historias de Petros Márkaris (Estambul, 1937), nació en la novela Noticias de la Noche, donde investiga la muerte de dos inmigrantes albaneses. Posteriormente, en Defensa Cerrada debe resolver el asesinato de un hampón vinculado a la empresa del fútbol en Grecia. Al final de esta pesquisa, Jaritos es herido de gravedad y probablemente algunos de sus lectores pensaron que hasta ahí llegaban las andanzas de este policía que en cada una de sus aventuras invita a conocer las luces y sombras de la sociedad griega actual. Pero, al igual que Arthur Conan Doyle con Sherlock Holmes, Márkaris no renunció a contar las peripecias de su héroe, y éste reaparece en la tercera novela de la saga: Suicidio Perfecto, publicada por Ediciones B.
Costas Jaritos está aburrido. Atrás han quedado ocho horas de quirófano y seis semanas de recuperación en un hospital. Ahora procura sobrellevar una extensa licencia médica que lo mantiene enclaustrado en su hogar, soportando con temple espartano los cuidados de su esposa, Adrianí. El tiempo lo ocupa en repasar la prensa, ver tediosos programas de televisión y leer diccionarios, su principal afición. Sus colegas y subordinados del Departamento de Homicidios parecen haberlo olvidado, y mientras se recupera no deja de pensar que puede perder su cargo y ser trasladado a labores burocráticas.
Sin embargo, la rutina de Jaritos cambia cuando un conocido empresario se suicida en el transcurso de un programa de TV, aparentemente presionado por grupos nacionalistas que están descontentos con la presencia de los albaneses y kosovares que llegan a Grecia en busca de trabajo. Son los años previos a los Juegos Olímpicos de 2004 y Atenas vive una fiebre de edificaciones de todo tipo. El suicidio del empresario es seguido por los de un diputado y un periodista de renombre. Las muertes ponen en alerta al gobierno, sobre todo cuando a los pocos días de ocurridas son publicadas las biografías de las tres víctimas, escritas por un autor desconocido.
Los jefes de Jaritos no vacilan en acortar su licencia médica y pedirle que asuma la investigación, junto a Kula, su ocasional secretaria. A partir de ese momento el policía será parte de una confusa trama en la que intervienen empresarios ambiciosos y un grupo de viejos militantes izquierdistas, sobrevivientes a la dictadura que gobernó Grecia entre 1967 y 1974. Como en toda buena novela policial, las apariencias engañan, y al final de su investigación, lo que descubre Jaritos es una atormentada relación de odios y venganzas.
En la huella de Simenon
Costas Jaritos pertenece a la matriz del comisario Maigret, de Simenon. Un policía que hace su trabajo de manera honrada, que conoce el medio en el que se desenvuelve y que siempre pretende comprender las motivaciones existentes detrás de un crimen. Su entorno familiar es reducido. Está compuesto por su esposa; la hija de ambos, Katerina, que estudia Derecho, y el novio de ésta, Fanis, un cardiólogo que se muestra muy interesado en ayudar a su futuro suegro. Jaritos es un personaje bien construido, convincente, y parte del atractivo de las novelas de Márkaris está en el desarrollo de su mundo personal y de la obsesiva manera en que encara la resolución de sus pesquisas, muchas veces lidiando contra sus camaradas de oficio. A esto se une la presencia colorida de Atenas, una ciudad que se muestra parecida a Santiago, que se anega al primer asomo de lluvia, tiene serios problemas de locomoción, y cuyos barrios están permanentemente en estado de demolición, lo que sumado a las altas temperaturas veraniegas, la convierten por instantes en una réplica a escala reducida del infierno tan temido.
Petros Márkaris utiliza los códigos del género para presentar un ácido retrato de la sociedad griega. Sabe urdir sus intrigas
con solvencia, y salvo algunas piezas del rompecabezas que parece sacar debajo del sombrero para dar coherencia final a sus enigmas, narra sus historias con pluma sólida y atractiva. Es un autor que crea adicción y merece el reconocimiento que ha obtenido en el actual panorama de la narrativa policial.
