"Chumangos", de Ramón Díaz Eterovic. El Juglar, 2010, 97 páginas.
Solos en la Patagonia
Por Patricia Espinosa
Las Últimas Noticias, Viernes 11 de Febrero de 2011
Hablar de Ramón Díaz Eterovic es hablar de novela negra, de Heredia, ese detective privado a quien venimos siguiendo desde los años 80 y que podría haber fagocitado a su autor, pagando éste el costo de construir un enorme personaje. Sin embargo, Díaz cultiva también el género del cuento desde hace rato, y muy bien. Así lo confirma en Chumangos, su nueva recopilación de relatos, los que giran en torno al deseo irrefrenable e imposible de cambiar el orden de las cosas para sobrevivir a la soledad y a un territorio violento.
Díaz, que instala a sus personajes en la región más austral de Chile, se dedica a los relatos clásicos, técnicamente convencionales, de aquellos con clímax y desenlace; pero este clasicismo no atenta contra la buena factura, porque sabe construir protagonistas con carne y llevar la narración con pulcritud, cultivando una prosa directa, realista y con una tremenda carga emotiva.
Todas estas narraciones contienen literal o metafóricamente la noción de duelo, como el de los compadritos borgeanos, donde la palabra se vuelve innecesaria y sólo bastan los gestos para entender la seriedad del asunto. Cada personaje de este volumen se enfrenta a un límite que le cambiará la vida. Así sucede en “El regreso”, relato de emigrantes croatas, en el cual un hombre viaja hasta el sur para recuperar a su amada infiel, o en “La última aventura”, donde tres habitantes de un pueblo perdido, al calor de los tragos, planean un torpe robo que deriva en la desesperación y el absurdo.
La derrota es el susurro continuo de estas narraciones, alcanzando un punto álgido en “En el corazón profundo de la noche”, la historia de un cantante de boleros de una quinta de recreo puntarenense, que no puede escapar de la miseria. En medio de una verdadera tormenta de fracasos, la esperanza encuentra su lugar en relatos de infancia y aquellos de mirada adolescente que recuerdan al padre lejano y abrutado, pero no por ello menos benevolente.
“Crónica roja” es lo mejor de este libro. Una vuelta genial al policial desde la figura de un periodista que se involucra en la muerte de una bailarina de cabaret y el seguimiento a un psicópata. Una narración donde el autor demuestra su experticia en el arte del policial y la crónica roja, para dar vida a un thriller de pueblo que perfectamente podría estar ocurriendo en una gran metrópolis.
Chumangos, cuyo título es el nombre que se les da a los habitantes de la Patagonia chilena, contiene ocho historias que golpean con su descarga de violencia cotidiana y la inmensa soledad de sus personajes situados en un territorio gélido, en pueblos que parecen aislados de la modernidad, donde la tragedia irrumpe al mismo tiempo que alguien decide enfrentarla a costa de jugarse la vida.