Proyecto Patrimonio - 2005 | index | Ramón 
              Díaz Eterovic | Carlos Almonte  | Autores | 
             
            
            
             
             
             
            “HEREDIA 
              NO VA A MORIR” 
              - Entrevista a Ramón Díaz Eterovic -
            por 
              Carlos Almonte
              (Publicada en Revista 
              “Descontexto” nº 5, Santiago de Chile, mayo 2004)
            
             
          
           
          -¿Cómo nace tu interés por el género 
            policial?
            - En primer lugar hay una curiosidad lectora, en la época 
            de mi adolescencia provinciana, que me llevó a conocer algunos 
            textos de Poe, Conan Doyle, Ellery Queen, Dorothy Sayers, hasta llegar 
            a otros autores que me interesaron más, como Chandler, Ross 
            MacDonald, Simenon. Lecturas orientadas por el azar -combinadas con 
            acercamientos a la poesía y a un sinfín de novelas no 
            policíacas- en las que fui conociendo las potencialidades del 
            género, la rigurosidad de su estructura, el magnetismo de sus 
            tramas y protagonistas. 
           Después vino el abordaje del género como escritor, 
            y más que un asunto largamente meditado,  tengo 
            la impresión de que en algún momento apareció 
            Heredia a mi lado y comenzó a hablarme de su vida y aventuras. 
            Así nace “La ciudad está triste”, escrita en 
            1985, en una semana; y publicada en 1987 después de varias 
            revisiones de la versión original y de muchos fracasos por 
            encontrar un editor interesado en publicar una novela policial, que 
            además era un texto contestatario a la dictadura que se vivía. 
            La buena acogida que tuvo esta novela entre sus pocos lectores me 
            motivo a escribir “Nunca enamores a un forastero” y de ahí 
            no he parado hasta terminar, recientemente, la décima novela 
            de Heredia: “A la sombra del dinero”. Siento por lo tanto -a 
            la manera de Paul Auster- que Heredia, más que un alter ego, 
            es una especie de “hermano interior” con el que de tarde en tarde 
            dialogo sobre las cosas que nos pasan.
tengo 
            la impresión de que en algún momento apareció 
            Heredia a mi lado y comenzó a hablarme de su vida y aventuras. 
            Así nace “La ciudad está triste”, escrita en 
            1985, en una semana; y publicada en 1987 después de varias 
            revisiones de la versión original y de muchos fracasos por 
            encontrar un editor interesado en publicar una novela policial, que 
            además era un texto contestatario a la dictadura que se vivía. 
            La buena acogida que tuvo esta novela entre sus pocos lectores me 
            motivo a escribir “Nunca enamores a un forastero” y de ahí 
            no he parado hasta terminar, recientemente, la décima novela 
            de Heredia: “A la sombra del dinero”. Siento por lo tanto -a 
            la manera de Paul Auster- que Heredia, más que un alter ego, 
            es una especie de “hermano interior” con el que de tarde en tarde 
            dialogo sobre las cosas que nos pasan. 
           Por otra parte, también diría que mi afición 
            al género policial nace por el deseo de testimoniar ciertas 
            situaciones delictivas y marginales existentes en Chile, a través 
            del discurso de un antihéroe descreído, pero con los 
            cojones suficientes como para mirar la realidad sin concesiones. En 
            algún momento -en 1984 ó 1985- pensé que mis 
            inquietudes temáticas eran abordables desde la novela policial, 
            en su vertiente de novela negra, donde encontré los códigos 
            para explorar la relación crimen-política-violencia, 
            tan habitual en los países latinoamericanos. Quería 
            abordar una literatura con acento realista, a través de un 
            género muy marginal en Chile, y desde ahí proyectar 
            mis historias y obsesiones. Cuando publiqué “La ciudad está 
            triste” no era mucho lo que se hablaba en Chile de “novela negra”, 
            y por lo tanto gran parte de mi trabajo literario lo he tenido que 
            hacer luchando contra los prejuicios e ignorancias del medio. Prejuicios 
            hacia la novela policial, y en su momento, prejuicios en contra de 
            los textos con contenidos políticos, textos de resistencia.
          -¿Por qué la profesión de investigador es, 
            necesaria y recurrentemente, tan solitaria “como el oficio de las 
            putas y los escritores”?
            - La profesión del investigador (en la literatura), como 
            la del escritor, es necesaria porque apunta a reconocer las cicatrices 
            más ocultas en el corazón de la sociedad. Generalmente, 
            como los escritores, los detectives de ficción son seres solos, 
            hasta cierto punto desarraigados, inconformistas, que viven en la 
            marginalidad y desde ella observan pasar la vida. La soledad es tal 
            vez la condición que lo hace más sensible a los problemas 
            de quienes recurren a su ayuda. Los detectives, como las putas y los 
            escritores, son exploradores del alma, de la desolación que 
            muchas veces rodea a las personas.
          -El género policial está hecho sobre la base de 
            claves recurrentes, estructuras y personajes tipo, frases hechas, 
            clichés, etc. En este sentido Heredia no hace más que 
            seguir la tradición, adaptándose “latinoamericanamente” 
            al género. ¿Consideras una limitante el hecho de que 
            el relato policial se arme siempre de la misma forma? ¿En dónde 
            radica la mayor creatividad del género?
            - El género policial es tan limitante como lo puede ser 
            cualquier otro género literario; y escribir una novela policial 
            es tanto o más difícil que escribir una novela común 
            y corriente. Lo importante en la narrativa policial que se hace en 
            Latinoamérica -sobre todo en las últimas dos o tres 
            décadas- es que es asumida por un grupo de escritores interesados 
            en dar al género estatura y trascendencia literaria. Escritores 
            que asumen el género sin prejuicios ni lo consideran algo menor; 
            que siguen sus claves, las parodian, o las discuten (al modo de Piglia, 
            o Bolaño) pero que se acercan a él con respeto y amor. 
            La creatividad de este esfuerzo está en la recodificación 
            del género para hacerlo apropiado a la realidad de los países 
            latinoamericanos que se busca reflejar. 
          La narrativa policial latinoamericana -a partir de los clichés 
            o códigos tradicionales del género- ha aportado una 
            mirada aguda, crítica, que le ha permitido convertirse en una 
            narrativa de corte social, vinculada a la criminalidad del Estado 
            o los poderosos, al crecimiento de las grandes urbes latinoamericanas 
            y al desamparo en que dentro de ellas se mueve el hombre común 
            y corriente. 
          En lo personal, creo que mi aporte ha estado en hacer de mis novelas 
            una suerte de crónica del Chile de los últimos años. 
            Haber creado un personaje que tiene una matriz en el género 
            policial y en la novela social chilena (Manuel Rojas, Nicomedes Guzmán, 
            Gonzalo Drago, Diego Muñoz, Francisco Coloane), pero que también 
            tiene una personalidad propia que lo hace atractivo y con el cual 
            muchos lectores pueden identificarse. Y al fin de cuenta, lo que va 
            quedando en la literatura son los personajes y las buenas historias.
          - En “Nadie sabe más que los muertos”, Heredia le dice 
            con pudor su nombre a Fernanda, pero ambos concuerdan en usar sólo 
            “Heredia”. Derechamente, ¿cuál es el nombre de pila 
            de Heredia?
            - La verdad es que no lo sé. He pensado que tiene un nombre 
            algo ridículo o poco común, pero nunca he llegado a 
            dar con uno preciso. Heredia a secas me parece bien, y me gusta jugar 
            con la imaginación del lector para que piensen en su nombre 
            de pila. Heredia es un nombre con personalidad y además, el 
            uso de ese único nombre remarca de alguna manera su soledad, 
            y recoge algo que es muy típico entre los chilenos (sobre todo 
            en los liceos y oficinas) de llamarse sólo por los apellidos.
          - Heredia se caracteriza por tener amoríos pasajeros, mujeres 
            que van y vienen, etc. En este mismo sentido, ¿es una relación 
            duradera, el matrimonio por ejemplo, opuesto por esencia a la profesión 
            de detective? ¿En qué sentido la soledad alimenta y 
            en cuál destruye a Heredia?
            - Supongo que un Heredia casado y con hijos no tendría 
            la misma libertad para desplazarse por la ciudad e investigar sus 
            casos. La soledad de Heredia nace de su apego a esa libertad, y a 
            la posibilidad de ir tomando lo que la vida le ofrece, sin grandes 
            compromisos domésticos ni cotidianos, sin grandes necesidades 
            materiales, y sin otra cortapisa que su entusiasmo para enganchar 
            con un caso y seguirlo a fondo. En su soledad, Heredia reafirma su 
            compromiso con el oficio que ejerce y la verdad que busca. Y aunque 
            suene contradictorio, la soledad de Heredia también forma parte 
            de sus debilidades, porque llega un momento en su jornada diaria en 
            el que sus únicas compañías son sus dudas y el 
            gato Simenon. En esos instantes reflexiona y recarga sus energías 
            para seguir en sus empeños.
          - Alguna vez dijiste que Heredia aumentaba de edad en cada novela. 
            ¿Esto significa que morirá algún día? 
            ¿Tienes preparada su muerte? ¿La has visualizado alguna 
            vez?
            - No, Heredia no va a morir. En la última novela que publiqué 
            -“El hombre que pregunta”-, Heredia, refiriéndose a Alejandro 
            Dumas y a la muerte de sus tres mosqueteros, dice que “no hay perdón 
            para los que dejan morir a sus héroes”, y pretendo ser fiel 
            a esa sentencia de Heredia. Tengo escritas diez novelas con Heredia 
            y en la cabeza me dan vueltas ideas para escribir unas cinco o seis 
            más. He pensado escribir, más adelante, una novela en 
            que aparezca un Heredia viejo, achacoso, investigando su último 
            caso, y aferrado a su oficio con la misma convicción que muestra 
            en sus primeras novelas. No sé si algún día la 
            escriba, si sea capaz de reconocer, al igual que Heredia, que estoy 
            quemando mis últimos cartuchos, pero la idea está.
          - Hay una especie de nobleza o de fin moral en los investigadores 
            más conocidos, y en Heredia en particular (acepta casos sin 
            dinero, casos de justicia política, de equidad social, etc.). 
            ¿Por qué es tan estrecha esta relación entre 
            Heredia y la sociedad oprimida o los que sufren injusticias?
            - Eso responde a la opción de vida asumida por Heredia: 
            actuar desde la esquina en que están los jodidos del mundo, 
            los que no tienen a nadie que los defienda, los que -como dice Jorge 
            Teillier en unos de sus poemas- no son “santos, profetas ni poderosos”. 
            En la medida que el motor que mueve a Heredia es la verdad, es casi 
            de simple lógica que esté del lado de los que sufren 
            injusticias. La novela policial es en esencia un discurso moral, ético, 
            que tiene que ver con la verdad y la justicia para quienes son violentados 
            en su condición humana.
          - ¿Por qué el tema político, no sólo 
            dentro del marco chileno, es tan importante en tu narrativa? (Además 
            de la constante presencia de la dictadura chilena, hay referencias 
            a conflictos entre ingleses y alemanes, nazis y judíos, etc.)
            - Supongo que es por la historia que me ha tocado vivir. Tenía 
            17 años al momento del golpe militar de 1973, y tuve que vivir 
            otros 17 años en un medio sin libertad, orientado por los atropellos 
            de Pinochet y sus cómplices (militares y civiles convertidos 
            en mentirosos, cobardes y asesinos). En esa situación “lo político” 
            siempre ha estado en el centro de mis intereses, no tanto como un 
            quehacer partidario (que hoy no me interesa mayormente, porque la 
            política chilena, de izquierda a derecha, está llena 
            de apernados, ambiciosos y mediocres, que están en la actividad 
            política por obtener una cuota de poder personal, y no por 
            luchar por un proyecto o utopía) sino como una reflexión 
            acerca del poder en la sociedad, y de cómo el hombre se ha 
            organizado o debería organizarse para sobrevivir como especie 
            supuestamente racional. Sobre este tema, el año pasado, los 
            profesores Guillermo García-Corales y Miriam Pino, publicaron 
            un ensayo -“Poder y crimen en la narrativa chilena”-, donde analizan 
            las novelas de Heredia. Y bueno, la relación de la realidad 
            chilena con la de otros países es más o menos obvia. 
            Pasa agua bajo el puente de la historia, y el hombre, de aquí 
            o de allá, sigue cometiendo las mismas aberraciones, los mismos 
            atentados a su libertad; sigue siendo el Caín bíblico 
            que mata a su hermano por la razón que tenga más a mano.
          - El género policial, me parece, es un género que 
            no admite muchas exigencias de precisión. Hay ciertos vacíos 
            que se dejan pasar en pos de una lectura coherente. Asuntos como que 
            un moribundo con las tripas afuera alcance a hablar frases largas, 
            o que aparezca la persona precisa en el momento preciso, etc. ¿Tienes 
            la misma opinión? ¿Cómo procedes para lograr 
            la coherencia?
            - La novela policial exige más precisión y rigor 
            que cualquier otro tipo de novela. Hay que preocuparse de la estructura 
            del relato, de la coherencia de los personajes y del curso de la trama. 
            La novela policial cuenta con muchos lectores preocupados de los detalles 
            y que anda buscando “las caídas” del autor. Ahora bien, a mí 
            no me interesa tanto la novela policial como un mecanismo de relojería, 
            y en tal sentido apuesto más al interés global de la 
            historia que cuento, al ambiente en que se desarrolla y a las características 
            de mis personajes. 
          Preocuparse principalmente del enigma perjudicó en alguna 
            etapa el desarrollo del relato policial, pero hoy en día las 
            aguas corren por otros lados, con más preocupación por 
            la calidad del texto y sus componentes, no sólo por el acertijo. 
            En cuanto a la coherencia; todo texto literario, del género 
            que sea, demanda coherencia, de otro modo se cae a pedazos.
          - Es sabido que has recibido varias ofertas por llevar tu obra 
            al cine. ¿Qué ha impedido ver las aventuras de Heredia 
            en la pantalla grande? Si de ti dependiera, ¿qué actor 
            –chileno y/o extranjero- debiera encarnar a Heredia?
            - Han existido acercamientos para llevar al cine alguna historia 
            de Heredia y todos han quedado en el camino por falta de dinero. Hacer 
            cine en Chile es difícil. Afortunadamente, el último 
            mes, un proyecto para hacer una serie televisiva de Heredia ganó 
            el premio del Consejo Nacional de Televisión y obtuvo el financiamiento 
            adecuado. El proyecto fue presentado por la productora Valcine. Las 
            historias de Heredia serán dirigidas por los cineastas Ignacio 
            Agüero y Arnaldo Valsecchi, y para interpretar a Heredia se ha 
            pensado en Boris Quercia. Esperamos que la serie esté en pantalla 
            durante el segundo semestre del 2004. 
          En cuanto a la segunda parte de la pregunta, dos actores extranjeros 
            que harían un buen Heredia son Robert de Niro o Andy García. 
            Y de los chilenos, me parece bien Quercia, aunque también vería 
            bien en el personaje a Néstor Cantillana o Rodolfo Pulgar, 
            a quienes, a parte de ser buenos actores, los veo más cerca 
            de la imagen física que tengo de Heredia.
          - ¿Cuál es, en tu opinión y si es posible 
            hablar en estos términos, el escritor más importante 
            del género policial? ¿Tienes algún investigador 
            favorito?
            - En asuntos literarios no me gustan las clasificaciones de “el mejor”, 
            “el más grande”, etc. Creo que son todas injustas y arbitrarias. 
            Como en poesía, cuento, o lo que sea, hay muchos autores que 
            han creado personajes maravillosos y buenas historias. Y entre ellos: 
            Chandler, Highsmith, Simenon, Jim Thompson, y un largo etcétera 
            que me obligaría a llenar varias páginas. Y en cuanto 
            a investigadores privados, sucede lo mismo. Entre otros muchos, me 
            gusta el Marlowe de Chandler; Lew Archer de MacDonald, el inspector 
            Maigret de Simenon, Tony Romano de Juan Madrid, Gordiano el Sabueso 
            de Steven Taylor, el padre Cadfael de Ellis Peters. De los chilenos, 
            menciono al Inspector Cortés de René Vergara, y Julien 
            Morris de Alfonso Reyes Messa.
          - ¿Podrías elegir una novela del género policial 
            como tu favorita? ¿Cuáles son las novelas que consideras 
            imprescindibles?
            - Es imposible escoger una novela en un universo de tantas novelas 
            notables. Mencionar una, sería dejar fuera a muchas que llenan 
            mi gusto y son de mis afectos. Hay, desde luego, muchas que son imprescindibles 
            para todo lector que quiera abordar el género, y al decir esto, 
            pienso, al azar de la memoria, en obras como: “El largo adiós” 
            de Chandler, “Carta a mi juez” de George Simenon, “Pasado negro” de 
            Rubem Fonseca, “Triste, solitario y final” de Osvaldo Soriano, “1280 
            almas” de Jim Thompson, “Disparen sobre el pianista” de David Goodis, 
            “¿Acaso no matan a los caballos?” de Horace MacCoy, “La dalia 
            negra” de James Ellroy, “Las apariencias engañan” de Juan Madrid, 
            “Brillo” de Elmore Leonard, “La Rosa de Alejandría” de Vásquez 
            Montalbán, “Los milanes matan en sábado” de Georgio 
            Scherbanenco, “El cartero llama dos veces” de J. M. Cain. En general, 
            diría que mis autores favoritos son Simenon, Osvaldo Soriano 
            y Chandler. De Chandler aprendí el sentido ético de 
            la novela policial; de Soriano la posibilidad de transgredir los códigos 
            del género para hacer literatura policíaca con acento 
            y sabor latinoamericano; y de Simenon aprendí que la esencia 
            de la novela policial no está en el enigma sino en crear personajes 
            convincentes y en evocar ambientes que den color local y verosimilitud 
            a las historias.
          Y luego, imprescindibles para conocer las expresiones del género 
            en Latinoamérica, mencionaría: “Manual de Perdedores” 
            de Juan Sasturaín, “Luna caliente” de Mempo Giardinelli, “Perder 
            es cuestión de método” de Santiago Gamboa, “Nombre de 
            torero” de Luis Sepúlveda, “Sangre en la sangre” de Paco Ignacio 
            Taibo II, “Pasado perfecto” de Leonardo Padura, “Joy” de Daniel Chavarría, 
            “El mejor enemigo” de Fernando López, “Variaciones en rojo” 
            de Walsh, y los cuentos de Borges y Bioy Casares, y los de algunos 
            autores chilenos, como Alberto Edwards, René Vergara, Alfonso 
            Reyes Messa, L.A. Isla.
          - Por último, ¿hasta qué punto un escritor 
            policial es un investigador frustrado?
            - No creo que el escritor sea un investigador frustrado, al menos 
            no en mi caso, que nunca he tenido aspiraciones policíacas 
            más allá del papel. Sí creo que todo escritor 
            es un investigador, en el sentido de que, al crear sus ficciones realiza 
            algo así como una doble investigación: en primer lugar 
            hacía el interior de sí mismo para descubrir las ideas, 
            sentimientos y obsesiones que desea expresar; y luego, en segundo 
            lugar, para ir construyendo su historia, por cuanto, al menos en mi 
            caso, no comienzo una novela con su desarrollo totalmente definido, 
            sino que voy descubriendo sus claves o pistas al correr de las palabras. 
            Escribir e investigar un crimen se parecen en que se parte de un hilo 
            suelto y no se sabe con absoluta certeza a dónde se va a llegar.