"La oscura memoria de las armas", Novela de Ramón Díaz-Eterovic
Lom Ediciones, 2008, 289 páginas.
Heredia en su tinta
Por Patricia Espinosa
Las Últimas Noticias, Jueves 17 de Octubre de 2008
Ramón Díaz Eterovic comenzó a escribir en medio de la dictadura, publicó su primera novela en 1985 y desde entonces no ha parado de desarrollar, cada vez con mayor destreza, su propia versión del “policial latinoamericano”, un proyecto destinado a reescribir la historia desde el registro literario mediante la figura del detective privado Heredia. Si en un primer momento su producción se orientaba a la denuncia de la represión política, la desaparición de cuerpos y el exilio, posteriormente ha ido ampliando su registro a temas como la corrupción y el narcotráfico.
En "La oscura memoria de las armas" , la más reciente entrega de la serie, Heredia debe descubrir a los asesinos de Germán Reyes, un sobreviviente del centro de torturas de Villa Grimaldi que, ya en democracia, es ejecutado por una suerte de comando en las puertas de su trabajo. El detective se entromete así en una red de ex militares que lograron, como muchos, eximirse de los juicios reparatorios. Con todo, el universo herediano se mantiene estable: está su eterno amigo el policía Bernales, el quiosquero Anselmo, la amada Griseta, el irónico gato Simenon, la calle Aillavilú, La Piojera y, desde luego, el Escriba, el escritor a quien relata sus andanzas para que éste las convierta en literatura.
Heredia asume en cada caso que le toca investigar, una responsabilidad consigo mismo y con la sociedad, siempre desde un lugar periférico. Se mantiene en una lucha constante, pero no utópica, porque sabe demasiado bien que la recomposición del orden social resultará imposible. Por cierto, ha ido envejeciendo. Sin embargo, su desgaste físico opera en contraposición a lo que ha ganado en profundidad filosófica. Quizás eso se deba a que ahora sus períodos de cesantía son más largos, por lo que tiene más tiempo para leer y ampliar su registro de libros. Me parece notable que su cuerpo lecturas vaya desde las tradicionales novelas negras a intelectuales como Cioran y poetas como Juan Gelman, David Bustos y Cristián Gómez.
Lo fundamental de esta narración es la radicalización de la postura política de Heredia; su lugar es el de las víctimas de un modelo que logró hacer polvo cualquier esperanza de cambio. Heredia opera como símbolo de la resistencia, expone un contradiscurso menor –sólo intenta armar un puzzle errático, confuso– y alza una filosofía que podríamos llamar del desencanto o, más bien, un desencanto de resistencia.
En la literatura de Díaz Eterovic no hay olvido, por el contrario, hay rabia, resentimiento, pero en cierto modo calmo. Heredia no cree en hacer justicia con mano propia, sino que intenta simplemente aportar al desentrañamiento de la trama del horror para que los culpables, que se pasean impunes por las calles de un Santiago que el protagonista ama, asuman su responsabilidad para atenuar el dolor de una sociedad que aún espera justicia.
"La oscura memoria de las armas" es quizás el mejor de los libros en que Heredia oficia de protagonista; aquí revela la madurez de una escritura y de un proyecto literario que se convierte en un enorme mazazo a nuestra mala conciencia.