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DIAZ ETEROVIC en la pista de la fama
“El segundo deseo”, Premio Municipal de Santiago, 2007

Por Alejandro Lavquén
(Publicado en Punto Final” Nº 647, 7 de septiembre, 2007)




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Ramón Díaz Eterovic es un destacado escritor. Narrador ameno y cómplice del lector, tiene gran imaginación para tratar los temas sociales. Su saga sobre el detective Heredia, personaje que incluso ha sido llevado a la televisión, le ha granjeado muchos lectores. Acaba de ganar por tercera vez el Premio Municipal de Santiago.


¿Cómo recibe en esta ocasión el Premio Municipal de Santiago, ahora por “El segundo deseo”, nuevo volumen sobre las correrías del detective Heredia?
Igual que en las veces anteriores. Con la moderada alegría de quien sabe que los premios son una suerte de felices accidentes, que pueden significar que uno ha escrito algo que consiguió captar el interés de algunos lectores. Siempre son un buen estímulo para enfrentar la escritura de nuevos textos y persistir en el oficio de contar historias. También lo siento como un buen espaldarazo para Heredia, que pronto cumple veinte años de correrías por las calles de Santiago, hecho que espero celebrar con la publicación de la novela número doce de la serie: Huellas en la memoria.

Heredia es una especie de paladín de los desposeídos, hurga en el lado oscuro de la ciudad. En ese sentido, ¿Heredia es la memoria de lo que el tiempo va sepultando?
La memoria es el tema que atraviesa todas las novelas de Heredia. El ejercicio de la memoria como resistencia, como rescate de ciertas huellas, como rechazo del blanqueo de algunos hechos y como registro que anime a pensar que la vida puede ser de otra manera. Heredia es un testigo de nuestra historia más reciente que, en la medida de sus posibilidades, intenta defender la verdad y los valores que considera dignos de preservar.

En “El segundo deseo” se profundiza en la búsqueda de las raíces, el paso de los años, el reencuentro con el pasado. ¿Podríamos decir que ésta es una novela de la ausencia?
En esta novela quise trabajar dos temas. El de la vejez y el maltrato, en muchas ocasiones motivado por el lucro, que reciben algunas personas mayores en nuestra sociedad. El segundo tema es el pasado de Heredia y su deseo de conocer quiénes fueron sus padres. Esto último me llevó a recrear situaciones de su infancia que en las novelas anteriores sólo había esbozado. En este sentido,  El segundo deseo  es la novela más personal e íntima desde el punto de vista de Heredia. Gran parte de lo que está en juego en su investigación, es su propio origen.


NOVELA SOCIAL

Su literatura rescata no sólo lugares de la ciudad que van desapareciendo, sino que asume personajes que parecieran no existir para los medios de comunicación. ¿A qué se debe esta opción?
Tiene que ver con el tema de la memoria y con mantener las huellas de personas, hechos y lugares que han sido parte de nuestra historia, y a los que considero relevante rescatar como parte de una forma de vida. Desde luego muchas de esas personas no aparecen en los medios, porque no forman parte de la farándula triunfalista que impera en estos tiempos. Se trata de mostrar los rostros más anónimos, a los marginados y de-sechados de una modernidad que borra el pasado, como si todo hubiese empezado recién ayer.

¿Podríamos decir que sus novelas son continuación o herederas de la novela social en Chile?
La novela policial en Chile y Latinoamérica es la novela social de nuestro tiempo, en tanto explora en las realidades más oscuras de nuestra sociedad, como las dictaduras, los atropellos a los derechos humanos, el narcotráfico, la corrupción política, la falta de justicia, la violencia y la marginalidad que se vive en las grandes urbes. Considero que mis novelas beben de dos fuentes: la novela negra, que nació en Estados Unidos a comienzos del siglo pasado, y la novela social que desarrolló en Chile la notable generación del 38. Ambas expresiones son un referente importante en mi trabajo.

Los problemas y el desarrollo de la transición en Chile se manifiestan en la saga de Heredia como en ningún otro narrador. ¿Ese fue siempre su objetivo o se fue dando en el camino?
A contar de la segunda o tercera novela protagonizada por Heredia descubrí que este personaje me proporcionaba el punto de vista que andaba buscando para hablar de la sociedad chilena y sus carencias. A partir de ese momento me propuse hacer con sus novelas un gran mosaico o una extensa cronología de la sociedad chilena de los últimos 30 ó 35 años, abordando temas especialmente sensibles para entender lo que hemos sido y somos como país. Y en este sentido, y en la medida que me interesa hacer una literatura que cuestione e inquiete, Heredia, en su calidad de testigo, sigue siendo un punto de vista válido a través del cual espero continuar observando nuestra sociedad. Por otra parte, el hecho de que Heredia sea un personaje que envejece de una novela a otra, me permite abordar temas coyunturales que en un principio estuvieron relacionados con la dictadura y luego con la transición a la democracia, en la que todavía estamos inmersos”.


DESENCANTO DE HOY

A 17 años (los mismos que duró la dictadura) de haber vuelto la democracia, ¿cuál es su lectura de este período?
Sin desconocer que hay avances y que se han logrado cosas significativas, el balance del período tiende al desencanto. Seguimos condenados a las leyes de un sistema económico heredado de la dictadura y que sólo genera más desigualdades e injusticia. Seguimos con un modelo político que impide o limita la participación de muchos sectores sociales. Seguimos con profundas carencias en ámbitos especialmente sensibles para la gente, como la salud, la educación, el trabajo y la cultura. Seguimos con un tejido social desarticulado, en términos de la participación que en otra época tenía la gente a través de sindicatos, gremios y otras organizaciones. El lucro y el individualismo se han impuesto como norma y eso me parece que ha generado un país donde las posibilidades no son iguales para todos, y en el que mucha gente tiene pocas oportunidades de ser feliz y de construir una vida con sentido.

En un principio se habló de “justicia en la medida de lo posible”. ¿Considera que eso ha sido más que “en lo posible”?
En materia de justicia existen procesos y condenas emblemáticas, y aunque no se ha logrado hacer justicia en todos los crímenes, atropellos y robos, los logros alcanzados son lo suficientemente certeros como para sentar una verdad que hoy nadie puede desconocer. Y más allá de los casos particulares que han terminado con la condena de algunos asesinos y torturadores, existe un juicio popular, una verdad histórica, que hoy sólo los más recalcitrantes y fanáticos partidarios de Pinochet se atreven a refutar. Lo importante es que este proceso de justicia y verdad no se detenga, para que el horror se conozca en toda su magnitud y a nadie quepa duda que los crímenes no fueron ocasionados por unos cuantos tipos enfermos, sino que correspondieron a una política sistemática de represión y exterminio de la que fueron parte todos y cada uno de los partidarios de la dictadura.

Su generación creció en medio de una lucha social que se manifestó en las protestas de los años 80. ¿Lograron los objetivos propuestos?
En esa época luchábamos por la libertad y la democracia; y la lucha por ambas cosas no ha concluido. Se ganó un espacio para ampliar la pelea, pero en su esencia, los sistemas político, económico y social siguen funcionando con las reglas impuestas por la dictadura. Esperábamos un triunfo contundente, con verdad y justicia en el momento justo, y nos hemos tenido que resignar a que los avances en materia de libertad, democracia y mejores condiciones de vida sigan siendo ‘en la medida de lo posible’, negociados y mediocres. Y eso es algo que, sin duda, desencantó y desmovilizó a mucha gente de mi generación que de pronto se dio cuenta que después de tantas luchas y sacrificios, se produjo un acuerdo entre distintos actores políticos para seguir dándole vueltas a la misma tortilla recocida de siempre.

LITERATURA Y POLITICA

¿Considera que aún falta la gran novela de los años de lucha contra la dictadura?
Creo que esa gran novela ha sido y será escrita por muchas manos. Nunca será suficiente todo lo que se escriba sobre la dictadura. Por eso pienso que seguirá siendo materia para el trabajo de los escritores. Se han escrito muchas páginas significativas, pero faltan otras que aborden la dictadura en todos sus efectos y complejidades. Por ejemplo, no están escritas las novelas que consideren la dictadura desde la vida cotidiana, de lo que significó vivir el día a día, soportando carencias, arbitrariedades y humillaciones de toda clase. Así como sesenta o más años después se sigue escribiendo sobre los nazis y el Holocausto, se continuará escribiendo sobre la dictadura de Pinochet y sus partidarios.

¿Cómo ve el futuro? Se lo pregunto pensando en los nuevos procesos sociales que se desarrollan en Latinoamérica.
El futuro lo veo con optimismo. En varios países latinoamericanos se levantan movimientos y gobiernos que se plantean contra la fórmula aparentemente irrebatible del neoliberalismo. Movimientos que ponen acento en las necesidades de los pueblos y en iniciativas que lleven al desarrollo económico, teniendo en cuenta a la gente y la necesaria integración entre países que tienen problemas y aspiraciones comunes. Nacen también movimientos que plantean el desarrollo de modelos socialistas o comunitarios, que no repitan los errores del pasado, que consideren la plena participación y la aplicación de medidas económicas que se preocupen de la calidad de vida de las personas y del cuidado de los recursos naturales de un continente que históricamente ha sido explotado sin misericordia ni racionalidad.

A la Izquierda extraparlamentaria, ¿qué le falta para ser alternativa de gobierno?
Creo que le falta unidad y proposiciones que vayan más allá de la crítica. Que aporte soluciones reales a los múltiples problemas que tienen las personas. Es necesario que la Izquierda construya y promueva un proyecto de sociedad que, al igual que en el pasado, aglutine e interese a amplios sectores. Frente a partidos que hacen política a partir del simple ‘cosismo’ o la repartija de poder, la Izquierda debe hacer política basándose en valores, en ideas y sueños que pueden y deben hacerse realidad. Se precisan propuestas atractivas y con sentido de futuro porque hay mucha gente que las espera para volver a reencantarse con la política y con la utopía de construir un mundo mejor.


BECAS Y POLEMICAS

Hace poco se dio un debate sobre los fondos concursables. ¿Cómo percibe la situación de los escritores en nuestro país?
Si hablamos de creación, me parece que la literatura chilena goza de un buen momento, con una infinidad de narradores y poetas que están haciendo su trabajo y tratando de difundir lo que hacen, la mayoría de las veces en el más completo anonimato y desamparo. Ahora, si hablamos de canales de difusión, desde luego que hay carencias que repercuten en el ánimo de los autores. Falta mayor presencia en los medios, sobre todo en la televisión. Faltan editoriales que apuesten más allá de los resultados que pueda entregar una obra en el mercado. Proyectos editoriales que rescaten lo mejor de nuestro pasado literario, acojan a los autores vigentes y abran puertas a los autores más jóvenes, aunque esto no conlleve utilidades económicas.

Las becas, como las que otorga el Consejo del Libro y la Lectura, son necesarias y constituyen un buen estímulo, pero no debieran quitar el sueño a los autores. Son útiles durante unos meses, pero no resuelven la existencia de un escritor y menos la difusión de sus obras. Las becas y los fondos concursables siempre van a generar polémicas. Lo importante es asegurar que los procesos sean transparentes y que todos tengan la oportunidad, si lo merecen, de llegar al nido de la gallina de los huevos de oro. Pero más allá de eso, lo importante es escribir. Escribir, con o sin becas, con o sin premios. Escribir porque en ello está gran parte de lo que da sentido a nuestras vidas”.

Cuál es el mayor problema para un escritor en Chile, ¿la falta de distribución o el poco interés de la prensa por difundir las obras?
El principal problema es la falta de lectores. En un país donde más del 50 por ciento de la población dice no leer ni un libro al año, las obras de los escritores terminan siendo míseras gotas en el desierto. Y esa falta de lectores se debe a la desvalorización (consciente o inconsciente) del libro dentro de amplios sectores de nuestra sociedad, a lo que se suma el precio de los libros, prohibitivo para la mayoría de las personas, la falta de difusión en los medios, la falta de editoriales y canales de distribución, la carencia de bibliotecas, y otros males que hacen bastante complejo reposicionar el libro dentro de los intereses de mucha gente. El desafío es reencantar a la gente con la magia del libro, y en eso el precio de los libros es una parte del problema. Insisto, el asunto tiene que ver con el lugar que ocupa el libro en nuestras vidas. Si nos interesa leer, lo vamos a hacer, aunque tengamos que robar libros, caminar diez cuadras para llegar a una biblioteca o ratonear en las librerías de viejo. De lo contrario, y aunque estemos flotando en billetes, vamos a preferir una hamburguesa o gastar algunas horas viendo programas idiotas en la televisión. ¿Nos interesa leer, o no? Esa es la cuestión.


 

 



 

 

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(Publicado en Punto Final” Nº 647, 7 de septiembre, 2007)