Ya desnudo de tiempo, puro, ilímite, se ha marchado Rosamel del Valle. Cerró su puerta con sigilo y se ha dormido. Eligió una caja helada, larga como una hoja.
Pero el poeta Rosamel del Valle supervive y le oímos:
"Ha vuelto el día perdido.”
‘La noche frente a nosotros / como una manzana sobre la mesa.”
El está ahí, sobre la mesa de la muerte, con la manzana de la vida. ¿Qué nos contará de ésta su nueva experiencia?
El amigo entrañable de "El Corazón Escrito”, arde hoy en un velamen, apenas delineado entre el tiempo y lo perdurable.
Poeta de la noche, atormentado por esas interrogaciones que nos punzan, va y viene, regresa y nos habla. Dijo en uno de sus poemas: "Ven y siéntate al lado de mi muerte.”
Por eso, Rosamel del Valle, esencial, filósofo, mago de la palabra, estamos contigo para conocer la verdad de tu canto. ¡Devuélvenos tu abeja incansable, tu pétreo perfil de poeta, hombre y niño!
Intuye ahora tu espíritu esas formas que tanto amabas. Creador, te amparas en un "Fuego y Ceremonias”, en esa latitud donde te aguardan los poetas, tus hermanos, que morirán también en el vuelo.
Dios, principio y término del artista, te reciba, Rosamel, con tu salmo, con tu hoguera que fenece en tu casa ya deshecha por la muerte.
¡Paz, mucha paz para tu largo sueño!
