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Rosamel del Valle. Brígida o el Olvido y La Radiante Remington.
Santiago: Cuarto Propio, 2009

Gonzalo Montero Yávar
Pontificia Universidad Católica de Chile
Inti: Revista de literatura hispánica: No. 71, 2010



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Rosamel del Valle (1901-1965) es una de las figuras centrales en el desarrollo de las letras vanguardistas en Chile y Latinoamérica. Su producción abarcó textos de diversos géneros, pero ha sido su obra poética la más prolífica y reconocida. La presente edición nos presenta facetas desconocidas del autor: sus incursiones en la narrativa y en el género epistolar.

Brígida o el Olvido y La Radiante Remington consta de dos partes. La primera, Brígida o el Olvido, es una novela inédita que Rosamel del Valle escribió entre los años 1934 y 1940. La segunda parte, La Radiante Remington, es una selección de las cartas que el autor le escribió a su cercano amigo Humberto Díaz-Casanueva durante más de 35 años, desde 1929 hasta agosto de 1965, un mes antes de la muerte de del Valle. Además de la novela y las cartas, la edición posee un material visual y de diseño, muy coherente con el surrealismo de del Valle, que incorpora fotografías del autor, collages y reproducciones de parte de las cartas originales.

Brígida o el olvido es una novela bastante particular. En ella vemos múltiples planos y tiempos narrativos que interactúan a medida que la novela transcurre. Estos planos tienen como centro el periplo que el narrador experimenta por diversos estados vivenciales y de conciencia. La linealidad del relato se rompe mediante la irrupción permanente del recuerdo de anécdotas pasadas, las reflexiones de un sujeto delirante y la descripción de escenas oníricas. Si intentáramos reconstruir esta linealidad que el relato se empeña en dislocar, podemos resumir la novela en la búsqueda que el narrador hace de Brígida Helmes, mujer casi fantasmal que aparece entre la muchedumbre en contadas ocasiones dentro del relato. Esta búsqueda lo lleva a presenciar diferentes escenas propias de la vida decadente de una urbe moderna: la ida a un prostíbulo, una reunión social teñida de patetismo, una conversación delirante con dos filósofos vagabundos, etc. Las apariciones esporádicas de Brígida van activando en el narrador los estados de conciencia anteriormente referidos.

Estos múltiples planos narrativos tienen como escenario el espacio abierto de las calles de una ciudad que podemos identificar, por ciertas referencias a calles y lugares, con Santiago de Chile. Las multitudes, los avisos publicitarios y los escaparates del comercio son elementos centrales de la novela y evidencian en Brígida o el Olvido la influencia de Baudelaire y sus reflexiones sobre la vida en la urbe moderna. Este escenario urbano marca la forma de percepción que el narrador adquiere y tiene una relación directa con la manera en que la novela está estructurada. Al no poseer una matriz fija, el relato surge de una combinación de múltiples focos narrativos y de sentido. Al igual que el ojo del transeúnte, que se mueve indistintamente por los estímulos que el escenario de la calle le presenta, el narrador va transitando abruptamente por estas múltiples historias que en conjunto conforman la novela.

Vemos en el relato un alto grado de conciencia de modernidad. Sumado a esta forma nueva de percepción propia del escenario urbano, el narrador lleva a cabo reflexiones que tocan temas centrales de lo que fue la experiencia moderna y adelanta lo que sería la crisis de los proyectos modernos. Una de las formas en que se manifiesta esta conciencia moderna, que es también conciencia de crisis, es la manera en que se construye el sujeto al interior de la novela. El narrador permanentemente evidencia una subjetividad conflictiva, desintegrada y que anhela encontrar la cohesión que ya sabe perdida. Si esta desintegración ya se nota en la estructura dispersa de la novela, esta estructuración se emparienta con una reflexión lúcida por parte del narrador y los demás personajes en torno a este rasgo central del sujeto que experimenta los albores de la crisis moderna. Tomemos un ejemplo del texto: en uno de los tantos encuentros con personajes excéntricos que pueblan la novela, el narrado le pregunta “¿Cómo llamar a un hombre que se mueve de acá para allá y no bien centrado en sí mismo?” (176). El narrador se refiere a sí mismo y a la manera en que su historia se ha desarrollado. Es una de los tantos momentos en que la voz del narrador se autocontempla y reflexiona también sobre su propio relato, que se mueve “de acá para allá”, sin una cohesión. El sujeto se asume como una dispersión, como fragmentos y el sí mismo es, antes que una unidad, un anhelo de unidad perdida. Veamos otro ejemplo: una mujer interpela al narrador, “¿No puede usted permanecer cinco minutos dentro de sí mismo, es decir, sin evadirse?” (51, el destacado es mío). El sujeto sufre una dispersión casi patológica que emparienta la obra de Rosamel del Valle con la de uno de sus contemporáneos: Juan Emar. En la obra emariana, las subjetividades están problematizadas y dispersas. En Ayer, para tomar un caso particular, el narrador vive un proceso de fragmentación a medida que los sucesos cotidianos de un día avanzan, similar es la experiencia de descentramiento que sucede en el caso de Brígida o el Olvido.

Dentro de los ismos históricos que influyeron a del Valle, el surrealismo adquiere predominancia. Múltiples son las características tanto formales como temáticas y de contenido en Brígida o el olvido que nos recuerdan a esta escuela. Me centraré en dos: el tratamiento del referente femenino y la forma en que lo onírico va interfiriendo el relato. Como es sabido, la mujer y el sueño son dos problemas que los surrealistas quisieron incorporar en sus poéticas, jugando un papel muy importante en las innovaciones que este grupo incorporó en la literatura y el arte. En el caso de Brígida o el olvido ambas temáticas cobran similar nivel de importancia.

Ya desde el título de la novela, vemos que lo femenino es emparentado con las fuerzas misteriosas y ocultas de la vida, aquellos aspectos de la personalidad que escapan a la razón y sus métodos tradicionales de operar. La mujer es entendida como una manera de entrar en contacto con estos aspectos ocultos de la personalidad, aquellos a los que los surrealistas quisieron acceder. En el imaginario surrealista, mientras el hombre era la racionalidad moderna, la mujer era las fuerzas oscuras, la magia, el erotismo. Del Valle yuxtapone mediante la conjunción disyuntiva “o” el nombre de una de las tantas mujeres que pueblan la novela con elementos que escapan a la racionalidad. La particularidad de la utilización de esta conjunción es que homologa los elementos sintácticos que yuxtapone. Así, al decir Brígida o el olvido, se están homologando en el plano sintagmático Brígida y el olvido. Lo mismo ocurre con “Mónica o el amor”, “Natalia o la oscuridad”, diferentes títulos de los capítulos de la novela. Vemos entonces que la mujer no es entendida sólo como una puerta de entrada a esta otra realidad, sino que la mujer, representada por los nombres de los personajes femeninos de la novela, encarna en la textualidad el olvido, el amor, la oscuridad, lo oculto, la realidad mistérica a la que los surrealistas quisieron acceder.

La novela constantemente evidencia una estructuración similar a la del sueño. La lógica onírica se manifiesta en las formas trastocadas de percepción que el sujeto experimenta, en la forma de vincular los diversos planos narrativos y en las reflexiones que el narrador lleva a cabo. La vigilia y el sueño son estados de conciencia que ya no corren de manera separada: el narrador deambula entre un estado y otro. Si bien en un comienzo los pasos de la vigilia al sueño se evidencian en el relato, a medida que este transcurre todo se vuelve confuso y el límite entre ambas realidades se difumina. En diferentes partes de la novela, el narrador asume el estado onírico como una manera de “entrar en otro mundo” (55). Al igual que lo femenino, el sueño es una forma de relacionarse con los espacios ocultos y misteriosos del ser humano. Estos espacios irracionales deben, según las reflexiones sobre la labor artística que encontramos en la novela, ser reflejadas por el arte. Como dice el narrador: “la obra de arte debe necesariamente, para llegar a serlo, sumergirse en los grandes misterios y en las grandes tinieblas divinas y terrestres” (199).

Por su parte, La Radiante Remington consiste en una selección de diecinueve de las cartas que Rosamel del Valle enviara al poeta Humberto Díaz-Casanueva entre los años 1929 y 1965.

Podemos trazar, luego de la lectura de este corpus epistolar, un recorrido por los hitos centrales en los proyectos poéticos y vitales de Díaz-Casanueva y de del Valle. Además, se nos dan claves muy significativas sobre la composición del campo cultural chileno de la época y el lugar que ambos autores ocuparon en este. Al tratarse de cartas que fueron escritas durante un período bastante largo, más de treinta y cinco años, vemos una evolución y un desarrollo en la personalidad de Rosamel del Valle. A pesar de estos cambios (anímicos, económicos, geográficos, vivenciales), se mantiene una personalidad atormentada e insegura.

Al igual que en la novela, en La Radiante Remington hay una constante reflexión sobre el arte y la labor del artista. En este sentido, las cartas de del Valle son un material valioso para entender de mejor manera su obra poética y la de sus contemporáneos. Además, las anécdotas que se narran en las cartas tienen como personajes recurrentes a otros miembros de la intelectualidad chilena (Neruda, Huidobro, Mistral, Cruchaga Santa María, de Rokha, entre otros). Estos encuentros y desencuentros son un testimonio de las pugnas literarias que estuvieron presentes en estos años: la admiración por Neruda y Mistral, la desconfianza hacia de Rokha, la cercanía con Cruchaga Santa María, etc.

La presente edición posee un mérito central: devela aspectos que habían permanecido prácticamente ocultos de la producción artística de del Valle. La publicación de la novela inédita y de las cartas nos otorgan nuevas luces para releer su poesía, la cual muchas veces es hermética y de difícil acceso. Quizás con este nuevo material podamos repensar lo que fue la experiencia de una modernidad periférica y contradictoria, y resignificar la obra íntegra de este autor que, sin duda, representa uno de los proyectos mejor logrados entre las letras vanguardistas chilenas y latinoamericanas.



 


 

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