DIARIO DE UN LIBERTINO
Rubem Fonseca /
Editorial Norma, Bogotá, 2005, 191 páginas.
Malos amigos, mala compañía
Por Camilo Marks
Revista de Libros de El Mercurio / Viernes 7 de Octubre de 2005
La única literatura digna es aquella que asombra al lector, y ésa nadie la compra. Los lectores aman los temas manidos: una mujer, para vengarse, inventa que fue violada por el hombre que quiere y que la abandonó; una pareja vive una vida normal y feliz hasta que la mujer descubre que su marido es un asesino en serie; otra pareja vive una vida perfecta hasta que un día la hermana de la mujer se va a vivir con ellos y el marido y la hermana se enamoran; una joven mujer sospecha que su verdadera madre es su hermana mayor y decide descubrir la verdadÉ Cada historia de ésas puede terminar en libro o en película. Sea todo esto cierto o no, tales suposiciones, transcritas aquí de forma un tanto libre, son asumidas como principios irrefutables por el narrador de Diario de un libertino, última novela del aclamado autor brasileño Rubem Fonseca. Conocido entre nosotros por algunas admirables colecciones de cuentos - La Cofradía de los Espadas, Historias de amor, Pequeñas criaturas y Feliz año nuevo- , Fonseca posee un estilo parco, magro, epigramático y exhibe una visión del mundo radicalmente feroz, implacable, sin concesiones a la moral burguesa o a ningún sistema valórico en que pueda adivinarse la búsqueda de fines superiores, loables, trascendentes.
Diario... hace gala de los mismos rasgos, pero cae, de modo deliberado, en la lógica de las tramas de teleserie o culebrón. Desde el comienzo, el prosista nos previene contra lo que él llama "síndrome de Zuckerman", derivado del héroe de una ficción de Philip Roth, quien se ve atacado en la calle, en los supermercados, en los parques por el público que lo acusa de los pecados o abominaciones cometidas durante la acción del relato que se le ocurrió publicar. Bajo este parámetro, y según la racionalidad de esa patología, nos advierte el cronista, terminaríamos culpando a Dostoiewski por el asesinato de las dos viejas solteronas, del cual es responsable Raskolnikov en Crimen y castigo.
Sin embargo, la ambigüedad de Diario..., nos hace pensar que se trata de confesiones del propio Fonseca, un literato que practica una esmerada misantropía, en especial contra sus colegas ("los escritores son malos amantes, malos amigos, mala compañía") y cambia a menudo de acompañante femenina. Luego nos enteramos que el diarista se llama Rufus, que debe ser más o menos joven, que es irresistible y que sus opiniones sobre temas eróticos lindarían en un machismo troglodita, si no fuera por el impasible sarcasmo que trasuntan las páginas de este divertido volumen.
Para ser francos, Diario... tiene escasez de lubricidad o desenfreno. Al principio, Rufus sale con Henriette, quien le presenta a Lucía, seductora actriz; durante un tiempo, favorece a ambas. La situación hace crisis y conoce a Clorinda, fervorosa seguidora de sus textos. La chica resulta tímida y presume que Virna, quien siempre ha pasado por su hermana, es su madre. Virna se interna en un manicomio privado. Rufus finge ser maníaco-depresivo e ingresa a ese establecimiento. Allí traba relación con Virna, la cual le cuenta que, en realidad, es la madre de Clorinda; concibió a la niña a temprana edad, al ser abusada por Leandro, originando así la adopción de la pequeña por sus riquísimos padres. Leandro es un drogadicto depravado que se dedica a extorsionar y vejar a Virna, hasta que ella lo asesina en un cuarto de motel. Rufus y Virna abandonan la clínica y se convierten en amigos. Después, la amistad pasa a ser otra cosa y para entonces, Rufus ya se está acostando con Clorinda. Todo termina sabiéndose y Virna, furiosa, acusa a Rufus de violación. A partir de este momento, Diario... se transforma en una intriga policial, con los interrogatorios y pesquisas del caso, la perpetración de varios crímenes, el paso del personaje principal por la cárcel, la irrupción del hampa carioca en su máximo esplendor.
Diario... podría haber sido un folletín truculento de pésima calidad. En la hábil pluma de Fonseca deviene una parodia de géneros literarios desacreditados o bien una graciosa exposición de citas y teorías para todos los gustos. Pese a ello, deja la desabrida impresión de ser un tomo algo gratuito, en muchos aspectos prescindible.