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El cuerpo pletórico de la clandestinidad en La trama perfecta de
Daniel Busquets (Poeta barcelonés)

Por Rafael Farías Becerra


 



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Cuál es la “Trama perfecta” que aparece en este libro.
¿Trama como el hilo conductor de una historia que se cumpliría a cabalidad?
¿O trama como una “intriga” que es perfecta precisamente porque sabe esconder un misterio manteniéndolo en suspenso hasta el final?

Podríamos pensar que la poesía de Daniel Busquets vuelve a enfatizar aquel gesto en que la propia literatura se encomienda la misión de definir qué es lo que ella misma es, al preguntarse, en el propio gesto de su lenguaje: qué puede ser una “perfecta trama” literaria. O, de manera más simplemente aún, su escritura podría decirnos “de qué se va a tratar” o “de qué se va a hablar” en este libro.

Y es que en cierto modo esto se dice y lo podemos apreciar en aquel poema que se intitula como la obra:

Trama perfecta

Una trama imprecisa
de trazos y máscaras
añade temblor a concordia.
Reverbera el barniz
a lo largo del jardín tibio
que respira muy fuerte.
Y la intriga avanza

Si por el contrario a una trama perfecta, el texto nos plantea (literalmente) que se trata aquí de una “trama imprecisa”, esto se debe menos a una apuesta por la imprecisión literaria (pues, cada palabra de un poema parece meticulosamente puesta allí para para establecer elaboradas ambigüedades y sugerencias) que a una apuesta por la imprecisión de las vidas. Como si cada fragmento, cada poema breve de este libro, fuera apenas el retazo conservado de unas vidas oscuras y neutrales, en cuyos actos juegan a esconderse e impostarse, a asumir máscaras y a confundirse, descritos apenas por un trazo de luz pictórico o cinematográfico que sólo sugiere a través de breves escenas: 

Velada

Nos conocemos poco,
y jugaremos a espías
o a impostores.
Oblicuo deseo
y material clasificado.
Parque de atracciones
y agentes dobles,
toboganes por estrenar.

Por medio de un lenguaje que a veces utiliza el del cine o la novela negra, los seres son presentados aquí en una escala ascendente (o más bien, descendente hacia un “submundo”) que va desde lo imperceptible de sus afectos y sus relaciones “íntimas” hasta la descripción de escenarios (curiosamente dispuestos) donde anónimos personajes jugarán a envolverse y ocultarse en el ambiente a veces “dulce” a veces “escalofriante” de una clandestinidad con matices “públicos”. Pero, también la ciudad ofrecerá sus intersticios: “bajo la torre del teleférico” observando un “ocaso hermafrodita” o de un “escalera de incendios” el perfil de cada vida se ha comenzado a recortar.

No obstante, de un solo golpe seremos llevados a un universo donde la noche de pronto se incendia, nuestros imaginarios se invierten y el mundo y los seres se comienzan a travestir:

Fuego y huir

Prender fuego y huir
de la noche al revés,
del zumbido del neón
a punto de fundirse,
de la dosis perfecta
y de la boca del jaguar.
Tiemblan las sillas,
escondes los pinceles
cambiamos de sexo.

Es en la intensidad de cada escena, donde la poesía pareciera decirnos aquí, que no nos tiene que decir nada del mundo más que la duración de un momento en que las cosas comienzan a prenderse y a temblar pervirtiendo todas nuestras certezas sobre lo real. Así, de pronto cualquier situación se nos vuelve incierta, sospechosa. Sobre o bajo el conjunto de los poemas circulan tramas, historias o intrigas escondidas que potencian, sugieren o desestabilizan lo que ya insinúan ambiguos personajes. Y es que cada texto parece “preparar” o disponer sus ambientes y figuras para que “todo lo que viene” nos produzca extrañeza, y en definitiva, lo cotidiano se nos desequilibre y desvanezca:

Contraste

Antes de volver a la cama,
nos acercamos al mirador
El paisaje no funciona,
y yo debería conseguir
velas, cubitos de hielo,
algo de beber. Tú ríes,
y de espaldas al parapeto,
esta noche admitirás
que la cera te gusta
mucho más que el hielo.

Y es que si “El paisaje no funciona”, es porque también seremos reenviados alusión tras alusión, subsuelo tras subsuelo  a otros oscuros trayectos: galerías y túneles subterráneos, clubes clandestinos, espacios a veces “planificadamente” herméticos, donde es el cuerpo esta vez lo que se expone de “rodillas dobladas”, “de caderas en el vacío” por los trayectos del suplicio:

Trayecto

El escalofrío, los mensajes
delirantes del subsuelo,
las pirámides de ojos,
la tortura por la tortura,
y los innumerables trayectos
desde la mina de sal
hasta el campo de exterminio
Junto a todo los perfumes.
Un hedor por milenios.

Una de las técnicas retórico/sexuales de este libro es curiosamente el “encabalgamiento”, el hecho de ligar las últimas palabras de un verso (de un cuerpo) con el verso siguiente (el cuerpo de abajo) por lo que las palabras/cuerpos asumen distintas dis-posiciones y sentidos, se metamorfosean y vuelven a conectar en un enganche orgiástico, como aquellos personajes que se “contagian” de costumbres al  “vivir, en bosques/ vestidos de camuflaje”.

Cada poema/cuerpo llevará a otros, así como el fragmento de una película hecha de discontinuidades donde cada escena parece alumbrar a un todo imprevisible. Luego, veremos también, como cada límite se convierte en una frontera irrisoria y profana:

Sin filtro

Cruzaste el desnivel
entre guerreros y cautivos,
y sospechabas del claxon.
La carcajada del motorista
con cinturón de tachuelas
Te acompañará al club infernal.
Tu amante, tu cenicero.
Sin filtro, fuera de control,
rezaba a los cielos de aluminio.

Así, descarnada y sugerentemente somos lanzados hacia las imágenes cruentamente afectivas del mundo sadomasoquista, de las prohibiciones o las “perversiones” del cuerpo, de los distintos “usos de la carne”, de la desarticulación de las partes sexuales, de la agresión y su exhibicionismo.

¿Cómo entonces volver describir este otro “uso de los placeres” sin intentar inmediatamente una condena moral o una denuncia sobre el “daño” de los cuerpos? ¿Por contraste, cómo evitar caer en el lirismo de una voz delirante que presentaría cada situación como un efecto de la locura o la anormalidad? ¿Cómo volver a poetizar estas experiencias a menudo tan conflictivas o “tabú” para el mundo contemporáneo?
La poesía de Daniel Busquets quizás elegirá un tercer camino, quizás mucho más “honesto” y provechoso. Ella aprovecha cierto principio de la literatura que deja esta vez que las cosas, los cuerpos y los escenarios hablen.

Así, los objetos y el decorado dispuestos en cada escena nos contarán su propia función y vida:

Atrezo

Cuelgan de las sogas
maniquíes con bozal,
tatuajes y prótesis.
También ahorcaron
a las muñecas deshinchadas
de rosáceo color carne.

El tratamiento estético de cada descripción como ya lo anunciaba el poema La trama perfecta consiste en la “reverberación de un barniz”, de cierto brillo pictórico, de cierta luz que hace visible los cuerpos, los paisajes gracias aquel postulado de una “democracia literaria”, que le da luz y voz a cualquiera y que asume el “derecho” a decirlo (u ocultarlo) todo.

En este sentido, esta poesía asumirá también la aventura de sumergirse en los bajos fondos de la sociedad, de “entrometerse” en la vidas banales, en la vidas “infames”, aquellas que no tienen una “fama” o que si la tienen es precisamente porque no son bien conocidas, pues están ligadas, como en el caso de la poesía “de” Daniel Busquets, a ciertos circuitos y prácticas de prohibición, relegadas a “otro” tiempo, que pareciera distante del tiempo de la “normalidad”:

Cuando

Cuando levantes la trampilla
ignorando el pozo de sudor,
y te desnudes en la galería
con héroes cubierto de miel.
Cuando recuerdes a los chicos
líquidos en túneles y andenes,
y su sonrisa ante el convoy

Sin embargo, tras el sacrificio que se anuncia al cuerpo, no todo es escalofrío en esta poesía. No siempre se está “con tenedor y cuchillo/antes del eclipse o la cópula”. También hay matices lúdicos donde los cuerpos maquillados o cubiertos de miel se muestran “dorados/ chorreantes, pletóricos” rebosantes de cierta lujuriosa vitalidad, donde los “malabaristas” de la carne se juntan para disfrutar de un “retorcido menú”. Y es que la poesía ya ha visitado la comunión de los chicos en el “submundo” de la galería, donde se miden las osadías y se deciden los destinos y los estilos de vida:

Cita

La penúltima pareja falsa
profanaba posturas, melodías,
y la prisión del circuito cerrado.
A medianoche decidirían
si eran ejemplares únicos
o implacables coleccionistas

La Trama perfecta nos mostrará que desde los “submundos” de la “ciudad tórrida” y al compás de una “Música Muy Negra, Muy Negra” es posible levantar destellos, advertir ciertas claridades, mientras se “Sospecha, entre luciérnagas, / que el propio enigma se acaba” y comienza.

  
Barcelona, 24 de enero de 2015



 



 

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El cuerpo pletórico de la clandestinidad en "La trama perfecta" de Daniel Busquets.
Por Rafael Farías Becerra