Proyecto Patrimonio - 2011 | index | Daniel Hidalgo | Rodrigo Hidalgo | Autores |






2 debutantes porteños

Rodrigo Hidalgo



 . .. .. .. .. .

 


 

En medio de la nieve, de Iván Parés (Narrativa Punto Aparte, 2010)

Una primera cuestión que me llamó la atención de esta novela es, desde su título mismo, el trabajo de la figura de la nieve. ¿Por qué la nieve? ¿Qué provoca la nieve en las personas como para que este invierno en Santiago salieran de sus casas en La Granja o en Cerrillos para llegar a Providencia a presenciar un fenómeno climático que siendo un país al borde de la cordillera debiera sernos hasta natural? No sé qué tiene la nieve, a lo mejor es puro colonialismo cultural y lo que provoca en la gente es mera fantasía alpina, anhelo de una navidad yanqui con renos y Bridget Jones. Recuerdo perfectamente que siendo niño conocer la nieve fue una lamentable decepción: a varios debe haberles pasado, un agua-barro que en nada se parece a lo que se ve en las películas. Pero volvamos al libro.

Creo que quizás una de las cosas mejor logradas en esta novela, es la respuesta a esta inquietud pueril en la que me he detenido. El autor logra cierta atmósfera japonesa incluso, por cierto aire bucólico en las descripciones del estado anímico del protagonista (un estado anémico, de retorno a lo básico, a lo elemental, un haikú de la sobrevivencia en la intemperie). Porque lo que le ocurre al profesor de matemática César Lombardo es que simplemente se va al carajo. No es feliz, o a lo mejor es feliz y de pronto deja de darse cuenta de que lo es. Deja de valorar lo que tiene (una familia-tipo, un trabajo estable). Tiene el irrefrenable impulso de autodestruirse. Lo gobiernan pulsiones de un Thánatos que quizás nunca antes se había permitido descubrir en su interior. Ese vaciamiento de sentido, ese proceso de ida en blanco, es lo que  representa la nieve. César Lombardo se queda pegado mirando la nieve, una nieve que no ve en realidad, solo en su mente compungida. Y se va al carajo, se degrada, toca fondo. Si alguna vez uno se ha ido siquiera un poquitito al carajo, sentirá compasión por este César Lombardo. Si alguna vez uno ha creído tocar fondo, hallará en estas páginas una atmósfera psicológica acertada, aunque le quede lejos la figura de la nieve. Ahora, lo que pasa es que este gallo al final lo pierde todo, y cuando está al borde del suicidio… no, mejor no contar el final. Dejémoslo en que lo pasa pésimo. Y detengámonos en lo siguiente: ¿hablamos en fin de una novela con cierto discurso moral sobre lo que es la felicidad como sinónimo del binomio “familia tipo + estabilidad laboral”? La lectura siempre aguja de la crítica Patricia Espinoza ha desentrañado en este descenso al infierno, cierto sonsonete moralizante. La verdad es que yo no lo había sentido así. No se me había ocurrido que había detrás una moraleja hasta que leí su crítica. A lo mejor es sencillamente que uno lee como el realmente idiota de Cortázar. De modo que optaré por dejar hasta ahí las referencias críticas. No voy a dar más pistas sobre cómo termina esta novela porque, con todo, prefiero que quienes escuchen o lean este comentario, se enteren por sus propios medios. Diré, creyéndome Lafourcade o Yolanda Montecinos, que como raya al final de la suma, el libro, su precio incluso, vale la pena.

Finalmente quiero agregar una felicitación a esta editorial porteña, cuya tercera publicación incrementa su naciente buen nombre. Esta novela recurre una escritura que se desmarca de otros cánones quizás más de moda. Esta novela está escrita con simpleza y profundidad, en la tradición más convencional si se quiere, sin chulos de neón, ni metalenguajes hipertextuales. Salud por Iván Parés.

 

 

 

Canciones punk para señoritas autodestructivas, de Daniel Hidalgo (Das Kapital, 2011)

Y ya que hablé de chulos de neón y metalenguajes hipertextuales, vamos al otro libro que me convoca, también de un autor porteño. Pero esta vez no lo publica una editorial porteña, sino una metropolitana. Vale la pena aclarar en todo caso, que los gentilicios utilizados sólo refieren el domicilio de los editores y no la vocación como editorial ni los puntos de distribución de sus títulos. Das Kapital, es un sello también joven, que en su colección de narrativa ha publicado, además de este debut de Hidalgo, a Juan Ignacio Colil y a Óscar Barrientos Bradasic (al uno podríamos llamarlo un cuentista clásicamente hemingwayano, al otro un constructor de un mundo imaginario austral desde la de literatura fantástica e incluso mitológica) dando cuenta así de su amplio e interesante registro. Pero de nuevo, volvamos a Hidalgo.

Se ha criticado el abuso de ciertos recursos que resultan ya manidos en los narradores jóvenes, hijos de “La Zona” (de Contacto). El abuso del punto seguido, por ejemplo. Cierto efectismo caricaturesco incluso a la hora de bautizar a los personajes. Es cierto. Daniel Hidalgo forma parte de una camada de narradores jóvenes que tienen a Tarantino como posible referente común. Pero que la mención a Quentin no se tome al pie de la letra tampoco, ojo: probablemente soy yo el que se limita apuntar a Tarantino porque no ha leído a los escritores norteamericanos actuales que quizás sí son un referente de mayor peso para estos jóvenes. Lo que quiero decir en todo caso, es que Daniel trabaja con un material con que ya hemos visto a otros trabajar, en forma y fondo. Ese pop, ese kitsch, ese pulp.

Como respuesta podría señalarse que otros han celebrado el hecho de que estos mismos recursos están al servicio de un contrapunto, se trata de mostrar la “otra cara” de una realidad provinciana, de desmitificar al Valparaíso de postal patrimonial. Porque es Pancho (Valpo) el protagonista al final del libro. Recuerdo haber leído el cuento “Barrio Miseria 221” en 2007, como parte del jurado que lo dio por ganador en el concurso que ese año organizó la editorial Animita Cartonera junto a Balmaceda Arte Joven y la UDP, y confieso que lo único que anoté en la discusión con Nona Fernández y Ximena Ramos (las otras 2 integrantes del jurado), fue su inquietante similitud con la película brasileña Ciudad de Dios. “Barrio Miseria” es Playa Ancha. Del argumento a la atmósfera, de los personajes a la banda sonora, en el relato citado pero también en todos los otros que lo acompañan en “Canciones punk para señoritas autodestructivas”, hay sin duda una presencia de arquetipos de la violencia, de la marginalidad y de la decadencia. Y aunque todo ello resulte ya visto, conocido, e incluso predecible, el conjunto resulta igualmente atractivo y visceral.

En lo personal tengo que señalar que aunque trabaje con arquetipos y material conocido, prefiero mil veces al narrador que va a la calle, que va a la realidad, y no al que la mira desde su biblioteca, al que por experimentar termina siendo hermético. Ya se sabe en todo caso que no son opciones contradictorias, que estoy poniéndolo en blanco y negro, y que ejemplos contra este maniqueísmo sobran. Además es una cuestión de gustos y punto. Rescato y celebro el valor de la anécdota y de la crónica roja por ejemplo cuando son fuentes de una magnífica narración, como lo es “Silencio Hospital”.

Dichas estas arbitrarias palabras de un lector que paga sus impuestos contra su voluntad pero sin hacer más aspavientos, invito al posible librero a recomendar estos libros, al posible comprador a adquirirlos, al joven estudiantes a pedirlos en bibliotecas, y al delincuente a robarlos en vez de quemarlos. Y a los autores las gracias, las felicitaciones y que sigan escribiendo.

 

Una versión de este texto se emitió el sábado 10 de septiembre a las 14:00 hrs.
en el programa “Acceso Liberado”, que se transmite por Radio USCAH, 104.5 FM




 

Proyecto Patrimonio— Año 2011 
A Página Principal
| A Archivo Daniel Hidalgo | A Archivo Rodrigo Hidalgo | A Archivo de Autores |

www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
2 debutantes porteños.
"En medio de la nieve", de Iván Parés (Narrativa Punto Aparte, 2010), y "Canciones punk para señoritas autodestructivas",
de Daniel Hidalgo.
Por Rodrigo Hidalgo.