Caligari
Poesía de Raúl Hernández.
Ripio ediciones 2010
Cristián Cruz
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Poco acostumbrado nos tiene Raúl Hernández a este envoltorio que transgrede, por así decirlo, su poética contemplativa y de imágenes templadas de armonía. Este Caligari, es un contrapunto a lo anterior, y se instala sobre un andamio de imágines sobre puestas, imágines que evitan articularse entre sí para generar un grado de caos poético. Estas imágines vienen desde ese mundo interior que no queremos ver, o asomarnos. Debe ser por lo autodestructivas o por su escasa posibilidad de descifrar. Si bien corresponden a un parafraseo sobre un film que trata sobre esos pasajes oscuros de lo humano, Hernández deja salir a la superficie la derrota, lo inadaptado de ese mundo poético que nos aborda a todos; el descontento, la desazón, la forma rancia de cómo enfrentamos el mundo.
Es imposible no hacer un contrapunto con sus otros libros, pues este Caligari se llena de un temple oscuro, que no significa que sea un libro autómata, si no que, la belleza no figura, más bien da paso a sectores neblineados, de esos que impiden el reposo y la contemplación.
De la escritura, creo que por la naturaleza temática del libro, se entrecortan imágenes, tiende a dislocarse la secuencia lógica y logra el fin del libro, la sobre exposición de imágenes, una catarsis mental que se suele encontrar en los manicomios, o más bien, un discurso que separa una imagen de otra. Por lo tanto esta poesía evita discursos hilados, y da paso a esa necesidad de plasmar cada sensación, visión o estado personal desde la perspectiva oscura y desarraigada de positivismo.
A manera de texto prosaico, Hernández nos da una explicación sobre lo escrito al final del libro, una especie de arte lírica del libro, de un arte sonámbula del texto. Caligari es un sonámbulo, un tráfico por la oscuridad del inconsciente, un pasar por las auto derrotas, desazón fragmentada que se impone, por sobre la poesía contemplativa que Hernández suele darnos.