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EL HERMOSO JUEGO DEL DOLOR
Estética de la lluvia,
Raúl Hernández.
Libros La Calabaza del Diablo, 2012.
Por Eduardo Farías A.
Publicado en https://poesiaycritica.wordpress.com/ 20 de Noviembre de 2012
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Si el lector espera de un libro algo de originalidad, Estética de la lluvia (Libros La Calabaza del Diablo, 2012) de Raúl Hernández no es el libro que debería leer, pues no ofrece nada nuevo. Sin embargo, su valor literario radica en la multiplicidad de lecturas que puede generar. Desde mi perspectiva, una de sus cuantías está en la continuación de la obra anterior, pero posicionado desde un lugar distinto. El arraigo físico y el desamor son temas relevantes en este poemario. Sin embargo, Estética de la lluvia es mucho más que una simple continuación.
El arraigo físico se entiende como la vinculación del hablante con un contexto espacio-temporal donde podemos encontrar personajes y lugares. El hablante de este poemario es un santiaguino que nos muestra una parte de la ciudad, su Santiago íntimo: el arraigo físico se transforma en el tema de la ciudad y aparecen, por ejemplo, la calle Mapocho, el Teatro Novedades, la Quinta Normal, sus habitantes y la forma particular de habitarla. El hablante vive sus calles y “en la esquina / los ferianos llevaban con fuerza sus carros de fierros al amanecer” (p.33). Sin duda que a través de todas las referencias a Santiago podemos cartografiar los límites de esta ciudad que ha sido poetizada.
Si en Paraderos Iniciales (Libros La Calabaza del Diablo, 2009) el hablante dice: “Esta noche quiero anular / el hermoso juego del desamor”, en Estética de la lluvia Raúl Hernández muestra este hermoso juego en toda su plenitud y con todas sus consecuencias: “Pasé la noche escuchando / el sonido que hacía el refrigerador. // Me había acostumbrado a escuchar tu respiro / en medio de la madrugada. […] Salí temprano a trabajar / tu ausencia para mi era algo insostenible.” (p.33)
En la mayoría de los poemas el hablante se dirige a un tú, por tanto el poema es un acto comunicativo con un receptor determinado: “Cuando anochece y te vas a dormir / y te acercas a la lluvia desde tu ventana / mirando pájaros curiosos / silbando a la luna.” (p.10) En este diálogo, de por sí incompleto, se encuentra un aspecto importante de la poética de Hernández y que extrema sus recursos cuando el hablante se dirige a una mujer ausente: “Siempre vuelves al barrio / y crees que esto es un sueño. […] Acá siempre soñamos con tu regreso / como en los viejos otoños. // En donde solías extraviarte / pero no para siempre.” (p.11) Así se construye y se justifica de manera verosímil la ausencia del otro, hecho literario que refuerza el tema del desamor.
Junto a imágenes poéticas provocadoras el dolor, que es un factor esencial del desamor y del cual el autor no abusa, ingresa en sus poemas, como en Rasguños donde un “árbol en la acera ha decidido rasguñar / tu rostro […] Sangras y dueles / a este árbol misterioso dueles.” (p.14)
El hablante muestra también una consciencia crítica acerca del desamor y asume el ejercicio libre de su deseo: “Caminando por la vereda / deseo saborear el rouge de tus besos / y cortar la soga del desamor.” (p.38) El deseo de la mujer y la afirmación del amor dan cuenta de un movimiento interior que se produce en el hablante y que lo obliga a llegar a ciertos extremos. Por ejemplo, hacer uso de las órdenes: “calla no digas nada/ hace tiempo que te veo / por los bandejones / tomando cerveza. […] Vamos hace frío / sé que estás aprendiendo / como nosotros.” (p. 9) Y “Dime si alguien te dijo que te ama / o si el sabor de la muerte / merodeó alguna vez tu destino.” (p.11) Sin duda, que el uso de este modo verbal junto a esta mujer extraviada evidencian la desesperación y la necesidad de obtener una respuesta por parte de ella.
Por último, como hecho extraliterario, la edición presenta, a mi juicio, un pequeño error en la diagramación del poema “Neblina”, ya que el interlineado de los versos disminuye y así una parte importante del diseño, que no se debería advertir en la lectura, aparece ante el ojo del lector (1). Más allá de esto, Estética de la lluvia es un excelente libro que se hunde en sus posibilidades y no abusa de ellas en la construcción de los poemas, que determina el desarrollo de una obra poética importante en la poesía chilena actual y que nos permite recordar con nostalgia el invierno que se ha ido.
Notas
(1) Recordemos que, desde un punto de vista editorial, los elementos que permiten la lectura deberían pasar inadvertidos para el lector. Si esto no ocurre estamos frente a un ruido en la edición.