Desafinan con el frío, una introspección en el límite
Por Cristóbal Soto
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“Desafinan con el frío” es un rayo directo en el pecho. Logra que nosotros nos veamos ahí en medio de sus historias sin haber vivido nada de lo que encierran. Nos reconocemos sin saber cómo, todo, movido por un lenguaje certero. Hay una melancolía que no es de postal, en donde la muerte, la relación familiar, el desapego trasuntan en una visión de la vida que no tiene moralinas, si no que se muestra con el desgarro de la condición humana misma.
Aparentemente frágiles nos deja el paso de los años. Los personajes de esta novela no escapan a ello. Un hombre, Salvador, padre de Gonzálo, el tiempo lo hizo volverse a Dios. A Amanda ya no le queda deseo en la piel, el deseo que la hizo llamarse Amanda. A Bernardo el tiempo lo volvió un “hombre nuevo”, pero nadie sabe y habita de manera perversa en la memoria de su ex barrio. Mientras tanto, mientras sucede eso, la muerte aguarda, ronda desesperadamente, todos lo saben o lo intuyen y sin embargo a nadie le importa.
La historia decanta, cae como la vida misma, como una racionalidad potente. Incluso los sentimientos se apartan para que reinen las viejas rencillas y recuerdos. Borges, en el poema “Cambridge” dice: “Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos.”, esta novela muestra ese montón de espejos pero rompiéndose, nos cuenta las historias en que formamos parte de ese quimérico museo que nos habló Borges.
Luego lo sublime se nos aparece en medio de la desgracia. Lo sublime deja de serlo para que el relato se concentre otra vez en la historia misma. Entonces un hecho cuasi fantástico sucede, pero no nos distrae, por el contrario, una vez que pasa ese hecho sublime, avanzada ya la novela, cuando los personajes se han mostrado en su estructura misma quiénes son, el lector podría tomárselo con normalidad, incluso con más normalidad que las tías del protagonista que le atribuyen a ese hecho categorías divinas.
“Desafinan con el frío” finalmente nos hace levantar la vista, nos hace dar cuenta que estamos en medio de tantas historias que seguirán sucediendo en todas partes, historias que aparentan ser únicas e irrepetibles, pero no. En este mismo instante otros, como Gonzálo, o Bernardo, o Amanda, en otro lugar, toman decisiones para rehacer sus vidas, o para simplemente seguir sobreviviendo, pero se enfrentan con una realidad desidealizada, que Rodrigo Hidalgo describe de manera rotunda en la novela, esa realidad o los derrota, o los volverá más fuertes de ahí en adelante.